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Joe Maddon apostó, creyó y venció a Vigilantes en Texas

Getty Images

ARLINGTON -- Vamos a pensar por un segundo que quien permitió ocho carreras y tres jonrones fue Matt Moore. Tomemos otro minuto para imaginar que C.J. Wilson fue quien tiró en blanco por siete entradas e hizo lucir a los bateadores de los Rays de Tampa Bay como si tuviesen dos semanas de descanso sin batear.
Piensen que fue Texas el que ganó por 9-0. ¿Estamos listos? ¿Lo imaginaron?

Podemos apostar lo que sea a que hoy estaría la gente desde San Pedro de Macorís hasta Maracaibo, desde San Juan hasta Seattle y pasando por La Habana, para hacer cenizas de Joe Maddon porque en el primer juego de la postemporada le entregó la pelota a un novato con apenas una apertura de por vida en Grandes Ligas.

Hora de una trivia: ¿Cuántos lanzadores han iniciado un juego de postemporada con sólo una, o ninguna, apertura de por vida en Grandes Ligas? Si usted respondió "ninguno", es un feliz ganador.

"Esta es la hora de los hombres", seguramente le hubiesen dicho a Maddon, "no la hora de los muchachos. ¿En qué estaría pensando este loco?".

Ahora volvamos a la realidad. Y quitémonos el sombrero ante Maddon, el coach de pitcheo Jim Hickey y todos los que tuvieron los "riñones" de darle la pelota a Moore, demostrando más confianza en el talento del novato y en lo que podía lograr contra un equipo que jamás lo había visto, que en la experiencia de Jeff Niemann o Wade Davis.

Una decisión que le salió de maravilla.

Maddon nunca ha podido imaginar que Moore le tiraría siete ceros a una de las ofensivas más poderosas de la Liga Americana, un equipo al que sólo dejaron en blanco ocho veces este año. Lo que sí sabía es que este chico ponchó a 11 en su única apertura en Grandes Ligas, contra los Yankees en el mismo Yankee Stadium, y que por algo es su prospecto número uno de la organización. Sabía que no se iba a poner nervioso allá afuera.

"Creemos que Matt puede manejar este momento", había dicho el estratega el jueves por la tarde. "La pregunta más importante que debíamos responder es si pensábamos que era capaz de manejar esto emocionalmente".

La respuesta está bastante clara. El zurdo de 22 años no ponchó a 700 bateadores en 497 entradas y un tercio en ligas menores por obra y gracia del Espíritu Santo. No es sólo que tira strikes a 97 millas por hora, es que parece que ni siquiera se esfuerza para hacerlo.

"Estuvo impresionante", resumió Maddon luego del partido. "Desde el primer inning pudimos ver lo incómodo que estaba Kinsler. Que tirase strikes hizo toda la diferencia del mundo. Vieron lo calmado que estaba, su compostura. Uno ve muchos jóvenes que lanzan 97, 98. Pero tienes que ser capaz de controlarte, tener sangre fría. Él lo hace".

"Pero quiero ser muy claro: la decisión no fue ninguna genialidad mía", aclaró Maddon. "Fue una decisión del grupo, de los scouts y los coaches. Entre todos lo decidimos. Créanme, no soy tan inteligente. No quiero tomar ningún crédito por lo que sucedió".

En su primera vuelta en el orden, Moore bajó a los Vigilantes con rectas y más rectas. Luego trabajó el cambio y la slider. Así los sacó de paso una y otra vez. Súmenle a eso la desesperación de los bateadores de Texas, abajo desde el segundo inning, y entendrán lo sucedido.

¿Y los Vigilantes? Por más que no se le pueda quitar méritos a lo hecho por Moore, es imposible jugar de la manera que los Vigilantes jugaron y pretender ganar un encuentro de pelota.

Wilson estuvo detrás de la cuenta toda la noche. Como escribió alguna vez Red Smith, un célebre columnista para The New York Times, lanzó como si el home estuviese alto y afuera. Eso en Grandes Ligas se paga y bien que se lo cobró Kelly Shoppach, que aunque no lo crean dio dos jonrones y empujó cinco carreras.

El segundo de esos palazos terminó de abrir el duelo en el quinto inning. Después de dos outs, un tiró malo de Adrián Beltré (¿hay una señal más clara de que no era el día de Texas?) permitió que se embasara Damon. Otro pecado que no perdonó Tampa.

Pero la foto que retratará a Texas es la de Josh Hamilton -- el único que le conectó hit a Moore -- cuando tocó la pelota abajo por ocho carreras en el sexto episodio. No, Hamilton no quiso avanzar al corredor de primera con esa diferencia. Nadie es tan torpe.

Lo interesante del toque es lo que revela. En ese momento, uno de los mejores bateadores de Grandes Ligas pensó que la mejor forma de embasarse contra Moore era tratar de arrastrar la pelota.

"El muchacho es especial", sentenció Ron Washington, el manager de Texas, después del encuentro. "Con la manera como estaba lanzando, cualquier ofensiva se ve flácida. Tiró un gran juego y no se le puede quitar crédito".

Eso se llama respeto y el zurdo de Tampa se lo ganó en la lomita. Aunque si somos justos, empezó a ganárselo la noche del jueves, cuando Joe Maddon volvió a recordarnos con su corajuda decisión que el talento no discrimina en edades. Es tan simple como que si no escribe su nombre en la alineación, Moore no lanza.

Así que no importa. Si Maddon no quiere llevarse el crédito, es su decisión. Acá le damos su parte. Porque si las cosas salían mal, no era a sus coaches a quien los aficionados iban a fusilar.