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Chivas, celebrando la mediocridad

LOS ÁNGELES -- Si usted no hubiera visto el Clásico 220 y solo hubiera escuchado las reacciones después del juego, incluidas las de los jugadores, directivos y analistas, tal vez se hubiera confundido y hubiera pensado que el Guadalajara derrotó al América.

"El mejor partido de Chivas en el torneo" dijo uno.

"Indudablemente no merecía perder" dijo otro.

"Hoy perdiendo ganamos" agregó uno más.

Y posiblemente tienen razón. Pero si tienen razón, entonces Chivas, ahora sí, está cerca de tocar fondo.

Hay una vergonzosa celebración al "echarle ganas".

El esfuerzo extremo es una obligación de cualquier futbolista profesional, no una opción. Mucho menos un motivo de premio o halago.

Que el Guadalajara haya sido más agresivo que el América no garantizaba ser suficiente para ganar el juego, como se confirmó al final.

Y lo peor de todo es que aún con pasajes de mejor rendimiento futbolístico "los mejores de todo el campeonato" Chivas perdió el juego.

Los arbitrajes son anécdotas del fútbol desde que se inventó. Y si realmente hubiera existido una consigna para afectar al Rebaño, Fernando Guerrero -de paupérrima labor- no hubiera expulsado al irresponsable de Paolo Goltz, ni hubiera salido con la gracia de agregar 7 minutos al tiempo cumplido.

Acabó agregando 8:05, por cierto.

El América no ganó el Clásico por favor del Árbitro.

El América no ganó el Clásico por haber sido un equipo poderoso, superior, generoso.

El América ni siquiera ganó el Clásico por haberle "echado más ganas".

El América ganó el clásico porque enfrente tuvo a un equipo muy mediocre.