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El otrora Rey de Copas

BUENOS AIRES - A nuestro querido Rey de Copas está vez no le alcanzó. Perdió ante un equipo realmente insignificante, sin juego, tan ganable como una partida de ta-te-tí. Independiente de Santa Fe, de Colombia, un equipo como miles en el mundo.

Hay un tema en el fútbol profesional: todos se parecen, excelentes en la parte física, pero un desastre a la hora de jugar al fútbol. Hay sensación de que el fútbol se perdió en alguna estación antes de llegar al profesionalismo. Nadie juega y aquel que intenta jugarlo no sale de la previsibilidad. La mediocridad del juego es a veces, alarmante.

De otra manera no se explica, como un equipo con la historia de Independiente de Avellaneda, haya quedado afuera de una Copa, sin perder, con un simple y empobrecido empate. Las circunstancias del encuentro no tienen nada para analizar y son tan olvidables al punto que ya me olvidé. No obstante, el equipo tiene una terrible historia futbolística encima. No es cualquier equipo.

No queda otra que ir a las fuentes, ir al termómetro de los hinchas que siempre tienen la razón y nada mejor que tomarme cualquier colectivo en la estación constitución y dirigirme a Avellaneda. Me bajo en la Avenida Mitre al 1800 y camino una cuadra. Las calles están llenas de hinchas de Independiente que buscan una explicación, pero el hincha, filósofo de este tiempo, se consuela a sí mismo con muchas razones.

Adalberto Pereira, 43 años, periodista de un semanario barrio, me lo dice bien claro: “Mirá nunca jugamos bien y era casi factible que en Colombia se nos iba a complicar. Colombia, tierra caliente, siempre es reacia a los visitantes, a la hora de jugar encuentros decisivos. Y así, nos fue. Ya no necesitamos perder para quedar afuera de las cosas. Ahora nos alcanza con empatar y el día de mañana quién te dice... tal vez hasta ganando quedemos afuera...”.

Duro, durísimo, el comentario de Adalberto que me dio la espalda y me encerró en el vidrio de su vaso de cerveza.

Seguí caminando, sintiendo la tristeza del barrio. A los pocos metros me meto en un bar. Necesito un café duro, seco, exageradamente amargo.

Hace muchos años, cuando fui joven, supe mucho de este dolor. Mi piel roja sintió cada derrota mandándome electroshocks directo al corazón. Por suerte, ya me libré de ese dolor. Ver a gente caminando como perdida, soportando la tristeza de quedar afuera de una Copa, es algo que viví muchas veces.

¡Empatar ante Indepediente de Medellín, un equipo ganable, es caer muy bajo! Quedar afuera de una Copa en la cual Independiente de Avellaneda, el eterno rey de Copas, insinuaba ser uno de los mejores.

Pero no no pudo, no supo, el fútbol se alejó de él y terminó a los pelotazos, intrascendente, indebido y quedó afuera. Eso es todo, es tan poco lo que se puede decir cuando nos dan casi nada.

La Copa Sudamericana sigue y quedan River y Huracán, por el lado de Argentina. Veremos cómo responden estos equipos.