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Una victoria de peso para River

BUENOS AIRES -- El fútbol es una de los deportes que deja abierta la puerta para una inmensa cantidad de opiniones. Eso de que todos somos técnicos es un dicho popular que tiene un importante grado de veracidad.

Y dentro del amplio abanico de pensamientos, ante el gran rendimiento que venía teniendo River no faltaron los que observaban la mitad vacía del vaso. Para los refutadores compulsivos, el equipo de Marcelo Gallardo no había jugado con nadie de peso, no se sabía que iba a suceder cuando estuviese en desventaja, si iba a poder superar algún bajón en lo anímico, etc, etc.

Pues bien, el compromiso ante el flamante campeón de América, San Lorenzo, representaba una prueba que podría llegar a derrumbar o apuntalar este tipo de ideas. Se trataba de un partido ante el equipo del momento y en una cancha que de por sí es muy complicada. Y casi como la trama estuviese preparada para no dejar ningún tópico sin responder, se dio un choque con todos los condimentos. Los cuales River resolvió con notable jerarquía y convicción. Empezó perdiendo, con los primeros minutos de juego sin poder imponer su estilo, pero, pese a esas vicisitudes, dio otra muestra de que sabe lo que quiere y cómo ponerlo en práctica, por eso torció la historia.

Realmente está en esa convicción una de las claves de su gran momento. No importa la jerarquía del rival que tiene adelante, siempre busca y busca. Por diferentes caminos, con distintos intérpretes, lo que tiene claro es lo que quiere. Y ante un sistema que le está reportando tan buenos dividendos, el nivel colectivo se ha elevado en el conjunto. Como hemos expresado en anteriores análisis, es difícil encontrar figuras rutilantes. Casi todos están en un muy buen nivel. En el Nuevo Gasómetro sobresalió Leonardo Pisculichi, autor de un gol, pero, por sobre todas las cosas, gestor intelectual de cada ataque de River. Rodrigo Mora, por ejemplo, no anotó, pero tuvo un notable funcionamiento en ataque y colaboró con la recuperación de pelota. Este último punto, el de la presión bien alta, es clave para que puedan desarrollar el estilo que se ve en sus presentaciones.

Por supuesto que una propuesta tan generosa demando una gran concentración para evitar caer en errores que puedan pagarse con goles. También esto se vio el domingo. Porque tras un error defensivo fue que llegó el tanto de Mauro Matos. Sin embargo, esto no lo hizo claudicar en la idea. River siguió en lo suyo y dio vuelta el marcador y el trámite. Aún en ventaja, algo que también se vio en anteriores compromisos, no se quedó en la especulación, así fue como terminó ganando por una diferencia más amplia.

¿Podrá sostener semejante ritmo a lo largo del torneo? ¿Es posible jugar siempre así? A la hora de los recambios, ¿estarán los suplentes a la altura de los titulares? Interrogantes que sólo develará el tiempo, pero que no debería condicionar el estilo. Resignar fútbol (bajar la intensidad) pensando en lo que viene no sería aconsejable, porque no es un reaseguro que pueda servir para algo. Muchas veces el especular hace que el rival tome una magnitud que no tiene y se termine cediendo puntos producto de la mezquindad. Después de mucho tiempo, en el fútbol argentino hay un equipo que da gusto ver y que hasta es reconocido por los rivales. El domingo superó una nueva prueba, quizás la más difícil hasta ahora. Y lo hizo sin dejar a un lado sus convicciones. Bienvenido sea...