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Una rueda de récord

BUENOS AIRES -- Con la fecha 19 se acabó la primera rueda del Calcio: Juventus se coronó campeón de Invierno con escalofriantes 52 puntos, Roma quedó escolta con 44 y tercero se mantuvo Nápoli con 42.

Comenzamos este análisis con la tabla de posiciones, justamente porque nos ofrece un interesante enfoque: en efecto, las unidades sumadas por Nápoli le hubieran permitido al equipo celeste estar puntero en 6 de los últimos 10 campeonatos, mientras que Roma hubiese sido campeón de Invierno en 8 de ellos.

Ambos tienen entonces la mala suerte de haberse topado con una Juventus prácticamente imparable, que luego del bicampeonato encaró de manera muy seria la difícil tarea de reforzarse y lo logró con unas adquisiciones miradas, ponderadas y realmente felices, lo cual no hace más que agrandar la figura de Marotta, el director deportivo, máximo artífice de esos logros.

El único problema que podría preocupar a Juventus, y que mucho tiene que ver con la personalidad de su entrenador, es que está "condenada" a jugar todos los partidos con la máxima intensidad. Cómo había ocurrido ante Atalanta, también en Cagliari la Vecchia Signora arrancó sin la actitud acostumbrada y se encontró abajo en el marcador; luego de empatar, otra vez pudo sufrir gol y en realidad, hasta el golazo de Marchisio, no parecía poder tomar las riendas del partido.

Pero eso es justamente lo que tiene la Madama: ¿cuántos equipos, en Italia y en toda Europa, podrían darse el lujo de sentarlo a un jugador del nivel de Marchisio? Cuando el cuarto hombre levantó la pizarra luminosa, indicando la salida de Pirlo y el ingreso del Principito, no sólo los locales sino todo los rivales del Calcio recibieron un claro (y desalentador) mensaje.

Por encima, la figura fue Lichsteiner, quien a su vez "lo sienta" nada menos que a Mauricio Isla, titular inamovible en la selección de su país. Repetimos: si Juventus no se distrae, como le ocurrió en esos fatales 15 minutos en el Franchi de Florencia, el récord de Inter 2007 de 97 puntos finales está en serio, serísimo riesgo.

Antes de archivar la parte superior de la tabla, hay que decir que Rudy García tomó nota de sus errores y de repente Roma, con la llegada de Nainggolan y la vuelta de Florenzi a la titularidad, se pareció mucho más a esa Roma arrolladora de comienzo del torneo, la del récord de 10 victorias iniciales consecutivas. Veremos si eso alcanza para mantenerse a distancia de Juventus y, eventualmente, aprovechar sus posibles (si bien poco probables) pasos en falso.

Fiorentina, como era de esperarse, sin Rossi y con la lesión de Gomes aún envuelta en el misterio, fue superior a Torino pero no pudo ganar, simplemente porque no logró anotar. Ahora los dirigentes trajeron (a préstamo) a Matri: veremos si es el que ayudó a Juventus a conseguir el bicampeonato o se trata de la versión "extra light" vista en rossonero.

Con respecto a Inter, la impresión que uno tiene es que Walter Mazzarri esté perdendo el hilo del discurso, con la complicidad de una situación societaria realmente muy complicada de descifrar, con el nuevo presidente indonesio que declara "Nos vamos a reforzar, pero antes es necesario vender".

¿Para eso Moratti entregó el club? ¿O quizás Tohir no está muy conforme con el entrenador heredado y prefiere esperar hasta el final del torneo para tomar sus decisiones? Todavía hay dos semanas de mercado, veremos lo que pasa pero, con la eliminación de Copa Italia de entresemana, los objetivos al alcance son cada vez menos.

En el partido Sassuolo Milan se verificaron dos hechos trascendentales. En primer lugar, los cuatro goles de Domenico Berardi, quien con 19 años, 5 meses y 11 días, se transformó en el segundo delantero más joven, luego de Silvio Piola y antes de Giuseppe Meazza (mire usted que nombres...) en anotar 4 tantos en un mismo partido. Además, fue el primero en la historia que pudo hacerle esa cantidad a Milan.

El chico, cuyo pase pertenece a Sassuolo y a Juventus, al 50% cada uno, ya está obviamente en la órbita de la selección de categoría, pero no es descabellado pensar que, si sigue creciendo hasta junio, Cesare Prandelli decida llevarlo a Brasil, repitiendo lo que pasó en 1978 con Paolo Rossi, quien "forzó" su convocatoria con los goles anotados con la camiseta de Vicenza.

La derrota tuvo un efecto inevitable, es decir forzó el despido de Massimiliano Allegri. Inevitable porque, quizás por primera vez, se tuvo la sensación clara de que el equipo ya no estaba de su parte, especialmente los "senadores" sobrevivientes como Bonera y Abbiati, por otra parte principales responsables de la derrota.

Uno no llega a pensar que el horrible partido de ambos ante Sassuolo haya sido voluntario, pero los rumores del lunes reportaban un festejo desmedido de algunos jugadores en Milanello, luego del comunicado oficial del club que anunciaba el despido de Allegri.

Quien, curiosamente, queda como segundo en la era Berlusconi, detrás de Carlo Ancelotti y delante de monstruos sacros como Fabio Capello y Arrigo Sacchi, tanto en media puntos (1,92, Carletto tuvo 1,97) como en porcentaje de triunfos (55,6% contra el 57,6% del actual DT del Real Madrid).

Hay que subrayar que Allegri sería por lejos el primero de esa tabla sin esta tremenda primera rueda: quizás hubiese sido más inteligente de su parte irse en junio pasado, aceptando la oferta de Roma, pero la historia tiene un defecto tremendo: no se puede volver a escribir.

Veremos que historia escribirá ahora Clarence Seedorf, una elección arriesgada que responde directamente a los deseos del patrón Silvio Berlusconi. Las intuiciones del Cavaliere, como Sacchi y Capello, prácticamente inventados por él, en otras épocas hicieron las fortunas de Milan, pero detrás también había una propiedad fuerte, con mucho dinero para gastar.

En cambio, Seedorf hereda un equipo que, por lo pronto, si bien tiene los octavos de Champions y la Copa Italia como posibles objetivos, deberá comenzar a mirar para atrás, porque la lucha para salvarse del descenso está muy caliente y seis puntos de margen, máxime en un "annus horribilis" como este, no pueden ser ninguna garantía para un equipo que, ante Sassuolo, demostró no tener el espíritu de lucha que se requiere para ese tipo de batalla.