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Sin bandera

LONDRES -- Está muy bien: finalmente comenzaron los Juegos y toda la atención, en la primera noche, se la llevaron los fuegos artificiales y los desfiles con las banderas de cada país. Ahora bien, entre tanto estandarte nacional apareció uno que no representa fronteras específicas. Se trató de la bandera del Comité Olímpico Internacional, bajo la que desfilaron cuatro atletas que no representarán a ningún país durante Londres 2012.

El nombre que se da al grupo es Atletas Olímpicos Independientes, y se trata de competidores cuya nación de pertenencia no fue aún aceptada como parte del COI. Tres de ellos pertenecen a las Antillas Holandesas, como se conoce al conjunto compuesto por Curacao y Bonaire, en el mar Caribe: el judoka Reginald de Windt, el velocista Lee-Marvin Bonevacia y la regatista Philippine van Aanholt.

Lo que sucedió con ese archipiélago es particular: era un territorio independiente con Comité Olímpico propio hasta 2010, pero ahora se trata de una parte de Holanda -un municipio especial- que no tiene representación en el máximo organismo olímpico.

Algo similiar sucedió en Barcelona 1992 con los representantes de Yugoslavia y Macedonia, y también en Sidney 2000 con Timor Oriental.

Mucho más llamativa es la historia de Guor Marial, un maratonista que escapó de un campo de trabajo infantil en Sudán, refugiado en los Estados Unidos y sin pasaporte de ningún país. El hombre de 28 años se considera oriundo de Sudán del Sur, un país recientemente independizado que no tiene un cuerpo olímpico.

Increíblemente, el atleta logró su marca clasificatoria para Londres en la primera maratón de su vida, el año pasado. Se negó a representar a Sudán porque perdió 28 miembros de su familia en los conflictos civiles que terminaron en la división del país. Y aunque vive en Estados Unidos desde que tiene 8 años -y escapó del país tras ser secuestrado y obligado a hacer trabajos forzosos- no cuenta con nacionalidad estadounidense.

"Odiaba correr. Corría hasta mi casa para salvar mi vida", declaró el atleta hace poco. Es comprensible: cuando logró escapar de sus captores, el entonces niño tuvo que estar escondido durante toda la noche en una cueva, junto a otro muchacho, para encontrar una ruta de escape al salir el sol. Primero fue a Egipto, luego llegó a Estados Unidos.

Allí corrió para su colegio y consiguió una beca de atletismo para continuar haciéndolo en la universidad de Iowa State. Y finalmente encontró su marca clasificatoria para los Juegos. Es cierto que precisó una pequeña intervención del senado americano, que envió una carta al COI para contemplar su situación particular. Pero también es cierto que alcanzó esa meta que parecía tan increíble.

Marial también contó que le pediría a su padre -aún en Sudán del Sur- que se desplazara hacia la ciudad más cercana para verlo competir a través de la TV. Quizá ya lo haya hecho para verlo desfilar, igual de orgulloso, bajo una bandera genérica.