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Un día barato en la Londres olímpica

Uno de los espacios económicos para seguir los Juegos Getty Images

LONDRES -- Son días de actividad frenética y de popularidad masiva en estos Juegos que se van acercando a su desenlace. Mientras los fanáticos de siempre llenan las gradas del estadio, los londinenses entusiasmados con el éxito de su país buscan entradas para visitar alguna sede que les permita contemplar el evento en vivo. Entonces los precios se disparan, las multitudes crecen y ya no resulta tan fácil moverse por este mundo de deporte.

La demanda hizo que los precios de los tickets treparan a cifras tan increíbles como 2.000 libras (la ceremonia de clausura, por ejemplo, tiene algunos boletos a la venta por alrededor de 1.500) y los valores de la comida y la bebida dentro de las sedes también resulta dos o tres veces mayor a la de cualquier puesto o mercado de la ciudad. Por supuesto, no se puede ingresar con bebidas a ningún evento olímpico, con lo cual el monopolio del agua, la gaseosa y la cerveza está asegurado.

Los comerciantes del Este de Londres, donde se concentra la mayor parte de la actividad, también aprovecharon el inusual movimiento y acomodan un poco su listado de precios. ¿Cuál es la solución, entonces, para no gastar en los Juegos Olímpicos?

La respuesta más fácil es la siguiente: evitar los deportes. Los museos más famosos de la ciudad -la National Gallery, la Tate Gallery, la Tate Modern y el British Museum- están prácticamente vacíos, porque han perdido buena parte de su afluencia turística a manos de los atletas. Además, son gratis, y es fácil pasarse varias horas en cada uno de ellos admirando maravillas del arte. Lo mismo puede decirse de los monumentos: nunca fue tan fácil recorrer la cuenca del Támesis desde el London Eye hasta el Parlamento, donde está el Big Ben. Ni caminar por la puerta de la catedral de Westminster. O visitar los mercados en Portobello Road, Camden Town o Brick Lane. O pasear por los parques (evitando Hyde Park, donde se practica la natación de aguas abiertas y donde caminar es un incordio). O hacer esos circuitos clásicos de caminata: desde St. Paul's por el Millennium Bridge -uno de los más bonitos y panorámicos de la ciudad- hasta el South Bank donde se encuentra el teatro Globe, donde Shakespeare montaba sus obras.

Ahora, si lo que se quiere es pasar un día embebido en el espíritu olímpico sin desembolsar demasiado, hay un par de posibilidades. La primera es comprar una entrada para ingresar en el parque olímpico. Es un ticket que vale 10 libras y que permite pasearse por los alrededores de los estadios, visitar la escultura Orbit, sentarse en la colina que –al mejor estilo Wimbledon- cuenta con una pantalla gigante y disfrutar algunas de las atracciones laterales que componen esa micro ciudad construida en Stratford.

Muchos londinenses están inclinándose hacia esa posibilidad porque quieren ver las construcciones olímpicas antes de que desaparezcan: la mayor parte de las sedes son apenas estadios tubulares temporales que no permanecerán tras los Juegos. Se llevan su canasta de picnic y se instalan en el pasto. También llevan grandes botellas vacías que llenan con el agua de los distintos bebederos que hay alrededor del parque.

La otra solución es acercarse a alguna de las pocas competencias gratuitas que ofrece la ciudad: el ciclismo de ruta y el triatlón juntaron una cantidad impresionante de curiosos con caras pintadas y banderas al hombro. Lo mismo sucedió con la maratón femenina y algo igual se espera para la maratón masculina, que será una de las últimas competencias y caerá –igual que sucedió con las mujeres- en un fin de semana.