BELO HORIZONTE (Enviado especial) -- Por primera vez en la historia, Belo Horizonte se vistió de amarillo, azul y rojo. Ni Cruzeiro ni Atlético Mineiro tienen los colores que hoy adornaron la capital de Minas Gerais desde la madrugada. Es que aquí, en el remodelado estadio Mineirao, debuta la Selección Colombia en la Copa del Mundo y por eso la Tricolor está omnipresente en todas las calles de la ciudad.

Hincha Colombia
APEl entusiasmo colombiano invade Belo Horizonte

En la entrega de ayer de este blog contábamos que los colombianos eran mayoría en el aeropuerto. Hoy, ese número se multiplicó y la marea amarilla tiñó no sólo los alrededores del campo de juego, sino todo Belo Horizonte. El estadio Governador Magalhães Pinto tiene capacidad para unos 70.000 espectadores, que en este partido serán mayoría de colombianos.

"Que tarde tenemos que ganar" es el canto que más se escucha entre la gente que espera por asistir al encuentro más importante de los últimos años para el fútbol cafetero. Es que desde 1998 que el pueblo colombiano no siente la gloria de disputar un Mundial y había una necesidad muy grande por estar presente en esta fiesta. Por eso, todos los que tuvieron la oportunidad no dudaron en emprender el viaje. Como Jorge, que llegó en auto desde Cali después de una odisea de diez días: "El viaje valió la pena para vivir todo esto", afirmó.

Hay cientos de historias en las calles mineiras, todas vestidas de amarillo. Como por ejemplo la de siete amigos bogotanos que se juramentaron estar presentes en este partido después de celebrar la clasificación en el Metropolitano de Barranquilla. Ellos traen camisetas amarillas, azules y rojas, cada una con una letra y forman la palabra "Colombia".

También hay muchos niños, que jamás en su vida habían visto a su Selección en una Copa del Mundo. Jóvenes menores de 16 años, fanáticos del fútbol, que por primera vez sentirán lo que sintieron sus abuelos en Chile 62, o sus padres en Italia 90, Estados Unidos 94 y Francia 98. Ellos son los que más feliz están. Como por ejemplo Jackson, el tocayo de uno de los delanteros del equipo: "Para mí es un sueño y sé que Colombia va a ganar".

Lo que más se puede sentir en las canchas y dentro del estadio es la felicidad de la gente por volver a ser. Es como que lo primero que necesitaba el hincha colombiano era volver a sentirse importante. Algo similar a lo que dijo José Pekerman en la rueda de prensa: "Esta clasificación es importante porque vuelve a poner a Colombia entre los mejores". Y eso se puede sentir en los minutos previos al choque con Grecia.

Es cierto que son mucho más los colombianos, por la pasión que hay en esa tierra por el fútbol y por la cercanía con Brasil, sin embargo, también hay hinchas griegos en Belo Horizonte, claro. Son grupos pequeños, de cuatro o cinco, pero muy ruidosos y pasionales. Fue bastante difícil -por no decir imposible- conversar con ellos debido a una cuestión idiomática, aunque uno de ellos, Angelos, hablaba inglés y dijo que estaban convencidos de que éste será su mejor Mundial.

Como siempre ante el debut de tu Seleccionado en una Copa del Mundo, las expectativas son las mejores. Pero esta vez Colombia no tiene el existismo exacerbado de otros tiempos. Han aprendido la lección de no creerse campeones antes de jugar y, aunque claro que hay confianza, los hinchas saben que nada será fácil. Así lo resumió Ángel, un cucuteño que llegó junto a su familia: "Tenemos un buen equipo, pero falta Falcao y es un grupo difícil. Vamos a ganar pero hay que tener cuidado". Claro que también se mezclan los mensajes desmesurados, pero no son la mayoría.

El recuerdo del ídolo también está presente en el Mineirao. Decenas de camisetas con el nueve y el número de Falcao homenajean al crack que no jugará el Mundial pero que sí ya está junto a sus compañeros en el estadio. También hay casacas de James Rodríguez, Teófilo Gutiérrez y Mario Yepes.

Así vive Colombia los minutos previos de su gran fiesta en Belo Horizonte. Sólo falta que ruede la pelota y las buenas sensaciones se conviertan en realidad. A jugar, por fin.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- Después de presenciar el primer partido de la Copa del Mundo y con la emoción todavía a cuestas, dejamos por unos días nuestra casa de Cotia, Sao Paulo, y viajamos a Belo Horizonte, donde la Selección Colombia enfrenta este sábado a Grecia en su debut mundialista.

El viaje en avión es corto y cómodo, pero como sucede en cada paso que uno da en la capital paulista, el aeropuerto está muy alejado. Me tocó viajar desde Guarulhos, distante a unas cuantas decenas de kilómetros de Cotia. Fue difícil dormir pero con paciencia y contando ovejas pude pegar los ojos un par de horas. Muy temprano en la mañana me embarqué rumbo al estado de Minas Gerais.

Ya en el aeropuerto me encontré con hinchas de Australia y Chile que iban a Cuiabá, de Suiza rumbo a Brasilia, de Francia hacia Porto Alegre, de Alemania hacia Salvador, de Argentina rumbo a Río de Janeiro y de Colombia. Muchos colombianos. Cientos diría. Todos iban con una gran ilusión y esperanza en lo que puede hacer su equipo en este campeonato. La Tricolor copó el aeropuerto de Sao Paulo al menos por un día.

El viaje transcurrió con normalidad, pero cuando el avión aterrizó comenzaron los gritos y los cantos. Fue como si haber tocado el suelo donde la Selección volverá a jugar por Copa del Mundo después de 16 años hubiera despertado de un largo letargo a los hinchas cafeteros.

Mientras esperábamos para bajar de la nave fui testigo de un diálogo maravilloso. Un hincha argentino había quedado rodeado de colombianos y esto fue lo que charlaban:

Argentino: "Pero Colombia tiene un grupo fácil, no se conocen ni los nombres de los equipos"

Colombiano: "Por favor, Costa de Marfil tiene a Yaya Touré y a Drogba y los japoneses pueden cambiar el equipo entero en el segundo tiempo y nadie se da cuenta".

A: "Van a salir primeros, no juegan contra nadie, viejo".

C: "Sí, porque ustedes tienen un grupo muy difícil. Bosnia, Irak (sic) y Nigeria, Deberían hacer diez goles por partido con Messi".

A: "Si Pekerman no se equivoca como cuando dirigió a Argentina en 2006, van a llegar lejos, van a ver".

C: "Ese Messi que dejó en el banco no es el Messi que fue después, así que no fue un error tan terrible el de Pekerman".

A: "Bueno, la cosa es que van a pasar y que pueden llegar a jugar con nosotros algún día, porque les enseñamos como jugar a esto, cuando fueron muchos argentinos a Colombia hace tiempo. Zubeldía, Bilardo y otros".

C: "No es cierto. Con decirte que la Brujita Verón es barranquillero alcanza".

A: "Eso es verdad, nació allá, pero se crió acá y es de acá

C: "Lo que yo sé es que a ustedes le van a hacer comer un churrasquito y lo van a mandar para casa.

Y la charla siguió, aunque yo ya no fui testigo del resto del intercambio de posiciones. Seguramente habrá continuidad entre las muletillas clásicas como "bol*do y mar*ca", el diálogo siguió y muy probablemente se habrán ido a tomar algo todos juntos. Así es el Mundial.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- "Hey, Dilma, vai tomar no cu". En el Arena de Sao Paulo más de 60.000 torcedores disfrutaron de una verdadera fiesta popular en el comienzo de la Copa del Mundo, sin embargo no se olvidaron de expresar su descontento ante la gesión de la presidenta Dilma Rousseff.

Dilma Rousseff
Getty ImagesDilma Rousseff, vestida de verde, en el estadio

Desde antes de la Copa Confederaciones 2013, buena parte de la sociedad brasileña ha demostrado estar en desacuerdo con el desembolso de dinero que significó la organización del Mundial. Unos 15 mil millones de dólares fueron destinado a obras que la FIFA requería y eso ha causado una gran discusión en el país. Las protestas populares fueron muy fuertes durante la Confederaciones y, aunque disminuyeron, formaron parte del primer día mundialista.

Hubo seis heridos en Sao Paulo este jueves y, aunque en el estadio se vivió un día festivo, en la ciudad de Sao Paulo no hubo nada que celebrar. De hecho, varias horas antes del inicio del partido, las fuerzas públicas dispersaron una protesta pacífica en las tribunas mismas. Fuera, la policía reprimió a manifestantes y se generaron serios disturbios. Esto no se sintió para nada en las inmediaciones del campo de juego, donde sí hubo críticas a Dilma.

Las entradas al partido inaugural eran muy caras y por eso quienes asistieron eran ciudadanos de ingresos medios o altos. Estos sectores fueron críticos con la gestión de Dilma desde siempre, pero no son los únicos. Durante el gobierno de Lula unos 40 millones de brasileños salieron de la pobreza y ellos son los que hoy forman parte del colectivo que se manifiesta contra los gastos del Mundial.

Además de los abucheos a la presidenta, quien asistió al triunfo sobre Croacia junto a parte de su gabinete, el día previo al inicio de la Copa estuvo marcado por la amenaza de huelga en el transporte público. Finalmente todo funcionó con normalidad, pero la incertidumbre fue grande hasta último momento. El día hubiera sido caótico si el metro y el tren no habría prestado servicios.

Para muchos, Dilma se juega la presidencia en este Mundial. No sólo por la mejora del ánimo social si la Verdeamarela consigue el título, sino también por todo lo que apostó el estado al organizar este campeonato. Aunque su imagen sigue siendo buena y encabeza las encuestas, la aceptación no es la misma de otros tiempos. Hoy, obtendría 38 por ciento en los comicios, cuando alguna vez alcanzó el 50 por cincuenta.

En medio de este contexto problemático, dentro de la cancha empezó el Mundial. La Selección de Brasil ganó porque tuvo en Neymar y Óscar dos individualidades decisivas y porque el árbitro se equivocó demasiado en contra del combinado croata. El primer encuentro de Brasil 2014 fue entretenido e intenso, tuvo goles y buenas ocasiones de gol y dejó la esperanza de ver el mejor Mundial de los últimos años.

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Hincha
APBrasil ama el fútbol, pero el Mundial trajo conflicto
SAO PAULO (Enviado especial) -- Y llegó el día. Después de tanto esperar, de años de imaginar este momento, hoy comienza la Copa del Mundo de Brasil. Desde el final de Sudáfrica 2010 que muchos esperábamos este 12 de junio que hoy vivimos. Pasaron meses, años, goles, campeones, buenos y malos equipos. Todo para llegar al Mundial, que es lo que le da sentido a todo el resto. Sin este campeonato el fútbol no sería lo que es.

De acuerdo con el espíritu de este diario de viaje, escribiré en primera persona. Admito que las siguientes líneas pueden resultar un poco cursis, pero es lo que me sale hoy. Costó dormir, pero se logró aunque sea por un par de horas. Después de madrugar para asistir a la conferencia de prensa de la Selección Colombia, emprendí el viaje al Arena Itaquera. Transitar 50 kilómetros por Sao Paulo puede ser una verdadera odisea. No sólo por las protestas que se suceden a lo largo de la ciudad, sino también por la locura de tránsito que aquí se vive día a día.

"Si vas en carro puedes tardar cinco horas desde Cotia hasta el Arena", me dijeron ayer. Parece una verdadera exageración en un contexto normal, pero es la cruda realidad si de esta gigantesca metrópolis se habla. Entonces, la única alternativa para llegar a tiempo al estadio de la ceremonia y el partido inaugural era el metro. Ahí comenzaron los miedos por la amenaza de huelga. De todos modos, la Prefectura había asegurado el funcionamiento del transporte público. Sin el metro habría sido imposible llegar. Así de simple.

Llegué a la estación Butanta y quizás por primera vez desde mi llegada a Brasil sentí el consquilleo por tener la oportunidad de vivir una Copa del Mundo. Hasta ahora, la lejanía de la localidad de Cotia nos mantenía un poco al margen del calor popular que genera este evento. Sólo los hinchas colombianos que alentaron a su Selección en la primera práctica le pusieron un poco de ambiente futbolero a nuestra vida. Pero hoy es el día del comienzo del Mundial y las camisetas verdeamarelas coparon las calles.

En la estación el color amarillo copaba la escena. Hombres, mujeres y niños, casi todos vestían algo que los idenficara como brasileños. La mayoría se dirigía al estadio, pero los que no también decidieron recibir a la Copa vestidos para la ocasión. "Primero Brasil y después Colombia", afirmó un muchacho paulista que se encontró con un cucuteño enfundado en la bandera de la República de Colombia. Estaba seguro de que Brasil ganará el título, pero por las dudas ya eligió su segundo equipo.

El trayecto en el metro es largo pero muchísimo menos caótico que por carretera. En definitiva, el transporte público fue la mejor opción. Los trenes están en perfecto estado y todo funciona con fluidez. A medida que nos acercábamos al Arena Itaquera, la euforia crecía en los pasajeros. Muchos se subieron en la estación República de la línea Vermelha, que finaliza en el estadio. Cuando llegué, el Mundial se me presentó adelante de mis ojos.

Cientos de personas cantando y aplaudiendo, haciendo sonar las cornetas y saltando. Ahora sí, ya estoy en la Copa del Mundo. No me pellizqué, pero juro que la sensación fue esa: es acá, ya llegué. El sueño se hace realidad.

Miles de torcedores vestidos de amarillo caminaban rumbo al estadio a unas cuatro horas del comienzo del juego. Entre la multitud de camisetas de la Canarinha, algunos hinchas de Croacia se divertían bailando con brasileñas. Los europeos estaban igual o más felices que los sudamericanos. Tomaban cerveza -por supuesto- y cantaban mientras sus rivales de hoy les tomaban fotos. Hasta lograron "copar" la terraza de un restaurant cercano al Arena.

El camino desde la estación hasta el campo de juego es largo pero casi no me di cuenta. Entre la gente uno entiendo lo que significa un Mundial. No es un partido más, se siente en el aire. Es una mezcla de nerviosismo y de alegría. Además, en un país tan futbolero como Brasil esos sentimientos se hacen aún más fuertes.

La recepción en el Arena no fue para nada buena. Los voluntarios tienen voluntad pero ese oxímoron no alcanza para organizar bien un evento de semejante magnitud. La mayoría no sabía cómo ayudar a la gente que lo necesitaba y ellos mismos carecían de la información más elemental. Sin embargo, pudimos llegar a nuestro sitio de trabajo no sin algunos problemas menores. Y hay que decir que el estadio es espectacular. Tardaron mucho en terminarlo, pero es perfecto. Grande, cómodo, con facilidades para todos y muy moderno.

Cuando subí se me erizó la piel por enésima vez. Los preparativos de la tribuna copaban el panorama, pero lo que más importa estaba ahí. El césped y las tribunas. El fútbol. El Mundial.

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ColombiaEFE

SAO PAULO (Enviado especial) -- A poco más de 24 horas de nuestro arribo a Brasil, nos topamos por primera vez con lo que se denomina "clima mundialista". Este lunes, unos 800 hinchas presenciaron la práctica de la Selección Colombia en el predio del Sao Paulo FC y le pusieron color y calor al primer entrenamiento a puertas abiertas del equipo nacional.

Armenia, Bogotá, Barranquilla, Cali y muchas otras ciudades tuvieron su representación el predio de Cotia. Los hinchas recorrieron los más de 30 kilómetros que hay desde el centro de la capital paulista para ver de cerca a sus ídolos. Algunos tardaron más de dos horas debido al caos de tránsito que se vive todos los días en Sao Paulo. Pero, todo valió la pena.

"Colombia está en mi corazón", afirmó un cucuteño que vive en Brasil desde hace 5 años y en sus palabras resumió el sentimiento de todos los presentes. Las camisetas más modernas se mezclaron con algunas antiguas y con varias pelucas del Pibe Valderrama en las tribunas del predio.

Hubo familias, grupos de amigos, niños y gente mayor. De todas las edades, mujeres y hombres. Todos fueron con algo representantivo de la Tricolor. Una camiseta, una bandera, un gorro. Cantaron y aplaudieron a los futbolistas ante cada acción. También recibieron el cariñoso saludo de los protagonistas desde el perfecto campo de juego donde se entrenaron. "Los amamos, van a salir campeones", grita una señora con un optimismo que arrasa con todo.

Hasta ahora, la ciudad continúa su vida un tanto indeferente a la Copa del Mundo. Por segundo día consecutivo estuvimos en las calles y tampoco vimos las protestas que han ocupado páginas y páginas en los meses previos a este torneo. Es pronto para dar una opinión firme, pero hasta el momento, el caos que se ve en Sao Paulo es el propio de una metrópoli de este tamaño. Ni más ni menos.

Decíamos que en las calles no hay demasiadas referencias mundialistas. La gente está esperando expectante el inicio del certamen, pero continúa su vida con normalidad. "El Mundial será bueno, pero hay que seguir trabajando", afirma un oficial de policía en las afueras de Cotia, y sigue con su tarea diaria.

Como se pudo ver en los envíos de SportsCenter y Balón Dividido, el equipo de ESPN está alejado en un cómodo Haras, bastante lejos del centro de la ciudad pero muy cerca del predio de entrenamiento de la Selección. Hago esta aclaración para que el lector conozca un poco más de nuestra vida en el Mundial. Es un sitio muy tranquilo, donde se puede trabajar a la perfección y con gran comodidad.

Este primer dia completo en Brasil ha sido muy importante para tomarle la mano a la ciudad, para amigarse con un clima muy agradable pero diferente al que tenemos en casa en esta época del año y para comenzar a tomar contacto con el pueblo colombiano, que ya está en la Copa del Mundo y sueña con irse con una gran sonrisa.

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Ciclistas
ESPNFC.comLos ciclistas siguieron viaje hacia Belo Horizonte

SAO PAULO (Enviado especial) -- Este martes, cuando llegábamos a la segunda práctica de la Selección Colombia abierto a la prensa, nos encontramos con un escenario inesperado. Además de muchos periodistas y móviles que esperaban por entrar al predio del Sao Paulo, vimos un grupo de ciclistas vestidos con la clásica vestimenta de los equipos colombianos que representan al país en dicho deporte.

Apenas los vieron, los pocos hinchas que allí se encontraban -la actividad del día era sin público- comenzaron a aplaudirlos. Es que el ciclismo no es un deporte más para el pueblo cafetero, es una de sus grandes pasiones. Junto con el fútbol, son los dos juegos más caros al sentimiento de todos. Por tradición, cultura y triunfos.

Se trata de una docena de pedalistas que salieron desde Barranquilla el pasado 23 de mayo y que tenían como objetivo principal llegar a la concentración del equipo antes del inicio de la Copa del Mundo. "Combinamos el ciclismo, que es el deporte nacional y el más querido en Colombia, junto con el fútbol. Eso es algo excelente para nosotros", nos explicó Heriberto, uno de los integrantes del singular grupo.

Estos hinchas-ciclistas llegaron este mismo martes a Sao Paulo y, aunque no pudieron saludar a sus ídolos, se mostraron muy felices por haber cumplido una meta difícil: transitar los casi 5000 kilómetros que separan a Barranquilla de Sao Paulo en poco menos de veinte días. Para eso, pedalearon cuatro horas y 120 kilómetros por jornada. Parece un esfuerzo extraordinario, pero en realidad no lo es, porque los mueve el motor de la pasión.

Tras llegar a Cotia, el grupo seguirá viaje hasta la ciudad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais. Es un punto intermedio entre la capital paulista y Belo Horizonte, la sede del primer partido de la Tricolor en la Copa del Mundo. El grupo forma parte de la Asociación senior de ciclistas y está conformado por once barranquilleros y nuestro amigo Heriberto, oriundo de Quindío.

"Vamos a estar en los tres primeros partidos y queremos alentar al equipo nacional desde la bicicleta, que es nuestra gran pasión", afirma Heriberto y resume el pensamiento de "la otra" Selección que hoy estuvo presente en Cotia.

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Arena Itaquera
Sao PauloEl Arena Itaquera todavía no está listo

SAO PAULO (Enviado especial) -- A menos de 24 horas del comienzo de la Copa del Mundo, el estadio Itaquerao todavía no está terminado. Sí, pasaron casi cuatro años desde la oficialización del proyecto de construcción y en el día previo a la inauguración todavía se siguen viendo trabajadores en los alrededores de la cancha.

La construcción ha sufrido muchos problemas, desde huelgas y dificultades burocráticas hasta accidentes mortales. De hecho, el derrumbe de una tribuna a fines de 2013 fue una de las principales razones de este retraso que ha puesto muy nerviosa a la FIFA.

El día de nuestra llegada a Sao Paulo, el domingo 8 de junio, nos acercamos a la Arena Itaquera para retirar nuestras acreditaciones. El estadio es hermoso y los edificios aledaños son muy modernos, lo que demuestra que esto fue mucho más que un proyecto futbolístico. Fue un proyecto urbanístico.

El problema fueron los tiempos, claro. Ese domingo continuaban las obras, que aún no fueron concluidas a un día del Mundial. A pesar de esto, la presidenta Dilma Roussef repitió que todo estará listo para el jueves y que no hay nada de qué preocuparse. Es cierto, faltan detalles, pero hoy hay más obreros que hinchas en las afueras del campo de juego.

Según informó el diario Folha de Sao Paulo, sólo restan los detalles finales, como por ejemplo los jardines y las flores que estarán en el exterior. Tampoco están finalizados los dispositivos lumínicos y el estacionamiento VIP. Esos sitios fueron tapados con lonas de FIFA. Si hay poblemas, que se note lo menos posible.

El otro gran inconveniente que podría presentarse el día de la inauguración es el del transporte. Los medios hicieron paro hasta este lunes y amenazaron con retomarlo el mismo jueves. Si esto sucede, la Prefectura pondría en marcha el "plan de emergencia para la Copa del Mundo", que garantizará el arribo de los torcedores al estadio.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- En primer lugar, es necesario hacer una aclaración: este blog estará escrito, en muchas ocasiones, en primera persona. Es algo que se debe poner de manifiesto porque la opinión de un simple periodista no tiene gran valor en sí misma, es sólo una más de las tantas voces que se pueden escuchar cuando de una Copa del Mundo se habla. Sin embargo, un diario de viaje debe ser escrito en primera persona para destacar mejor las vivencias. Es decir, que a nadie le importa lo que le pase a Damian Didonato, pero quizás sí a una persona que, en determinado momento de su vida, presenciará el evento más trascendente de la humanidad.

Arena Itaquera
Getty ImagesAsí está el Arena Itaquera a tres días del comienzo

Parece una exageración hablar del "evento más importante de la humanidad", pero no lo es. Nada genera algo similar a lo que genera un Mundial de fútbol. No caeremos en el lugar común de decir que es "un mes en el que todo el mundo se transforma en una pelota", pero sí hay que tener en cuenta la dimensión de este campeonato. El fútbol es el juego más popular del mundo, el que más gente mueve y el que despierta más sentimientos en los pueblos. Y la Copa del Mundo es, por amplio margen, el certamen más importante de todos. En consecuencia, no hay nada como lo que se vivirá en Brasil desde el jueves.

Volviendo a las vivencias personal, primero es necesario poner en contexto mi presencia aquí. Debo decir que vivir un Mundial ha sido el sueño de mi vida desde que tengo memoria. Como muchos en mi país, la Argentina, mido mi vida en Mundiales. En tal Mundial comencé la primera, en tal Mundial tuve mi viaje de egresados, en tal Mundial me enamoré por primera vez. Y así. Nuestra existencia está regulada por intervalos de cuatro años. Por eso estar hoy aquí representa un sueño cumplido.

En México 86 tenía sólo dos años y no recuerdo nada, sólo sé que mis padres me llevaron a festejar junto con mi recién nacido hermano, cuyo nombre es fácil de adivinar: Diego. En 1990, con sólo seis años vi a Sergio Goycochea transformarse en el ídolo de mi patria. En EEUU 1994 sufrí mucho con la derrota de Colombia, una Selección siempre cercana a mis sentimientos. En el 98 disfruté como un francés más con el fútbol de Zidane. En 2002 me desvelé todo el mes para ver una Copa más mediocre de lo que esperábamos. En 2006 vi a la Selección Argentina más sólida que recuerde. En 2010 me maravillé con una España extraordinaria. Y en 2014 estoy aquí, en el lugar de los hechos. No puedo ser más feliz.

Será un mes intenso, de mucho trabajo, pero también de mucho fútbol, del mejor fútbol. Yo creo que todo lo que pasa en un Mundial tiene trascendencia histórica, desde un lateral hasta un gol en la final, todo es importante. Porque este maravilloso deporte es lo que es gracias a lo que ha sucedido en 84 años de historia mundialista. Sin las maravillas que nos regalaron los Mundiales, nada sería lo mismo, no sólo para cada Selección, sino también para nuestras vidas.

Llegamos a Cotia (Sao Paulo) junto al resto del equipo de ESPN el domingo por la madrugada. Nos recibió una ciudad calurosa, imponente y todavía un poco ajena al Mundial. Sí, a cuatro días del comienzo de la Copa sólo se ven algunos carteles, un par de puestos de venta de banderas y no mucho más. El clima mundialista explotará en las horas previas al debut de la Selección local, el próximo jueves. Tampoco vimos las protestas de las que tanto se ha hablado, pero con sólo unas horas en la capital paulista, aún no tengo autoridad para referirme a dicho sensible tema.

En el Arena Corinthians (aquí se lo conoce como Arena Itaquera, por el barrio en el que está ubicado) siguen trabajando contrarreloj. Aún no terminaron con los preparativos y el estadio todavía no luce terminado. Faltan algunos retoques finales, pero estará listo para la gran cita. Por otro lado, el trámite de la acreditación fue rápido y ágil, uno de los grandes objetivos del comité organizador.

Ya estamos listos para salir a la cancha, como el resto de las 32 Selecciones de la Copa del Mundo. En este diario de viaje, el objetivo es pintar una especie de cuadro subjetivo del Mundial. Serán ni más ni menos que las vivencias de un futbolero que está cumpliendo su sueño. Tan simple como eso.

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Rocky Falcao

FECHA
02/06
2014
por Damian Didonato
Rocky FalcaoIlustración Sebastián DomenechIgual que Balboa, Radamel perdió en su primera película. Pero espera tener revancha en Rusia

Rocky Balboa es un luchador. En el más amplio sentido de la palabra. Y digo es, en tiempo presente, porque su nobleza, bondad y coraje son muy fuertes como para morir en una simple historia cinematográfica. No es sólo un personaje de ficción, es un conjunto de ideales, una forma de plantarse ante la vida. Es conocer las limitaciones propias y pese a eso -y también por eso- encontrar la manera de salir adelante y triunfar. Pero no triunfar en tanto victoria o derrota, sino en tanto saber que se hizo todo lo posible por un objetivo.

Todo el mundo conoce la historia de Rocky, un boxeador de bajo perfil al que un día le sonríe el destino y le da una oportunidad de llegar a lo más alto. Sólo una. El muchacho pobre de Philadelphia de repente está ante la posibilidad de pelear por el título del mundo contra una estrella mundial. Nadie confía en él, sólo su entrenador y su amada. Con fuerza de voluntad, Rocky hace un gran papel pero pierde. Aunque aquella primera pelea contra Apollo es una derrota en las tarjetas, también es un triunfo indiscutible para su vida. Porque hizo lo máximo que podía y se derrotó a sí mismo.

La primera película de la saga de Rocky, escrita y protagonizada por Sylvester Stallone y dirigida por John G. Avildsen, fue estrenada en 1976 y ese año ganó el Oscar a mejor película. Luego, se produjeron cinco filmes más, que terminaron por instalar la figura de Rocky Balboa en el corazón de la gente. Nadie puede resistirse al Semental italiano, un hombre bonachón, incapaz de lastimar a nadie pero con una fortaleza extraordinaria.

Luego, Rocky se toma revancha de Apollo, derrota a Clubber Lang -ya con Apollo como su amigo y entrenador- y finalmente se mide a su oponente más despiadado: Iván Drago. En esta, la cuarta película de la saga, nos detendremos. El púgil soviético pelea contra Creed en el inicio del filme y lo asesina. Sí, en un combate de exhibición no tiene piedad y mata al amigo de Rocky. Nuestro héroe queda herido, destrozado. Y jura venganza. Pero no una venganza inescrupulusa y egoísta, sino una especie de revancha personal contra Drago y contra la vida. El final es conocido, Balboa gana porque tiene un corazón de hierro.

Radamel Falcao García se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda hace poco más de cuatro meses, en enero de este año. El país entero lloró la caída del guerrero, pero mantuvo la esperanza hasta último momento: si había un hombre capaz de derrotar a los pronósticos médicos, ese hombre era Falcao. Hizo todo y tuvo una recuperación fabulosa, pero no alcanzó. Como Rocky en la primera película, perdió.

Fue el abanderado del resurgimiento del fútbol colombiano, el jugador que volvió a llevar esta camiseta a la cima del fútbol mundial. Con sus goles en Europa y también con grandes actuaciones en el Seleccionado, Falcao se convirtió en el símbolo de esta nueva era para Colombia. Por eso la nación lloró con él cuando se supo la gravedad de la lesión. Pero también tuvo su misma confianza tras la operación. "Voy a hacer lo imposible por llegar al Mundial", dijo Radamel. Y lo hizo.

Falcao deberá alentar a la Tricolor como un hincha más. Y comenzar a pensar en Rusia 2018. Sí, en Rusia, el mismo destino en el que Rocky ganó la pelea más importante de su vida. Una similitud más entre nuestros dos héroes. No es difícil imaginar a Falcao entrenándose con la canción "el ojo del tigre" ni a Rocky moviéndose como lo hizo Falcao en las últimas semanas. Ambos son el mismo corazón.

"¿Cómo que no puedes? No existe el no puedes, esa frase no existe". Rocky Falcao o Radamel Balboa.

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King Kun

FECHA
01/06
2014
por Damian Didonato
King KunIlustración Sebastián DomenechKing Kun quiere llegar a la cima de la Copa del Mundo

En la película original de 1933, un director de cine inquieto viaja junto a una bella actriz a la isla de "Calavera", un territorio semi-desconocido donde habita un gorila gigante llamado Kong. La idea del cineasta es realizar un filme mostrando a la bestia. Pero algo improvisto sucede: Kong se enamora de la actriz. Tras pasar por varios problemas en la isla, deciden trasladar al monstruo a Nueva York.

En la gran manzana se desarrolla una de las escenas más célebres de la historia del cine. King Kong subido a la cima del Empire State, luchando contra las aviones que buscan derribarlo y con su amada en una de sus gigantescas manos. El final no importa en este caso, sólo es relevante la historia de amor.

Sergio Agüero llega a la Copa del Mundo con un único objetivo, como toda la Selección Argentina: dar la vuelta olímpica. No será fácil, Brasil es un destino muy poco amigable para la Albiceleste y el equipo necesitará de mucho amor y coraje para llegar a la gran final del Maracaná.

King Kun es una metáfora. Es la posibilidad de llegar a la cima en un territorio "enemigo". El resultado final puede ser positivo o no, pero Agüero es el hombre indicado para intentar hacer todo lo posible por uno de los amores de su vida: la Copa del Mundo.

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