El Pacaembú

FECHA
17/06
2014
por Damian Didonato

SAO PAULO (Enviado especial) -- Después de un día en Río de Janeiro, regresamos a nuestro queridos Haras Buena Fortuna de Cotia, en Sao Paulo. A estas alguras, ya había comenzado a extrañar un poco la tranquilidad de esta localidad alejada del centro paulista. En la capital carioca vivimos el Mundial como en ningún otro sitio, no sólo por lo que significa esa ciudad que nunca duerme, sino porque allí la fiesta de la Copa se siente en cada rincón de Copacabana, Barra o Ipanema.

Pacaembú
Getty ImagesEl estadio Pacaembú no es ajeno al Mundial

Río es el centro neurálgico de la Copa del Mundo. Allí se encuentra la Selección de Brasil y allí se disputará la final. También tiene al Fan Fest más grande del país y ha recibido a mayor cantidad de turistas que ninguna otra ciudad. Por estas razones, es el mejor lugar para sentir el Mundial en las calles, en los bares y en los restaurantes. Brasil 2014 está omnipresente en la cidade maravilhosa.

En este diario de viaje ya se ha hablado de lo que ocurrió en el Maracaná durante el duelo entre Argentina y Bosnia. Algo similar sucedió después del partido, en la noche y la madrugada de Río. A primera hora del día siguiente emprendimos el regreso a Sao Paulo, donde volvimos a encontrarnos con hinchas de varias Selecciones en el aeropuerto. Esto ya es un clásico, porque debido a las grandes distancias que se deben recorrer, la gran mayoría de los simpatizantes deciden trasladarse en avión de sede a sede.

Después de la tradicional cobertura del entrenamiento de la Selección Colombia, decidimos hacer una visita obligada para cualquier futbolero en Sao Paulo. Fuimos al estadio Pacaembú, que se encuentra en uno de los barrios más lindos de la ciudad. Claro que yo había visto esta cancha por televisión y había escuchado elogios por su estilo arquitectónico, pero en vivo y en directo es otra historia. Puede decir que es el estadio más lindo que vi en mi vida, al menos desde afuera.

El Paulo Machado de Carvalho se parece más a un Coliseo romano que a una cancha moderna. Fue inaugurado en 1940 por el presidente Getulio Vargas y en aquel momento fue reconocido como el estadio de fútbol más cómodo y moderno de Sudamérica. Tenía una capacidad para 70.000 espectadores y fue una de las sedes del Mundial 50. Allí, Brasil empató 2-2 con Suiza y Uruguay jugó sus dos primeros encuentros de la fase final.

Decíamos que la imagen de su entrada principal recuerda al Coliseo romano. Uno puede reconocer fácilmente que está frente a un estadio de fútbol, algo que con las canchas modernas no sucede. Hoy, uno no sabe si una construcción es un estadio, un shopping o un aeropuerto. La comodidad es mucho mayor, claro está, pero le han quitado un poco de identidad futbolera a los estadios. Por ejemplo, el Arena Corinthians es imponente, pero los paneles blancos de su estructura exterior poco tienen que ver con la imagen que uno tiene de un campo de fútbol.

El barrio Pacaembú es uno de los más bonitos de Sao Paulo y está justo arriba del estadio, que se encuentra en una especie de pozo. Uno accede a la zona residencial por dos calles ascendentes que se encuentran a los costados. Allí viven algunas de las familias más acaudaladas de la ciudad, que en ocasiones se quejan de tener tan cerca un escenario de la importancia del Pacaembú. Es que allí se han disputado decenas de finales del Paulistao, definiciones de Libertadores y grandes clásicos regionales.

El único problema de la visita es que no pudimos entrar al Museo del fútbol, uno de los más importantes de Brasil. No importa, siempre habrá otra oportunidad de tomarse al menos un mínimo recreo en medio de esta maravillosa Copa del Mundo para conocer los grandes tesoros del fútbol brasileño.

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RIO DE JANEIRO (Enviado especial) -- Inteligencia. Eso fue lo que hicieron los hinchas brasileños en el primer partido de la Selección Argentina en la Copa del Mundo. Es que cuando parecía que el equipo de Lionel Messi iba a ser absolutamente local en el Maracaná frente a Bosnia-Herzegovina, apareció un aliado sorpresa para los europeos: miles de torcedores estratégicamente ubicados en todo el estadio le hicieron una hermosa "guerra de hinchadas" a los argentinos.

Maracaná
Getty ImagesEl colorido de las tribunas del Maracaná

De la misma manera que el sábado Belo Horizonte se tiñó de amarillo colombiano, este domingo Río de Janeiro fue inundada por banderas y camisetas celestes y blancas. Decenas de miles de hinchas argentinos llegaron a la capital carioca para acompañar en el debut mundialista a su Selección, que por primera vez en la historia, podía sentirse local en el hogar del clásico adversario.

Copacabana, Barra e Ipanema no tuvieron el habitual colorido de turistas con shorts floreados sino que fueron invadidas por simpatizantes argentinos. Desde Ushuaia a La Quiaca llegaron para apoyar al Seleccionado, que debutó en la Copa con una sufrida victoria 2-1 frente a Bosnia. Se vieron hinchas de todos los clubes, desde Boca y River hasta Dock Sud, pasando por Chacarita, Chicago, Merlo y Temperley. Nadie se perdió esta fiesta en casa ajena.

Cuando subimos a las tribunas del descomunal estadio Mario Filho, todo indicaba que se vería una fiesta albiceleste, que el equipo que dirige Alejandro Sabella iba a ser absolutamente local. Había globos, papelitos y todo el cotillón habitual en Buenos Aires. Se cantaba por Messi, por Maradona y porque vamos a salir campeones como en el 86. Era el Monumental de Rio de Janeiro.

El momento del himno fue, como de costumbre, uno de los más emotivos de la jornada. Es imposible no intentar describir la emoción que se siente al vivir la canción de su propia patria en una Copa del Mundo, los acordes que a uno lo acompañan desde el jardín de infantes. Hay que intentar describir esos sentimientos pero saber que no se puede, porque es algo para vivir y punto. La particular forma en la que se cantan los primeros pasajes del himno atronaron en las tribunas y le dieron una inyección de ánimo a los jugadores, que marcaron el primer gol a los tres minutos.

Pero antes, justo cuando Messi y Agüero dieron el puntapié inicial, se produjo lo inesperado. Una catarata de silbidos cayó sobre el campo de juego del Maracaná. Sí, los abucheos taparon los aplausos que siempre se generan cuando comienza un encuentro. ¿Qué pasó? Se preguntaron varios. ¿La gente se equivocó y piensa que los de azul son los argentinos? No, nada de eso. Miles de brasileños salieron de su escondite y dijeron presente.

"No se van a salir con la suya en nuestro propio suelo" puede haber pensado el ideólogo de esta magnífica jugada estratégica. Había grupos de torcedores en todo el estadio, ubicados con precisión para generar un contrapunto perfecto con la enorme cantidad de argentinos. La mayoría estaba vestido con la verdeamarela, lo que además le dio un marco muy estético al partido.

Uno puede pensar que, al haber argentinos y brasileños juntos en las mismas tribunas, sin ningún tipo de separación, pueden generarse conflictos o incidentes. Más aún si los dueños de casa festejan cada acción de Bosnia como si fuera de su propio Seleccionado. Sin embargo, salvo algún conflicto aislado, los noventa minutos transcurrieron en paz. Habrá que ver qué sucede en las próximas jornadas si esto se repite.

Con el resultado puesto, se puede decir que todos quedaron conformes. Los de Brasil porque su rival más temido no jugó bien y repitió viejos errores y los de Argentina por los tres puntos y el golazo de Messi. Además, todos se fueron con una sola esperanza: reecontrarse en esta misma cancha en la gran final. Esta Copa del Mundo se merece un cierre mítico.

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BELO HORIZONTE (Enviado especial) -- Por primera vez en la historia, Belo Horizonte se vistió de amarillo, azul y rojo. Ni Cruzeiro ni Atlético Mineiro tienen los colores que hoy adornaron la capital de Minas Gerais desde la madrugada. Es que aquí, en el remodelado estadio Mineirao, debuta la Selección Colombia en la Copa del Mundo y por eso la Tricolor está omnipresente en todas las calles de la ciudad.

Hincha Colombia
APEl entusiasmo colombiano invade Belo Horizonte

En la entrega de ayer de este blog contábamos que los colombianos eran mayoría en el aeropuerto. Hoy, ese número se multiplicó y la marea amarilla tiñó no sólo los alrededores del campo de juego, sino todo Belo Horizonte. El estadio Governador Magalhães Pinto tiene capacidad para unos 70.000 espectadores, que en este partido serán mayoría de colombianos.

"Que tarde tenemos que ganar" es el canto que más se escucha entre la gente que espera por asistir al encuentro más importante de los últimos años para el fútbol cafetero. Es que desde 1998 que el pueblo colombiano no siente la gloria de disputar un Mundial y había una necesidad muy grande por estar presente en esta fiesta. Por eso, todos los que tuvieron la oportunidad no dudaron en emprender el viaje. Como Jorge, que llegó en auto desde Cali después de una odisea de diez días: "El viaje valió la pena para vivir todo esto", afirmó.

Hay cientos de historias en las calles mineiras, todas vestidas de amarillo. Como por ejemplo la de siete amigos bogotanos que se juramentaron estar presentes en este partido después de celebrar la clasificación en el Metropolitano de Barranquilla. Ellos traen camisetas amarillas, azules y rojas, cada una con una letra y forman la palabra "Colombia".

También hay muchos niños, que jamás en su vida habían visto a su Selección en una Copa del Mundo. Jóvenes menores de 16 años, fanáticos del fútbol, que por primera vez sentirán lo que sintieron sus abuelos en Chile 62, o sus padres en Italia 90, Estados Unidos 94 y Francia 98. Ellos son los que más feliz están. Como por ejemplo Jackson, el tocayo de uno de los delanteros del equipo: "Para mí es un sueño y sé que Colombia va a ganar".

Lo que más se puede sentir en las canchas y dentro del estadio es la felicidad de la gente por volver a ser. Es como que lo primero que necesitaba el hincha colombiano era volver a sentirse importante. Algo similar a lo que dijo José Pekerman en la rueda de prensa: "Esta clasificación es importante porque vuelve a poner a Colombia entre los mejores". Y eso se puede sentir en los minutos previos al choque con Grecia.

Es cierto que son mucho más los colombianos, por la pasión que hay en esa tierra por el fútbol y por la cercanía con Brasil, sin embargo, también hay hinchas griegos en Belo Horizonte, claro. Son grupos pequeños, de cuatro o cinco, pero muy ruidosos y pasionales. Fue bastante difícil -por no decir imposible- conversar con ellos debido a una cuestión idiomática, aunque uno de ellos, Angelos, hablaba inglés y dijo que estaban convencidos de que éste será su mejor Mundial.

Como siempre ante el debut de tu Seleccionado en una Copa del Mundo, las expectativas son las mejores. Pero esta vez Colombia no tiene el existismo exacerbado de otros tiempos. Han aprendido la lección de no creerse campeones antes de jugar y, aunque claro que hay confianza, los hinchas saben que nada será fácil. Así lo resumió Ángel, un cucuteño que llegó junto a su familia: "Tenemos un buen equipo, pero falta Falcao y es un grupo difícil. Vamos a ganar pero hay que tener cuidado". Claro que también se mezclan los mensajes desmesurados, pero no son la mayoría.

El recuerdo del ídolo también está presente en el Mineirao. Decenas de camisetas con el nueve y el número de Falcao homenajean al crack que no jugará el Mundial pero que sí ya está junto a sus compañeros en el estadio. También hay casacas de James Rodríguez, Teófilo Gutiérrez y Mario Yepes.

Así vive Colombia los minutos previos de su gran fiesta en Belo Horizonte. Sólo falta que ruede la pelota y las buenas sensaciones se conviertan en realidad. A jugar, por fin.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- Después de presenciar el primer partido de la Copa del Mundo y con la emoción todavía a cuestas, dejamos por unos días nuestra casa de Cotia, Sao Paulo, y viajamos a Belo Horizonte, donde la Selección Colombia enfrenta este sábado a Grecia en su debut mundialista.

El viaje en avión es corto y cómodo, pero como sucede en cada paso que uno da en la capital paulista, el aeropuerto está muy alejado. Me tocó viajar desde Guarulhos, distante a unas cuantas decenas de kilómetros de Cotia. Fue difícil dormir pero con paciencia y contando ovejas pude pegar los ojos un par de horas. Muy temprano en la mañana me embarqué rumbo al estado de Minas Gerais.

Ya en el aeropuerto me encontré con hinchas de Australia y Chile que iban a Cuiabá, de Suiza rumbo a Brasilia, de Francia hacia Porto Alegre, de Alemania hacia Salvador, de Argentina rumbo a Río de Janeiro y de Colombia. Muchos colombianos. Cientos diría. Todos iban con una gran ilusión y esperanza en lo que puede hacer su equipo en este campeonato. La Tricolor copó el aeropuerto de Sao Paulo al menos por un día.

El viaje transcurrió con normalidad, pero cuando el avión aterrizó comenzaron los gritos y los cantos. Fue como si haber tocado el suelo donde la Selección volverá a jugar por Copa del Mundo después de 16 años hubiera despertado de un largo letargo a los hinchas cafeteros.

Mientras esperábamos para bajar de la nave fui testigo de un diálogo maravilloso. Un hincha argentino había quedado rodeado de colombianos y esto fue lo que charlaban:

Argentino: "Pero Colombia tiene un grupo fácil, no se conocen ni los nombres de los equipos"

Colombiano: "Por favor, Costa de Marfil tiene a Yaya Touré y a Drogba y los japoneses pueden cambiar el equipo entero en el segundo tiempo y nadie se da cuenta".

A: "Van a salir primeros, no juegan contra nadie, viejo".

C: "Sí, porque ustedes tienen un grupo muy difícil. Bosnia, Irak (sic) y Nigeria, Deberían hacer diez goles por partido con Messi".

A: "Si Pekerman no se equivoca como cuando dirigió a Argentina en 2006, van a llegar lejos, van a ver".

C: "Ese Messi que dejó en el banco no es el Messi que fue después, así que no fue un error tan terrible el de Pekerman".

A: "Bueno, la cosa es que van a pasar y que pueden llegar a jugar con nosotros algún día, porque les enseñamos como jugar a esto, cuando fueron muchos argentinos a Colombia hace tiempo. Zubeldía, Bilardo y otros".

C: "No es cierto. Con decirte que la Brujita Verón es barranquillero alcanza".

A: "Eso es verdad, nació allá, pero se crió acá y es de acá

C: "Lo que yo sé es que a ustedes le van a hacer comer un churrasquito y lo van a mandar para casa.

Y la charla siguió, aunque yo ya no fui testigo del resto del intercambio de posiciones. Seguramente habrá continuidad entre las muletillas clásicas como "bol*do y mar*ca", el diálogo siguió y muy probablemente se habrán ido a tomar algo todos juntos. Así es el Mundial.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- "Hey, Dilma, vai tomar no cu". En el Arena de Sao Paulo más de 60.000 torcedores disfrutaron de una verdadera fiesta popular en el comienzo de la Copa del Mundo, sin embargo no se olvidaron de expresar su descontento ante la gesión de la presidenta Dilma Rousseff.

Dilma Rousseff
Getty ImagesDilma Rousseff, vestida de verde, en el estadio

Desde antes de la Copa Confederaciones 2013, buena parte de la sociedad brasileña ha demostrado estar en desacuerdo con el desembolso de dinero que significó la organización del Mundial. Unos 15 mil millones de dólares fueron destinado a obras que la FIFA requería y eso ha causado una gran discusión en el país. Las protestas populares fueron muy fuertes durante la Confederaciones y, aunque disminuyeron, formaron parte del primer día mundialista.

Hubo seis heridos en Sao Paulo este jueves y, aunque en el estadio se vivió un día festivo, en la ciudad de Sao Paulo no hubo nada que celebrar. De hecho, varias horas antes del inicio del partido, las fuerzas públicas dispersaron una protesta pacífica en las tribunas mismas. Fuera, la policía reprimió a manifestantes y se generaron serios disturbios. Esto no se sintió para nada en las inmediaciones del campo de juego, donde sí hubo críticas a Dilma.

Las entradas al partido inaugural eran muy caras y por eso quienes asistieron eran ciudadanos de ingresos medios o altos. Estos sectores fueron críticos con la gestión de Dilma desde siempre, pero no son los únicos. Durante el gobierno de Lula unos 40 millones de brasileños salieron de la pobreza y ellos son los que hoy forman parte del colectivo que se manifiesta contra los gastos del Mundial.

Además de los abucheos a la presidenta, quien asistió al triunfo sobre Croacia junto a parte de su gabinete, el día previo al inicio de la Copa estuvo marcado por la amenaza de huelga en el transporte público. Finalmente todo funcionó con normalidad, pero la incertidumbre fue grande hasta último momento. El día hubiera sido caótico si el metro y el tren no habría prestado servicios.

Para muchos, Dilma se juega la presidencia en este Mundial. No sólo por la mejora del ánimo social si la Verdeamarela consigue el título, sino también por todo lo que apostó el estado al organizar este campeonato. Aunque su imagen sigue siendo buena y encabeza las encuestas, la aceptación no es la misma de otros tiempos. Hoy, obtendría 38 por ciento en los comicios, cuando alguna vez alcanzó el 50 por cincuenta.

En medio de este contexto problemático, dentro de la cancha empezó el Mundial. La Selección de Brasil ganó porque tuvo en Neymar y Óscar dos individualidades decisivas y porque el árbitro se equivocó demasiado en contra del combinado croata. El primer encuentro de Brasil 2014 fue entretenido e intenso, tuvo goles y buenas ocasiones de gol y dejó la esperanza de ver el mejor Mundial de los últimos años.

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Hincha
APBrasil ama el fútbol, pero el Mundial trajo conflicto
SAO PAULO (Enviado especial) -- Y llegó el día. Después de tanto esperar, de años de imaginar este momento, hoy comienza la Copa del Mundo de Brasil. Desde el final de Sudáfrica 2010 que muchos esperábamos este 12 de junio que hoy vivimos. Pasaron meses, años, goles, campeones, buenos y malos equipos. Todo para llegar al Mundial, que es lo que le da sentido a todo el resto. Sin este campeonato el fútbol no sería lo que es.

De acuerdo con el espíritu de este diario de viaje, escribiré en primera persona. Admito que las siguientes líneas pueden resultar un poco cursis, pero es lo que me sale hoy. Costó dormir, pero se logró aunque sea por un par de horas. Después de madrugar para asistir a la conferencia de prensa de la Selección Colombia, emprendí el viaje al Arena Itaquera. Transitar 50 kilómetros por Sao Paulo puede ser una verdadera odisea. No sólo por las protestas que se suceden a lo largo de la ciudad, sino también por la locura de tránsito que aquí se vive día a día.

"Si vas en carro puedes tardar cinco horas desde Cotia hasta el Arena", me dijeron ayer. Parece una verdadera exageración en un contexto normal, pero es la cruda realidad si de esta gigantesca metrópolis se habla. Entonces, la única alternativa para llegar a tiempo al estadio de la ceremonia y el partido inaugural era el metro. Ahí comenzaron los miedos por la amenaza de huelga. De todos modos, la Prefectura había asegurado el funcionamiento del transporte público. Sin el metro habría sido imposible llegar. Así de simple.

Llegué a la estación Butanta y quizás por primera vez desde mi llegada a Brasil sentí el consquilleo por tener la oportunidad de vivir una Copa del Mundo. Hasta ahora, la lejanía de la localidad de Cotia nos mantenía un poco al margen del calor popular que genera este evento. Sólo los hinchas colombianos que alentaron a su Selección en la primera práctica le pusieron un poco de ambiente futbolero a nuestra vida. Pero hoy es el día del comienzo del Mundial y las camisetas verdeamarelas coparon las calles.

En la estación el color amarillo copaba la escena. Hombres, mujeres y niños, casi todos vestían algo que los idenficara como brasileños. La mayoría se dirigía al estadio, pero los que no también decidieron recibir a la Copa vestidos para la ocasión. "Primero Brasil y después Colombia", afirmó un muchacho paulista que se encontró con un cucuteño enfundado en la bandera de la República de Colombia. Estaba seguro de que Brasil ganará el título, pero por las dudas ya eligió su segundo equipo.

El trayecto en el metro es largo pero muchísimo menos caótico que por carretera. En definitiva, el transporte público fue la mejor opción. Los trenes están en perfecto estado y todo funciona con fluidez. A medida que nos acercábamos al Arena Itaquera, la euforia crecía en los pasajeros. Muchos se subieron en la estación República de la línea Vermelha, que finaliza en el estadio. Cuando llegué, el Mundial se me presentó adelante de mis ojos.

Cientos de personas cantando y aplaudiendo, haciendo sonar las cornetas y saltando. Ahora sí, ya estoy en la Copa del Mundo. No me pellizqué, pero juro que la sensación fue esa: es acá, ya llegué. El sueño se hace realidad.

Miles de torcedores vestidos de amarillo caminaban rumbo al estadio a unas cuatro horas del comienzo del juego. Entre la multitud de camisetas de la Canarinha, algunos hinchas de Croacia se divertían bailando con brasileñas. Los europeos estaban igual o más felices que los sudamericanos. Tomaban cerveza -por supuesto- y cantaban mientras sus rivales de hoy les tomaban fotos. Hasta lograron "copar" la terraza de un restaurant cercano al Arena.

El camino desde la estación hasta el campo de juego es largo pero casi no me di cuenta. Entre la gente uno entiendo lo que significa un Mundial. No es un partido más, se siente en el aire. Es una mezcla de nerviosismo y de alegría. Además, en un país tan futbolero como Brasil esos sentimientos se hacen aún más fuertes.

La recepción en el Arena no fue para nada buena. Los voluntarios tienen voluntad pero ese oxímoron no alcanza para organizar bien un evento de semejante magnitud. La mayoría no sabía cómo ayudar a la gente que lo necesitaba y ellos mismos carecían de la información más elemental. Sin embargo, pudimos llegar a nuestro sitio de trabajo no sin algunos problemas menores. Y hay que decir que el estadio es espectacular. Tardaron mucho en terminarlo, pero es perfecto. Grande, cómodo, con facilidades para todos y muy moderno.

Cuando subí se me erizó la piel por enésima vez. Los preparativos de la tribuna copaban el panorama, pero lo que más importa estaba ahí. El césped y las tribunas. El fútbol. El Mundial.

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ColombiaEFE

SAO PAULO (Enviado especial) -- A poco más de 24 horas de nuestro arribo a Brasil, nos topamos por primera vez con lo que se denomina "clima mundialista". Este lunes, unos 800 hinchas presenciaron la práctica de la Selección Colombia en el predio del Sao Paulo FC y le pusieron color y calor al primer entrenamiento a puertas abiertas del equipo nacional.

Armenia, Bogotá, Barranquilla, Cali y muchas otras ciudades tuvieron su representación el predio de Cotia. Los hinchas recorrieron los más de 30 kilómetros que hay desde el centro de la capital paulista para ver de cerca a sus ídolos. Algunos tardaron más de dos horas debido al caos de tránsito que se vive todos los días en Sao Paulo. Pero, todo valió la pena.

"Colombia está en mi corazón", afirmó un cucuteño que vive en Brasil desde hace 5 años y en sus palabras resumió el sentimiento de todos los presentes. Las camisetas más modernas se mezclaron con algunas antiguas y con varias pelucas del Pibe Valderrama en las tribunas del predio.

Hubo familias, grupos de amigos, niños y gente mayor. De todas las edades, mujeres y hombres. Todos fueron con algo representantivo de la Tricolor. Una camiseta, una bandera, un gorro. Cantaron y aplaudieron a los futbolistas ante cada acción. También recibieron el cariñoso saludo de los protagonistas desde el perfecto campo de juego donde se entrenaron. "Los amamos, van a salir campeones", grita una señora con un optimismo que arrasa con todo.

Hasta ahora, la ciudad continúa su vida un tanto indeferente a la Copa del Mundo. Por segundo día consecutivo estuvimos en las calles y tampoco vimos las protestas que han ocupado páginas y páginas en los meses previos a este torneo. Es pronto para dar una opinión firme, pero hasta el momento, el caos que se ve en Sao Paulo es el propio de una metrópoli de este tamaño. Ni más ni menos.

Decíamos que en las calles no hay demasiadas referencias mundialistas. La gente está esperando expectante el inicio del certamen, pero continúa su vida con normalidad. "El Mundial será bueno, pero hay que seguir trabajando", afirma un oficial de policía en las afueras de Cotia, y sigue con su tarea diaria.

Como se pudo ver en los envíos de SportsCenter y Balón Dividido, el equipo de ESPN está alejado en un cómodo Haras, bastante lejos del centro de la ciudad pero muy cerca del predio de entrenamiento de la Selección. Hago esta aclaración para que el lector conozca un poco más de nuestra vida en el Mundial. Es un sitio muy tranquilo, donde se puede trabajar a la perfección y con gran comodidad.

Este primer dia completo en Brasil ha sido muy importante para tomarle la mano a la ciudad, para amigarse con un clima muy agradable pero diferente al que tenemos en casa en esta época del año y para comenzar a tomar contacto con el pueblo colombiano, que ya está en la Copa del Mundo y sueña con irse con una gran sonrisa.

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Ciclistas
ESPNFC.comLos ciclistas siguieron viaje hacia Belo Horizonte

SAO PAULO (Enviado especial) -- Este martes, cuando llegábamos a la segunda práctica de la Selección Colombia abierto a la prensa, nos encontramos con un escenario inesperado. Además de muchos periodistas y móviles que esperaban por entrar al predio del Sao Paulo, vimos un grupo de ciclistas vestidos con la clásica vestimenta de los equipos colombianos que representan al país en dicho deporte.

Apenas los vieron, los pocos hinchas que allí se encontraban -la actividad del día era sin público- comenzaron a aplaudirlos. Es que el ciclismo no es un deporte más para el pueblo cafetero, es una de sus grandes pasiones. Junto con el fútbol, son los dos juegos más caros al sentimiento de todos. Por tradición, cultura y triunfos.

Se trata de una docena de pedalistas que salieron desde Barranquilla el pasado 23 de mayo y que tenían como objetivo principal llegar a la concentración del equipo antes del inicio de la Copa del Mundo. "Combinamos el ciclismo, que es el deporte nacional y el más querido en Colombia, junto con el fútbol. Eso es algo excelente para nosotros", nos explicó Heriberto, uno de los integrantes del singular grupo.

Estos hinchas-ciclistas llegaron este mismo martes a Sao Paulo y, aunque no pudieron saludar a sus ídolos, se mostraron muy felices por haber cumplido una meta difícil: transitar los casi 5000 kilómetros que separan a Barranquilla de Sao Paulo en poco menos de veinte días. Para eso, pedalearon cuatro horas y 120 kilómetros por jornada. Parece un esfuerzo extraordinario, pero en realidad no lo es, porque los mueve el motor de la pasión.

Tras llegar a Cotia, el grupo seguirá viaje hasta la ciudad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais. Es un punto intermedio entre la capital paulista y Belo Horizonte, la sede del primer partido de la Tricolor en la Copa del Mundo. El grupo forma parte de la Asociación senior de ciclistas y está conformado por once barranquilleros y nuestro amigo Heriberto, oriundo de Quindío.

"Vamos a estar en los tres primeros partidos y queremos alentar al equipo nacional desde la bicicleta, que es nuestra gran pasión", afirma Heriberto y resume el pensamiento de "la otra" Selección que hoy estuvo presente en Cotia.

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Arena Itaquera
Sao PauloEl Arena Itaquera todavía no está listo

SAO PAULO (Enviado especial) -- A menos de 24 horas del comienzo de la Copa del Mundo, el estadio Itaquerao todavía no está terminado. Sí, pasaron casi cuatro años desde la oficialización del proyecto de construcción y en el día previo a la inauguración todavía se siguen viendo trabajadores en los alrededores de la cancha.

La construcción ha sufrido muchos problemas, desde huelgas y dificultades burocráticas hasta accidentes mortales. De hecho, el derrumbe de una tribuna a fines de 2013 fue una de las principales razones de este retraso que ha puesto muy nerviosa a la FIFA.

El día de nuestra llegada a Sao Paulo, el domingo 8 de junio, nos acercamos a la Arena Itaquera para retirar nuestras acreditaciones. El estadio es hermoso y los edificios aledaños son muy modernos, lo que demuestra que esto fue mucho más que un proyecto futbolístico. Fue un proyecto urbanístico.

El problema fueron los tiempos, claro. Ese domingo continuaban las obras, que aún no fueron concluidas a un día del Mundial. A pesar de esto, la presidenta Dilma Roussef repitió que todo estará listo para el jueves y que no hay nada de qué preocuparse. Es cierto, faltan detalles, pero hoy hay más obreros que hinchas en las afueras del campo de juego.

Según informó el diario Folha de Sao Paulo, sólo restan los detalles finales, como por ejemplo los jardines y las flores que estarán en el exterior. Tampoco están finalizados los dispositivos lumínicos y el estacionamiento VIP. Esos sitios fueron tapados con lonas de FIFA. Si hay poblemas, que se note lo menos posible.

El otro gran inconveniente que podría presentarse el día de la inauguración es el del transporte. Los medios hicieron paro hasta este lunes y amenazaron con retomarlo el mismo jueves. Si esto sucede, la Prefectura pondría en marcha el "plan de emergencia para la Copa del Mundo", que garantizará el arribo de los torcedores al estadio.

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