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El Potro Gutiérrez cabalga tras su sueño

MÉXICO -- Asegura que jamás está molesto, aunque su gesto lo delate. Pero en realidad Raúl Gutiérrez tiene muchos motivos para sonreir, empezando porque el domingo podría convertirse en el segundo técnico mexicano en levantar un trofeo de campeón en un Mundial FIFA.

Sólo 90 minutos lo separan de alcanzar ese objetivo, 90 minutos y su rival: Uruguay.

Pero Gutiérrez comanda a un grupo de jóvenes mexicanos que han roto paradigmas y han llegado a la final del Mundial Sub-17 con una marca perfecta de seis victorias en línea y el domingo irán por más récords, empezando por la asistencia a la final, con 95,000 aficionados garantizados con boleto pagado, más la gente de palcos, plateas y zona de prensa, que vestirán un estadio Azteca con 114,000 camisetas verdes.

Gutiérrez se concentra en el juego más importante de su vida, una final que espera, "sea un parteaguas, sobre todo para nuestro futbol", comentó la tarde del sábado luego del reconocimiento a la cancha en el estadio Azteca.

El Potro, el mismo que defendió la camiseta verde durante 37 partidos, varios en el Azteca en las eliminatorias mundialistas de 1994 y 1998, ahora practica con sus discípulos la filosofía oriental Kaizen, conocida como el "cambio para mejorar" o el "mejoramiento continuo".

"Desde que tomamos la dirección de este grupo nos planteamos estar acá (…) y en su momento tener la idea clara de buscar un campeonato y todo gracias a los jugadores, a la materia prima, que es lo principal", señaló.

Gutiérrez ha liderado un grupo que pese a ser locales no levantaba muchas expectativas de triunfo. Pero fue ligando triunfos y prendiendo luces de esperanza, hasta convertirse en un fenómeno mediático que el jueves estalló luego de venir de atrás para vencer a Alemania en las semifinales con un gol olímpico y uno más con una chilena de Julio Gómez, quien unos minutos antes había sufrido una fuerte cortada en la cabeza y jugaba con uno enorme vendaje para detenerle el sangrado.

Luego de ese encuentro los medios y en redes sociales han llamado niños héroes a los dirigidos por Gutiérrez, aunque él dice que en su equipo no hay un Juan Escutia ni un Juan de la Barrera, dos de los seis cadetes mexicanos que recuerda la historia mexicana por haber defendido el Castillo de Chapultepec de una invasión estadounidense en 1847, aunque el Potro los ubica 37 años atrás, peleando en la Independencia.

Pero Gutiérrez no será recordado por dictar cátedra de historia, pese a que antes de ser futbolista fue maestro normalista de educación primaria y mejor habla de Gómez, de quien explica que ya le hicieron todos los estudios y podría jugar, "pero con los golpes en la cabeza hay que ser muy precavidos", advierte.

En el duelo ante Uruguay, el Potro no inventará, intentará mantener el mismo planteamiento que le ha dado resultados. Intentará sacar "ese espíritu, esa intención de jugar, de creer en nosotros, estamos buscando un estilo para el fútbol mexicano, de tener siempre la pelota, de tratar de encontrar el arco rival. De tener siempre ese espíritu de combatividad que se debe mostrar cuando se porta un uniforme nacional".

Considerado como uno de los alumnos aventajados del argentino Ricardo La Volpe, el seleccionador mexicano asegura que él mismo es producto de la psicología aplicada, "la empezamos a utilizar desde 1988, imagínate cuánto tiene todo este tema", responde cuando se le pregunta qué tanto ha importado el trabajo mental con su plantel.

Para rematar, sólo promete la entrega total en la máxima catedral del fútbol mexicano, el estadio Azteca, dos veces escenario de una final de Copa Mundial FIFA en donde espera quedarse con todos los records, pues al de asistencia sumará el que jamás un equipo local se coronó.

Aquí no hay secretos.

¿Cómo coronarse? Ganando.

¿Cómo ganar? Con goles.

¿Qué le dice a sus muchachos antes de jugar? Cosas diferentes, no hay que ser repetitivo porque se aburren.

Y a él también le aburre la espera para enfrentar a Uruguay, así que en sus 24 horas antes de salir a la cancha del Azteca descansará, dormirá y se distraerá con videojuegos: "Porque tampoco puede ser futbol a toda hora. También uno como entrenador debe encontrar sus lapsos para dejar de pensar en futbol, de esa forma uno vive y aunque me dicen que siempre parece que estoy enojado, en realidad estoy emocionado, contentísimo, estoy disfrutando al máximo".

Gutiérrez se despide del auditorio del estadio Azteca, pensando que la próxima vez que ocupe esa silla será después de un festejo de 114,000 gargantas y no le queda la menor duda para expresar: "Soy un tipo privilegiado de estar acá".