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Adrián Beltré habló con su bate contra los Rays

Adrián Beltré celebra el título divisional que Texas ganó sobre Tampa Bay J. Meric/Getty Images

Era temprano en septiembre y todavía los Vigilantes no habían terminado de despegarse de los Angelinos en la punta de la División Oeste de la Liga Americana. En una esquina del clubhouse de Texas, varios peloteros hablaban sobre lo sabroso que sería jugar otra vez en octubre.

Adrián Beltré, que no estaba participando de la conversación, se recostó hacia atrás en su silla, volteó la cabeza hacia el grupo y sin levantar mucho la voz, dijo: "No hemos llegado. Todavía falta..."

"Bueno, ¿y tú no eres el caballo? ¿No te están pagando ese dineral?", le espetó, más en broma que en serio, el campocorto Elvis Andrus. "Cárganos pues. Móntanos en tus hombros, como dicen aquí".

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El usualmente callado Beltré se levantó y se marchó sin contestarle a su compañero del infield. No tenía necesidad de gastar palabras en la cueva.

El séptimo pelotero en la historia del béisbol en conectar tres jonrones en un juego de postemporada, y el primer latino en hacerlo, no ha parado de hablar durante el último mes desde donde mejor puede hacerlo un jugador de pelota: el terreno de juego.

El pase de los Vigilantes a la Serie de Campeonato de la Liga Americana y, sobre todo, el triunfo en el cuarto juego por 4-3 sobre los Rays de Tampa Bay, tendrá tatuado el nombre de este dominicano, de 32 años, por todas partes.

Eso es lo que suele pasar cuando usted saca tres pelotas en un encuentro de octubre. Beltré la sacó ante el novato Jeremy Hellickson, en la segunda y en la cuarta entrada: el primer palazo fue entre el central y el izquierdo y el segundo sobre la cerca del jardín derecho.
El tercero, también hacia la izquierda, se lo conectó, en la séptima, al zurdo Matt Moore. Fue la única carrera que le hicieron al novato en sus dos presentaciones en la Serie de División.

Beltré no sólo fue productivo, sino eficiente. En esos primeros tres turnos sólo hizo swing tres veces, todos cuadrangulares. En un juego que terminó decidido por una carrera, cada uno termino siendo más importante que el otro.

Ahora estará en los libros de récords junto a Babe Ruth (que lo hizo dos veces, en 1926 y 1928 con los Yankees), Bob Robertson (1971, Piratas), Reggie Jackson (1977, Yankees), George Brett (1978, Reales) y - aunque usted no lo crea- Adam Kennedy, en 2002, para los Angelinos.

En su última oportunidad, con dos outs en la octava, falló con un globo que terminó en las manos del jardinero derecho Matt Joyce. El espacio en los registros para el primer pelotero que dé cuatro bambinazos en un duelo de octubre sigue abierto.

Lo que probablemente no disfrutó Beltré fue tener que soportar que sus compañeros le diesen golpes en la cabeza - cosa que odia -, cada vez que llegó al dogout tras trotar las bases. Aunque pensándolo bien, quizás esta vez no le importó mucho. Nunca antes había estado tan cerca de la Serie Mundial.

Durante los primeros 12 años de su carrera, jugó para los Dodgers y los Marineros. En una sólo oportunidad, con Los Angeles en 2004, tuvo la dicha de llegar a la postemporada. Y cayeron en primera ronda ante los Cardenales.

Si por alguna razón le sorprende que este veterano de 14 temporadas tenga ya 2.033 hits en las Grandes Ligas, no se sienta mal. Más allá de sus sensacionales campañas en 2004, cuando pegó 44 jonrones, y la de 2011, con los Medias Rojas de Boston, el nombre de Adrián Beltré ha pasado algo desapercibido.

Por eso, cuando se declaró agente libre el año pasado tras batear .321 y sacar 28 jonrones en Boston, le pidió a su agente Scott Boras que se enfocase en llevarlo a un equipo ganador. Así llegó a Texas, que le extendió un contrato por seis años y 96 millones de dólares.

El pacto levantó algo de polvareda en un primer momento, porque su presencia significaba la salida de Michael Young de la tercera base. Por segunda vez en tres años, uno de los peloteros más respetados de la cueva tenía que moverse de posición. Profesionales ambos, la situación no pasó de un par de declaraciones de Young en las que pidió que lo cambiasen.

Las críticas no se limitaron a la cueva. Lance Berkman, a quien los Vigilantes consideraron antes de decidirse por Beltré, no se guardó nada cuando a finales de enero le pidieron su opinión en el show de John & Lance en la 1560 AM de Houston.

"Estaban deseosos de gastar dinero", dijo Berkman. "Probablemente he podido obtener un mejor contrato de ellos, especialmente viendo lo que le dieron a Beltré. Pienso que es un poco exagerado para él".

Esa vez, el fiero toletero derecho tampoco contestó con declaraciones. Lo hizo bateando .296, 32 jonrones y 33 dobles en 124 encuentros, más 82 anotadas y 105 empujadas. Sin mencionar su defensa de Guante de Oro en la antesala, una bendición para un equipo con tres abridores zurdos.

A Beltré sólo lo detuvo una lesión muscular en la pierna izquierda que le quitó parte del verano. Pero no le afectó el ritmo ofensivo. En septiembre, tras volver a la alineación, ligó para promedio de .374 y sacó 12 cuadrangulares. Determinante para que los Vigilantes lograsen mantener a raya a los Angelinos.

Y como demostró aquella tarde de septiembre en la que recordó que no habían logrado nada todavía, se ha convertido en una de las figuras más respetadas de la cueva. Vimos esa faceta cuando se acercó hacia donde estaban sentados el abridor Matt Harrison y el receptor Mike Napoli, tras terminar la segunda entrada.

Los Rays acababan de anotar su primera rayita del duelo - que en ese momento estaba 2-1-, en una jugada que terminó con una violenta colisión en la goma entre Sean Rodríguez y Napoli, que no pudo retener la pelota. Por varios segundos, el careta pareció perturbado por el choque.

Beltré extendió sus brazos, puso uno sobre el hombro de Harrison y el otro sobre Napoli, como diciéndoles que estaba ahí para ellos. No sabemos qué les dijo. Y no tiene importancia. Adrián Beltré no necesita hablar para hacerse sentir.