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Hingis, el Salón de la Fama y el adiós al tenis romántico

La suiza ingresa al Hall of Fame, junto a otros nombres que hicieron historia. AP

NEWPORT -- Martina Hingis camina por el primer piso del Newport Casino, mirando cada detalle de la exposición. Ante sus ojos está la historia de su deporte, traducida en objetos que alimentan el hermoso Museo del Salón de la Fama del Tenis. Fotos, indumentaria, raquetas, pelotas y hasta una revista Newsweek con un mensaje de Nelson Mandela para Arthur Ashe forman parte la colección. Acompañada por su madre Melanie, Hingis recorre el área a paso lento.

La suiza ingresará como nueva miembro del Hall of Fame, junto a otros nombres que hicieron historia como el multifacético jugador-coach-manager-organizador Ion Tiriac; el ahora analista de tenis Cliff Drysdale; el creador del fantástico torneo de Indian Wells, el puertorriqueño Charlie Pasarell; y la ex tenista australiana Thelma Coyne Long, quien no pudo viajar y en su lugar escogió nada menos que a Rod Laver, dos veces ganador del Grand Slam, para que la representara. Pero de todos ellos, la que capta la mayor atención es Martina.

"Debo agradecerle a mi mamá, que me dio la vida, me dio amor y me dio el tenis. Ella me sacó de la prisión en la que vivíamos", dice Hingis durante la ceremonia de exaltación al Hall of Fame, en referencia a su temprana niñez en la antigua Checoslovaquia comunista. "Tú eres la más joven en todo. También en ingresar al Salón", bromea Christopher Clouser, el Chairman de esta institución con sede en el noreste de los Estados Unidos, que durante esta semana también recibe al circuito ATP con un torneo de categoría 250.

Aún joven, a sus 32 años Hingis es símbolo de los campeones precoces de los '80 y '90. Casi sin darse cuenta, ella misma lo reconoce en sus palabras: "Yo comencé a competir entre los profesionales cuando tenía 15. En ese tiempo, no había reglas que limitaban la edad para jugar los torneos, como ahora. Recuerdo que hablando con Lindsay Davenport, ella me contaba que cuando tenía 22 se sentía presionada porque aún no había ganado un título de Grand Slam, y hacía mucho tiempo que estaba jugando. Hoy Azarenka gana a los 22 y todo el mundo dice: qué joven es, cuánto camino por delante tiene".

Martina también es representante de aquellos campeones que saben lo que valen, y que acompañan su tenis inteligente, variado, estratégicamente envidiable con una chispa entre egocéntrica y provocadora. Un intercambio dialéctico con Stan Smith en la conferencia de prensa de hoy en Newport, antes de la ceremonia de inclusión al Salón de la Fama, la pinta perfecto.

"Recuerdo la primera vez que vi a Martina. Tenía 14 años y perdió la final junior del US Open. Pero yo noté que ella tenía un gran tenis y un temperamento que le permitió ir ganando los partidos a pesar de dar una gran ventaja de edad", contó Smith, otra leyenda del tenis y hoy vocero del Salón de la Fama. Su intención era compartir un recuerdo simpático sobre la ex número uno del mundo. Hingis lo escuchó atentamente. Ojos abiertos, sonrisa amplia, mano izquierda acomodando su cabello detrás de su oreja. Por dentro, la suiza pensaba y recordaba. Y apenas Stan terminó su respuesta, la ganadora de 15 títulos de Grand Slam en singles y dobles volvió a tomar el micrófono. Miró al frente y le puso tabasco al asunto.

"Me acuerdo que esa era mi primera vez en Norteamérica, y en el torneo previo al US Open había perdido en primera ronda. Yo le decía a mi mamá: no me siento bien, y nunca me acostumbraré a jugar en canchas duras. Toda mi vida había jugado en clay. Pero entonces mi madre me dijo: no te preocupes, porque para el Abierto de Estados Unidos estaremos bien. Entonces entrenamos cuatro horas al día. Y camino a aquella final vencí a Anna Kournikova, que en ese momento era la que todo el mundo esperaba que le fuera muy bien. Las tribunas estaban llenas. Y fue una gran victoria. Yo creo que la "bagueleé" (Hingis derrotó a la rusa 6-0 y 6-0 en esa 2da ronda). Y en la final perdí contra Meilen Tu, quien hoy es la manager de Azarenka".

El recuerdito para Kournikova no fue el único momento original de Martina. También durante la conferencia de prensa, le lanzó una indirecta a Tiriac y otro "bocadillo" a Drysdale: "Ion, nunca trabajamos juntos pero cada cosa que tocas la conviertes en oro. Me encantaría poder trabajar contigo, quizás en Madrid. Cliff, hemos hecho grandes entrevistas juntos. No sé qué habrás dicho detrás de cámara, pero espero que hayan sido (comentarios) buenos".

Finalmente, durante la ceremonia en la que recibió su saco como nueva integrante del Salón de la Fama, Hingis reflejó lo que es el tenis de estos días, alejado del romanticismo de los tiempos amateurs y de inicios de la Era Abierta. Quien presentó a Martina frente a las tribunas llenas de estadio Bill Talbert fue Phil De Picciotto, el fundador de la agencia de representación Octagon. Entre los invitados especiales de la suiza --sentado al lado de Melanie-- estaba un ejecutivo de Yonex, la empresa de raquetas e indumentaria que firmó a Hingis en 1994, cuando apenas tenía 14 años. Y en el cierre de su discurso de aceptación, la ganadora del Abierto de Australia, Wimbledon y el US Open '97 le agradeció especialmente al CEO de Tonic, la firma de ropa que la patrocina actualmente. "Este vestido hermoso que tengo lo diseñaron ellos. Así que ya lo saben: pueden encontrar las prendas de Tonic en Tenniswarehouse.com", dijo Martina, como conclusión en su ingreso al ¿sagrado? Hall of Fame.

Como ya ocurrió con Mónica Seles (exaltada al Salón en 2009), Andre Agassi (2011) y Jennifer Capriati (2012), y ahora pasa con Hingis, un nuevo perfil de leyendas de la raqueta comienza a quedar inmortalizado para siempre en Newport. A ellos los definen sus padres obsesivos, sus salidas precoces hacia tierras prometidas, el concepto de que la imagen lo es todo, sus deslices, sus declaraciones polémicas, sus historias dramáticas y tu tenis moderno y excelso.

Ellos también son hijos de la época económicamente más floreciente del deporte. Y hoy también fueron receptores de las palabras de Tiriac. El rumano, dueño de una capacidad de expresión notable, describió con claridad durante la ceremonia de hoy cómo el tenis hace tiempo entró en una etapa donde el dinero todo lo domina. Elegante en su saco "azul clay de Madrid", el ex coach de Guillermo Vilas y Boris Becker dijo: "Cuando yo jugaba, apenas había dinero para comer. Me enorgullece saber que quienes me eligieron para ingresar al Salón de la Fama son mis colegas, con los cuales compartí un pedazo de pan y a veces un poco de manteca. Hoy estamos en otra época. Pero yo no soy celoso: déjenlos ganar los millones de dólares. Pero nunca podrán vivir los momentos que vivimos nosotros".