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Texas al fin despierta de su letargo ante Rays

Adrian Beltré es felicitado por sus coequiperos tras anotar ante Rays Tim Heitman/US Presswire

ARLINGTON -- En el momento en el que James Shields sacó la tercera entrada, dominando a Ian Kinsler con un elevado al jardín central, los Vigilantes de Texas cumplieron 12 entradas consecutivas en la serie divisional sin anotar una carrera.

Durante toda la temporada regular, el equipo de Ron Washington nunca había pasado más de 13 capítulos seguidos sin pisar la goma. La anemia ofensiva nunca ha sido un virus muy popular en Texas. Todo lo contrario.

Lo que pasó una entrada después no debería sorprender a nadie. Este equipo hace racimos de cinco carreras seis veces por juego. Ok, no tanto. Pero ustedes entienden el punto. Sólo los Vigilantes, Yankees y Medias Rojas anotaron más de 800 rayitas esta temporada en las Grandes Ligas.

El detalle es que el abridor de los Rays de Tampa Bay había estado casi imbateable. Hasta que se le perdió el plato a principios del cuarto episodio. Un lanzamiento, esa curva con la que golpeó en el brazo a Elvis Andrus, desató el del rally de los Vigilantes y la importantísima victoria por 8-6 que consiguieron el sábado en el Ballpark. Ahora la serie está empate a un triunfo por bando.

Después de ese pitcheo, Shields recibió tres hits, golpeó a dos bateadores y tiró dos lanzamientos descontrolados en un espacio de siete turnos. Mike Napoli fue el que le hizo más daño con su sencillo impulsor de dos carreras.

¿Qué tan descontrolado estuvo el diestro de los Rays? Para poner las cosas en contexto, acótese que de acuerdo al Elias Sports Bureau, nunca antes en la historia de la postemporada un pitcher había dado dos pelotazos y tirado dos "wild pitch" en un sólo inning. Vaya día escogió Shields.

Por más que Tampa se acercó luego con el jonrón de tres carreras de Evan Longoria ante Koji Uehara, el único punto negativo del brillante bullpen de los Vigilantes, las cinco anotaciones de ese cuarto capítulo cambiaron el juego.

"Me pegó aquí en el brazo, en el tríceps", dijo Andrus entre risas al hablar del bolazo. "Realmente ni lo sentí en ese momento. Si te van a pegar un pitcheo, ese es uno de los mejores. Sin dudas".

"Perdió un poco el foco después que me golpeó a mí y a (Adrián) Beltré. Creo que estaba tratando de ser demasiado perfecto en ese inning", añadió Andrus. "Hasta ese momento estábamos haciéndole swing al cambio, que es el pitcheo de él, con el que hace outs. Nos dijimos que teníamos que tratar de que subiese la pelota y tirase strikes. Y eso fue lo que hicimos".

"Estaba tranquilo, estaba bien, con buenos pitcheos y buen ritmo", describió Maddon al Shields de los primeros tres innings, "y de repente golpeó a dos. Realmente es algo poco usual".

Tan inusual que durante toda la temporada, en la que tiró 249.1 entradas, Shields soltó sólo cuatro lanzamientos descontrolados. Esa es la grandeza del béisbol, que una y otra vez lo normal deja de serlo.

"Y antes de que pudiesen darse cuenta", dijo el siempre preciso Ron Washington, "estábamos jugando nuestro juego y listos para arrancar".

Derek Holland terminó de completar su noche con cinco entradas decentes, en las que permitió tres carreras. Suficiente para llevarse el triunfo.

Alexi Ogando demostró que puede ser un arma en el bullpen ("Ahora voy con el 100% de una vez", nos dijo luego en la cueva), Darren Oliver no permitió que el lío que le armaron a Uehara pasase de allí y Mike Adams volvió a recordarnos por qué lo trajeron desde San Diego para tirar el octavo inning.

Mitch Moreland, que no sacaba la pelota en Arlington desde junio, le dio un colchón a los Vigilantes con su batazo en el cierre el octavo. Dos arriba, Neftalí Féliz sacó un noveno tranquilo en el que sólo se le atravesó el boleto que le dio a B.J. Upton con un out. Respondió dominando a Longoria y Ben Zobrist con mansos elevados.

Sea cual sea el futuro de Texas en esta postemporada, van a necesitar que el cerrador dominicano siga mostrando la cara que ha dejado ver desde mediados de agosto, esa que lo hizo uno de los taponeros más dominantes del juego la temporada pasada. Entre abril y septiembre puede que un equipo sobreviva sin un buen candado. No en octubre.

"Cuando vienes con dos arriba te sientes con más confianza, porque estás más relajado que con una sola", reconoció Feliz. "Me siento bien y feliz porque es un gran triunfo para el equipo. Tenemos tremendo bullpen y ahora con Ogando se mejoró mucho más".

El reporte de esta serie, tras la división en Texas, todavía es confuso. Ni Tampa estaba embalado el viernes, ni los Vigilantes son imparables después de este triunfo. Lo único que luce más o menos despejado son los argumentos de ambos bandos.

Los Rays, todo menos una máquina de batear, necesitan más de su pitcheo abridor de lo que hoy mostró James Shields. Jeremy Hellickson y David Price (que ha fallado últimamente en juegos importantes) deberán encargarse de demostrarlo en los dos próximos juegos.

Y los Vigilantes tienen que parecerse más a ese club que despegó en la cuarta entrada. Mucha ofensiva y buen bullpen para respaldar a sus abridores, sobre todo ahora que Colby Lewis y Matt Harrison (a quien nadie confundirá con Tom Seaver y Sandy Koufax) tendrán que salir al ruedo.

Si vemos eso de lado y lado, lo más probable es que el mismo avión que los llevará a Tampa deba regresar a Arlington a mediados de semana para un quinto juego. Aquí queda pelota por jugar.