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Sin gente

La terminal internacional de trenes de St. Pancras con espíritu olímpico ESPNdeportes.com

LONDRES -- Aunque resulte difícil de creer, los lugares normalmente más visitados por el turismo están completamente vacíos en esta capital inglesa. No hay nadie en Piccadily Circus, nadie en Oxford Street, ni en el Big Ben ni en Westminster. Hay poca gente en los teatros del West End, que anunciaron una caída de un tercio en la concurrencia a sus famosos musicales. Hay poca gente en el metro, pese a los reiterados avisos de cuidado que profirió durante el último mes el gobierno de la ciudad.

El centro de Londres parece una ciudad fantasma. Si uno decide recorrer sus calles en pleno día se encontrará con un panorama digno de domingo en un pueblo pequeño de Italia: parece que todos se fueron a dormir la siesta. Donde se fueron, en realidad, es a los Juegos Olímpicos, que están sucediendo en Stratford --a 10 kilómetros de todos estos lugares-- y en alguna de las otras sedes olímpicas repartidas por la vera del Támesis. Por la noche, muchas veces están demasiado cansados para volver y pasear.

Los números entregados en las últimas horas son absolutamente apabullantes. Normalmente, el verano trae unos 300 mil visitantes de temporada. Este año hubo apenas 100 mil. Los negocios de las calles principales aseguran que sus ventas cayeron un 60 por ciento con respecto a las del año pasado. Los peatones de las zonas comerciales bajaron en un 11 por ciento. Los hoteles de lujo ofrecen descuentos de hasta un 80 por ciento en su tarifa, algo inédito en una zona tradicionalmente conocida por su altísimo valor de alojamiento.

Los bares y restaurantes también activaron sus alarmas por la falta de clientes. En los establecimientos más caros hay descuentos con menúes fijos que superan el 50 por ciento del valor total.

No es sólo una cuestión de turismo. Los habituales asistentes también faltan, ya sea porque prefieren quedarse mirando la televisión, porque consiguieron tickets o porque dejaron la ciudad espantados por lo que se anunciaba. Esta última fue una opción bastante común.

Quién hubiera imaginado que, para encontrar tranquilidad, lo único que tenían que hacer los londinenses era quedarse en Londres.