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A River le falta regularidad y suerte

BUENOS AIRES -- Ni siquiera en la época donde los resultados le sonreían a River, desde esta columna tuvimos una visión distorsionada de la realidad.

Por el contrario, quizás yendo en contra de lo que muchos querían leer, alertamos acerca de algunas fallas consuetudinarias en el rendimiento del equipo. Errores que se repetían a pesar de las victorias y que se sucedían en cada presentación. En rigor de verdad, y para ser justos, este análisis iba de la mano con el que hacía el propio Marcelo Gallardo, una parte en público y otra en la intimidad. Es obvio, no sería conveniente, mismo por la estabilidad del grupo, inmolarse ante todo el mundo.

Lo cierto es que más allá de la euforia que puede atrapar a un hincha, lo que se observaba era que la suma de puntos no venía acompañada de actuaciones sólidas. Sí de pinceladas de aquel gran equipo que deslumbró con su buen fútbol, pero con baches tan profundos que le permitían (y permiten) sacar pecho a oponentes visiblemente inferiores.

En su visita a Paraná, River volvió a sufrir su falta de regularidad. La cual, para colmo, le llega de la mano de algo que es un complemento fundamental en el fútbol: la liga. El once de Gallardo ni siquiera esta tocado por la varita de la suerte. Cuando no juega bien por lo general lo paga con goles en su propio arco, y en los pasajes que recupera la memoria padece de lagunas al momento de definir.

Conclusión: hoy se encuentra 11° en su zona y lleva seis cotejos sin ganar (siete si contabilizamos el amistoso ante Peñarol). Una ubicación atípica, impensada y que modifica el humor de un grupo que siempre se caracterizó por ganar.

Como en toda crisis dentro del fútbol las culpas son compartidas. En primer lugar, hay muchos jugadores que no están atravesando por un buen nivel. En todas las líneas. Aquella confianza de otros tiempos se ha transformado en una inseguridad extrema. La defensa no es infranqueable (más bien todo lo contrario), el medio no le encuentra la vuelta a jugar sin un 8 clásico, falla en la creación y la parte de la pelea, quizás, está lo más destacado. Adelante, como no hay juego asociado en la mitad ni un conductor tan eficaz, casi no reciben la pelota en el sitio donde se lastima al rival. A tal punto ocurre esto que hoy la pelota parada es la única arma de ataque. Así ocurrió, por ejemplo, en Paraná.

Gallardo habla de un equipo que se mueve sólo a velocidad crucero. Esto es que no tiene cambios de ritmo, como, por ejemplo, le aportaban las diagonales de Carlos Sánchez. No sorprende, es previsible. En este contexto se produce un efecto dominó en el cual hasta el propio técnico comete errores. En la formación de los equipos, en los cambios, en no sostener a los futbolistas que, dentro de un marco de mediocridad, asomaron con algo distinto.

El Pity Martínez tuvo una mini racha goleadora y ni siquiera con eso Gallardo se convenció para darle continuidad. Igual que Sebastián Driussi, quien, como delantero, rindió y anotó, pero el DT después terminó colocándolo (cuando jugaba) en otras posiciones. Esto de buscarle puestos alternativos a algunos jugadores también fue tan recurrente como ineficaz.

¿Qué puede pasar de aquí en más? El campeonato local ya es historia. River tendrá que apuntar todo a una Copa Libertadores que lo tiene bien posicionado. Y desde ese fixture que le queda, con dos partidos en su casa, empezar a recobrar confianza. La cabeza resultará determinante para torcer el presente.

Este equipo, que tiene muchos jugadores que han llegado hace poco, necesitará incorporar el fuego sagrado que fue un valor agregado de aquel que ganó títulos en el contexto sudamericano. Esa será la misión de Gallardo. Hasta un desafío personal para un entrenador joven, con mucho futuro, pero con un bagaje negativo casi inexistente, por esto es un enigma esta nueva experiencia que atravesará. Una buena prueba para su capacidad, pero una incógnita al fin de cuentas.

River necesita corroborar que posee temple para conducir en este momento complejo. Ideas claras, mensaje conciso y cabeza fría, para el Muñeco y para todo el equipo. Aún tienen chances de prolongar un ciclo muy exitoso, del cual saldrán airosos únicamente mejorando su juego.