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Cholulaje

Una fotito de Sharapova, ¿por qué no? ESPNdeportes.com

LONDRES -- Es difícil explicar la admiración rotunda que despiertan ciertas figuras alrededor del mundo tratando de usar la palabra como única herramienta. Es por eso que, esta vez, elegí apenas dos imágenes para graficar una misma realidad. Déjenme explicarlas, brevemente.

La primera es la foto de una foto. Un militar, contratado para mantener la seguridad de la sede de tenis de los Juegos Olímpicos -Wimbledon- se fascinó con el carisma y la belleza de una reina del deporte: Maria Sharapova. No era el único en aquel momento. Un grupo de jóvenes de uniforme camuflado se había amontonado para presenciar el entrenamiento de la rubia rusa. Uno de ellos se animó a hacer lo que todos los otros querían: buscó su cámara y dejó registro del momento que estaba viviendo. Sharapova allí, a dos pasos.

En ese pequeño instante, el soldado olvidó todo protocolo. No le importó que hubiera periodistas allí. Por un segundo, ni siquiera debe haber pensado en su deber y su responsabilidad: cuidar que no sucediera nada en el lugar. Es que estaba dedicado a una única actividad: admirar. Sonrió, se fijó que la foto hubiera salido bien, y siguió su camino. Antes preguntó -quizá un poco avergonzado- si le había sacado yo una foto a él. Pidió verla. Le gustó. Aceptó su publicación.

La segunda imagen es menos explícita pero mantiene el mismo espíritu. Esa pequeña junta que ven sucedió justo después de que Roger Federer abandonara la cancha de entrenamiento. Casi sin proponérselo, el pequeño grupo de la imagen armó una escolta alrededor del suizo. Pero no era una escolta militar. Bueno, lo era en el sentido literal de la palabra, pero la mayoría de ellos tenía en mano algún papel y una lapicera lista para pedir un autógrafo.

Lo fueron acompañando hasta la puerta del club. Cuando Roger entró, dejó apenas esto: un tendal de jóvenes contentos, bajo el logo de los Juegos en un club que no parece el de siempre, porque tiene colores desconocidos, porque es custodiada por las fuerzas militares y porque, allí, ya ni Federer puede caminar tranquilo.