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Una carrera, varios mundos

Sebastien Loeb ya arrancó su carrera... como líder AP

CÓRDOBA -- Vaya democracia la del rally. El más amateur puede correr contra el mejor del mundo. Sólo se trata de obtener la licencia, alistar el auto y ponerse en la misma línea de partida que el heptacampeón mundial Sébastien Loeb.

Así, Raúl Racca, santafesino de Casilda, corre con el Ford Ka que conduce en el Campeonato Argentino. Y Loeb, vencedor en 64 rallies mundialistas, arrancó ganando en Argentina con el reluciente Citroën DS3 que se mantiene invicto en tierra y fue construido en un edificio de unos 15.000 metros cuadrados en la francesa Versalles.

La división de clases, suerte de castas reglamentarias, y las distancias técnicas quedan de lado cuando se lanzan a los caminos. Se pelea contra el reloj. Hasta la décima de segundo. Y hasta la milésima, si hace falta. Al cabo, la empresa Edox, encargada del cronometraje del Campeonato Mundial, captura el tiempo y divide el segundo en mil por si el dato es necesario en caso de un desempate. Sébastien Ogier, el rápido compañero de equipo del multicampeón Loeb, le ganó a Jari-Matti Latvala este año el Rally de Jordania por sólo dos décimas.

Vaya fanatismo el del rally. Mientras el estadounidense Ken Block, cuyos videos de acrobacias tienen 25 millones de visitas en Internet, firmaba autógrafos y se fotografiaba con los aficionados que conocían cada uno de sus trucos, unos metros más atrás en el parque de asistencia, un hombre bajo y canoso, apoyado sobre un bastón, contemplaba el Ford en el que su hijo Jorge corre como navegante.

Gregorio Pérez Companc es el padre del copiloto de Federico Villagra pero, también, uno de los dos argentinos que figura en el ranking de los hombres más ricos del mundo que elabora la revista Forbes. Su fortuna está estimada en unos 1.400 millones de dólares. Pasó casi inadvertido. Rápido, dio vuelta la cara cuando alguien lo identificó y le apuntó con una cámara fotográfica.

Desde hace días, los fanáticos están acomodándose en la serranía cordobesa para esperar a los autos. La primera etapa surcará el paisaje lunar de Traslasierra, la casa de Jorge Raúl Recalde, el único piloto americano que ganó una fecha mundialista, fallecido hace diez años. Sus amigos y familiares, como en cada rally, preparan un asado como los que le gustaban al Cóndor. Para eso alquilaron una franja de terreno a un costado del camino. Allí reciben a otros fanáticos, ven el paso de los autos y repasan anécdotas.

Los aficionados que prefieren la comodidad de un predio cerrado, con estacionamiento, cuatro comidas, entretenimientos, shows, regalos y ver el paso de los coches desde un lugar preferencial, sacan entrada en alguna de las carpas que se montan en cada etapa. El pase diario cuesta de 600 a 1.200 pesos de acuerdo con los servicios disponibles. Una versión urbana de la aventura, todo incluido. La esencia está en otro lado.