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¡Hazte cargo, Chivas!

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Chivas hace un llamado "enérgico" a la no violencia (1:24)

A través de un comunicado, el equipo de Guadalajara condenó lo ocurrido en su hotel de concentración en Ciudad de México. (1:24)

LOS ÁNGELES -- Este viernes, tras la batahola que se desató en la periferia y a las puertas del hotel donde se hospeda el Guadalajara en la Ciudad de México, el área de medios del equipo decidió expiar a sus Chivas, buscando chivos expiatorios. Decidió culpar a los medios.

En términos de semántica y de una lógica muy rústica, Chivas decidió violentar la presunta violencia de los medios, con más violencia. Sí, de presunta víctima, a consumado verdugo. “Ayudaron a crear un entorno hostil con sus encabezados amarillistas y provocadores”, testimonia su cuenta de Twitter. Cierto, la pedrada rebotó en la puerta de mi casa, porque traía la dirección puntualmente escrita.

Lamentable la falta de cacumen por parte de quien ordenó, escribió y aprobó el tweet mencionado. Escupió para arriba. Haciendo clic aquí, pueden ir a la manzana de la discordia.

Primero, ubiquemos el entorno: es futbol. Pensar que una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, es capaz de engendrar y desencadenar violencia, es, sin duda, conceder demasiado poder a quien emite el juicio, la opinión o el análisis, pero, lo más grave, es el menosprecio de Chivas a su propia afición.

Es decir, el Guadalajara asume que la cabecita de sus aficionados es tan frágil, tan bobalicona, tan sensible, tan manipulable, tan maleable, tan débil de criterio y de análisis, que por una puntualización, irrefutable además, ese seguidor rojiblanco, como habría dicho Ángel Fernández, “agarre sus fierros como queriendo pelear”.

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0:44
Fernando Beltrán: 'A nosotros díganos las cosas de frente, pero así no'

El jugador de Chivas platicó con un grupo de aficionados rojiblancos cobre los hechos que se suscitaron esta noche en el hotel de concentración.

Me parece más violento reducir a piltrafas descerebradas a sus aficionados, creyendo que reaccionarán como zombis hambrientos, ante, insisto, una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, un juicio, una opinión. Chivas y su área de comunicación no le conceden a su aficionado la capacidad de analizar y discernir, sino que lo catalogan como títere de cualquier comentario. ¡Una vergüenza!

El tweet que adjunta Chivas en su publicación, y que aparentemente le hiere, le lacera, vaya, le sodomiza, hace énfasis en esta aseveración: “Cobran millones por festejar barridas, tirarse arañazos, sabotear técnicos y burlarse de su afición”.

El término “burlarse de su afición”, es incitador, según la institución, y me imagino que debe contar con la misma anuencia de Amaury Vergara, a menos que su autoridad, también en el área de comunicación, haya sido ya ninguneada y sobajada.

Cabe la pregunta, salpicando, claro, a dos sectores de Chivas. ¿Quién se burla más de su afición, el futbolista que ni remotamente hace su mejor esfuerzo para devengar su salario y corresponderle a su público, o el CM (community manager) tratando a sus seguidores de tontitos e incapaces de poder procesar lo que ven, lo que leen y lo que escuchan? ¿Verdad que lo segundo?

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7:07
César Caballero narra cómo se dieron los hechos en el hotel de concentración del Guadalajara

Aficionados de Chivas provocaron caos en las inmediaciones del hotel donde el equipo encabezado por Amaury Vergara y Ricardo Peláez se encuentra hospedado.

“Burlarse de su afición”, parece ser el motivo de la urticaria rojiblanca en un club que parece tener una alergia recurrente a la verdad. Este equipo, y muchos de este grupo de jugadores, han preparado el cadalso para entrenadores como José Saturnino Cardozo, Tomás Boy (QEPD), Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich y Marcelo Michel Leaño. Y sí, Ricardo Cadena, tú eres el próximo.

El futbolista de Chivas debería saber la repercusión de sus actuaciones. Y si no lo sabe, el club debería darle cursos sobre el tema. Saber que viste una camiseta, como la describió alguna vez, perfectamente, el Tigre Sepúlveda: “Es de seda, pero para algunos, pesa como plomo”. No es solo un equipo: era, hasta hace poco, el más importante en México y Estados Unidos.

¿Cómo se burla de su afición el jugador? Cuando ni siquiera le importa quién llega a la tribuna. O muy simple: cuando prefiere los palenques; el abuso de los brindis con vodka; los videojuegos, los salones de masaje, las fugas a medianoche, y cuando no sabe ni los rivales directos en la cancha, ni los partidos inmediatos a disputar. Cuando dedica más tiempo a acomodarse el copete, que a ver videos de su adversario en turno.

La expresión de Daniel Brailovsky, El Ruso, es incuestionable: “Para el jugador en Sudamérica el futbol es un proyecto de vida, pero el jugador mexicano lo toma como hobby, como pasatiempo”. Irrefutable.

Entonces, sí, el futbolista de Chivas se burla de su afición cuando tira a la basura el trabajo de cada jornada; cuando desoye a su entrenador; cuando menosprecia al aficionado, cuando sabe que su cheque está asegurado, y recurre al amparo de la odiosa frase: “Tenemos que seguir trabajando”, repetida semana a semana. Entonces, ¿qué han hecho desde 2017 a la fecha, semana a semana? Vegetar.

Ojo: es totalmente reprobable el comportamiento de los aficionados el viernes por la noche. Se transformaron en una turba enceguecida. Rinocerontes en cristalería. Pero, tener el descaro de decir que fue una sublevación originada en los medios no sólo implica poca inteligencia, sino un acobardado acto de escapismo a la realidad. El origen de esos actos es el equipo, su directiva y sus miserables resultados.

Al aficionado le molesta que su equipo sea el hazmerreír desde hace cinco años. Eso sí le indigna, aunque se equivoca en manifestarlo con actos de barbarie. Y también le enervan al seguidor de Chivas las contrataciones, fallidas y sospechosas. Y que Chivas naufrague en el fracaso y la mediocridad.

¿Qué puede festejar la afición del Guadalajara? ¿La llegada de un anquilosado americanista como Oribe Peralta? ¿Los tres goles del Chicote Calderón al América? ¿Las barridas? ¿Que el Pollo Briseño rete a los golpes a César Huerta en este monasterio de “la fuerza del afecto”? ¿Que “aquí ya no se hablará de descensos o de excusas, sino de títulos”, y que la sala de trofeos es un cementerio desde ese juramento?

Sin duda es más violencia simbólica o “subliminal”, y que exalta e irrita más a la afición, prometerle, semestre a semestre, torneo a torneo, que ahora sí, que se cuide el resto de la fauna de la Liga MX, porque Chivas va por todo... y al final se queda sin nada. Es engañar a sus seguidores, embaucarlos. Prometer, así, es mentir. Prometer, así, es sembrar la semilla para reclamos violentos, aunque reprobables sin duda, como el de este viernes por la noche.

El jugador de Chivas tiene una magnífica, bendita y generosa, aunque tal vez inmerecida oportunidad, este sábado al enfrentar a Cruz Azul. Muy probable es que, ocurran milagros, como lo relata Mateo (11:5) en el Evangelio: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados”. Contritos, arrepentidos, desesperados, pueden vencer a La Máquina.

Y entonces el universo rojiblanco cambiaría de colores. ¿Habrá una voz, una expresión, un encabezado, un tweet, un juicio, una opinión, que rebase lo que el futbolista haga en la cancha? Absolutamente, no. Entonces, la violencia no la origina ningún medio. Estrictamente, la engendra, la propaga y la propala el mismo equipo. Desde quien prometió echar a todos los incompetentes hace tres años (Amaury Vergara), hasta quien exhibió a sus propios compañeros, como lo hizo el Chapito Sánchez: “Dejémonos de mam...”.

Quiero cerrar este texto con un saludo al jefe de comunicación de Chivas, Édgar Martínez, quien asumo, está detrás de las reacciones del club en redes sociales. De antemano, siempre lo he considerado un tipo talentoso y profesional. A través de mensajes directos se lo he hecho saber.

Hace unos años, Édgar me invitó a platicar, aprovechando que él y yo estábamos en la Ciudad de México, con motivo de un partido de la Selección Mexicana. Charlamos, comimos. Me hizo una oferta muy tentadora para unirme a lo que aún era Univisión, aunque él ya gestaba el proyecto de TUDN. Me ofreció un programa del cual hacerme cargo, y un salario muy, muy generoso.

Me relató una anécdota muy simpática, que me permito revelar. “Estaba con mi papá viendo Raza Deportiva (ESPNDeportes), y le pregunté qué opinaba. Él me dijo que le gustaba, excepto ‘ese tipo arrogante, gritón, que puede saber mucho, pero me parece irrespetuoso”. El padre de Édgar hablaba de este aspirante a bloguero.

Édgar le respondió a su padre: “Pues ése es el tipo que necesitamos (en Univisión), ése es el personaje que necesitamos en televisión”. Ambos reímos y quedamos de contactarnos nuevamente. Al final, decidí seguir con ESPN, y sé que hice lo correcto. Unos, muchos, centavitos más, no compensaban el privilegio y el respeto a mi actual trabajo.

Relato esto, porque me llama la atención que ese tipo, que ese personaje, que tanto seducía a Édgar Martínez en aquel entonces, hoy termine siendo estigmatizado, desde su punto de vista como “provocador”. Omito el término amarillista, porque hay una generalizada incultura y desconocimiento sobre el término, su origen y su significado.

Édgar, sigo siendo el mismo de siempre. Un personaje que encaja con cierto consumo que reclama cierto sector de televidentes, y que te parecía apetecible para tu programación en ese entonces, pero que al final, disfruta de la bendición suprema de este oficio, el de escribir.