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¿Son rentables los Juegos Olímpicos?

Getty Images

LONDRES -- Hace unos días, el primer ministro británico, David Cameron, aseguró que los Juegos Olímpicos de Londres significarán una ganancia de 13 mil millones de libras para el país durante los próximos cuatro años. Pero, ¿eso será realmente así? Y si lo es, ¿en los bolsillos de quién terminará ese dinero?

Según los registros oficiales, el gasto total para infraestructura, seguridad, organización y reacondicionamiento del este de la ciudad -donde está el parque olímpico- fue de unas 11 mil millones de libras. Son los Juegos más caros de los últimos 50 años (excluyendo Beijing, cuyos números no trascendieron por el hermetismo del gobierno chino), y la diferencia entre ganancia propuesta y gasto de los contribuyentes tampoco resulta apabullante. Aún así, hay serias dudas acerca de este pronóstico.

La revista International Business Times publicó una encuesta en la que 23 de 27 economistas aseguran que en el país no habrá ningún aporte económico decisivo ni a largo plazo por albergar la cita olímpica. Sólo 19 creen que habrá un impacto positivo en el corto plazo, que ocurrirá -según proyectan- principalmente alrededor de Londres, la menos afectada de las ciudades británicas por la recesión que está viviendo el país.

La afirmación de Cameron también supone que las obras realizadas cambiarán el perfil urbano de una zona que estaba bastante abandonada, que levantarán de alguna manera el perfil del barrio, generando un nuevo polo residencial y comercial. Y que el turismo generado por el evento será un ingreso diferencial.

Para contradecir este augurio, el Banco de Inglaterra sostuvo en su reporte trimestral que "el nivel de turismo podría llegar a ser un poco más alto por los Juegos, pero también disuadirá a habituales turistas de trasladarse a la capital, como hubiera ocurrido normalmente". Incluso el reporte indica que, contra la idea popular, "la concentración de gente en la zona urbana podría reducir -en lugar de elevar- el consumo que se haga en los negocios durante ese período". Por último, califica el efecto de los Juegos como "incierto" y preve un 0,2 por ciento de crecimiento basándose en lo que sucedió en ediciones anteriores. No resulta demasiado alentador.

Una queja habitual es que muchísima gente involucrada en el evento participará de manera desinteresada y sin ningún tipo de retribución monetaria. Será el caso de los más de 70 mil voluntarios y de muchos grupos musicales contratados por la organización que recibieron contratos ridículos que -además de aclarar que no se les pagaría un centavo- entre otras cosas les prohibía publicitar su actuación (gratuita, vale recordar) para no "lucrar" con la imagen de los Juegos.

Los verdaderos ganadores económicos de la movida olímpica fueron los empresarios que consiguieron un contrato oficial con la organizacón. Algunas grandes empresas funcionan como sponsors (proveedores de tecnología, por ejemplo), algunas fueron contratadas directamente (como la empresa de seguridad GS4, cuyo escándalo y gasto excesivo resultó en un pedido de disculpas y un cálculo de 50 millones de libras en pérdidas) y otras más pequeñas llevaron a cabo tareas específicas. En los tres casos hubo importantes réditos para las firmas involucradas. Incluso, cuando se trató de emprendimientos locales en pueblos o ciudades más pequeñas, se logró un impacto directo sobre el empleo y el bienestar de un lugar particular. Pero eso es todo.

Tanto los restaurantes como los negocios de otros rubros esperaban una explosión de consumo a nivel nacional que no está ni cerca de producirse. Cristen Cooper, periodista de Discovery News, anunció este panorama algún tiempo atrás: "Es imposible ganar dinero con esto. Es como organizar la fiesta más cara del mundo durante un mes". El economista Victor Matheson tiene una visión similar, pero más optimista: "en una boda, el padre de la novia pierde dinero. Pero eso no quiere decir que no haya disfrutado la celebración".

Según explica el propio Matheson, al igual que el turismo las ventas al por menor sufren un efecto de sustitución durante el período olímpico: la gente gasta su ingreso en cuestiones relacionadas a los Juegos y deja de gastar en productos y servicios que habitualmente consume.

El contraejemplo perfecto de lo que busca Londres para después del evento es lo que sucedió en Vancouver después de los Juegos de Invierno, en 2010. Meses después de la ceremonia de clausura, el gobierno de la ciudad todavía estaba intentando vender los departamentos que se construyeron como infraestructura para recibir a los atletas. Muchas veces también hay que lidiar con estadios que no se utilizan nunca más.

Y aunque hay cierta esperanza con respecto al nuevo vecindario que representará la Villa Olímpica, aparece una pregunta recurrente de los vecinos londinenses que financiaron esta celebración con sus impuestos: ¿si finalmente por algún milagro se recupera el dinero, alguien me devolverá parte de lo que puse?