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Como en los viejos tiempos

BUENOS AIRES -- Hoy, gracias a la publicidad y a la transformación del fútbol en un negocio, algunas cuestiones que parecían naturales hace unos años se han convertido en toda una rareza.

Como antes era extraño ver a un jugador con unos zapatos de colores, hoy es difícil encontrar un futbolista que utilice calzado negro. Mientras que en el pasado los futbolistas no se preocupaban por su aspecto más que cualquier persona, hoy son casi modelos, coquetos y siempre pendientes de cómo se ven.

En los números en las camisetas también se puede apreciar un cambio del nuevo siglo. Hoy, ya nadie utiliza los dorsales consecutivos, del 1 al 11. Cada jugador tiene su número preferido y si ese número es el 15, el 22 o el 87, sólo utilizarán ese. Salvo, claro, Brasil en esta Copa América.

La selección brasileña, a falta de fútbol y goles, dejó en el partido ante Venezuela un detalle para destacar y alineó, con intención o por causalidad, los números del 1 al 11, como en los viejos tiempos.

En lo fundamental, Brasil no funcionó y Neymar, Ganso o Robinho nunca lograron asociarse para generar peligro, pero en lo anecdótico, el equipo volvió a la formalidad del fútbol de hace más de dos décadas, momento en el que los jugadores empezaron a lucir un dorsal fijo durante toda la temporada, que impedía esta ordenación convencional.

Hoy, en muchas de las grandes ligas mundiales, es posible ver el 42 y el 57 en la camiseta de cualquier jugador o al menos cualquier dorsal hasta el 25, con elecciones de números condicionadas por cuestiones jerárquicas entre los futbolistas, pero también por las cábalas y las supersticiones.

El paisaje numérico de Brasil ante Venezuela, que destilaba armonía, se vio acompañado, además, por la colocación de los jugadores en las posiciones tradicionalmente asociadas a sus números: el 9 jugaba de 9 y el 7 lo hacía de 7.

Esto hace pensar en que el técnico, Mano Menezes, tenía prevista la alineación del primer partido desde antes de repartir los dorsales. De otra forma, es casi imposible acertar.

Así, el 11 de Neymar, el 7 de Robinho, el 3 de Lucio o el 2 de Alves se ajustaban a sus posiciones en el campo, en un tiempo en el que los números que llevan los jugadores son elegidos por ellos, aunque en muchas ocasiones hay criterios comerciales y publicitarios que condicionan las asignaciones.

Este mundo tiene todo tipo de matices, algunos casi logarítmicos, con experiencias como la de la selección argentina que numeró a los jugadores del equipo campeón de 1978 por orden alfabético con Beto Alonso con el 1, Osvaldo Ardiles con el 2 y el portero Ubaldo Fillol con el 5. A Mario Kempes le tocó el 10 por casualidad.

Pese al amplio abanico de números en el fútbol actual, alguno de los valores del viejo orden se mantienen, tal y como ocurre con el 10 de Pelé, Diego Maradona o Leo Messi, dorsal que parece ir destinado al jugador de más jerarquía de cada equipo.

En esta Copa América lo lucen entre otros y además de Messi, el brasileño Ganso o el uruguayo Diego Forlán, pero también el capitán de Ecuador, Walter Ayoví, a pesar de que juega como lateral izquierdo.

Con la ausencia de Robinho en el duelo contra Paraguay, se cortó la tendencia numérica de este torneo para el scratch. Una pena: la nostalgia obligaba al elogio.

Fuente: EFE