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Final de la Supercopa deja sensaciones contrastantes para Carlo Ancelotti y el Real Madrid y para Xavi Hernández y el Barcelona

Noches como las de Riyad son las que hacen daño, porque se puede perder, como hizo el Real Madrid, pero cuando el Barcelona te da el repaso que te da, es para salir muy enfadado del estadio.

Cuesta mucho rescatar algo positivo de los blancos. El Barça ganó con autoridad por 3-1, un resultado que, a juzgar por lo visto en el campo, podría haber sido más amplio. Si no llega a ser por Thibaut Courtois, alguno no podría ni mirarse al espejo.

Y es que el Madrid de la temporada pasada se difumina poco a poco, como aquel álbum de música que empieza muy fuerte con las primeras canciones y te engancha con unas melodías pegadizas, pero cuyo nivel baja con el paso de los temas. Esa es la sensación actual del conjunto de Carlo Ancelotti.

El italiano sigue empeñado en que el equipo ha de ser un bloque solidario para atacar y defender, pero, o sus jugadores no hacen lo que él pide o Carletto no es capaz de mantener la tensión en una plantilla como ésta.

Es algo raro, porque el equipo es casi el mismo que el año pasado. Eso sí, en la Final de la Supercopa se echó de menos a un recambio natural para Aurelien Tchouameni. Sin el trabajo del francés, Eduardo Camavinga volvió a estar perdido y Luka Modric y Toni Kroos aún buscan la chispa que les caracteriza, tanto a nivel físico como creativo.

En Manchester, mientras tanto, Casemiro celebra victorias frente al Manchester City de Pep Guardiola.

El Barça fue lo que Pedri pedía en las cámaras de ESPN tras eliminar al Betis: ser un equipo constante. Además, se notó que los culés tenían una marcha más en todas las facetas del juego: mejor circulación de balón, mejor físico y mejores ideas, porque Xavi Hernández se encargó de priorizar la forma al fondo en un alarde de movimientos tácticos que detrozaron la línea de flotación del Real Madrid.

Y sí, en el campo le doy la razón a Xavi: no era un 1-4-4-2 sino un 3-4-3 que, en fase defensiva se repliega a 4-3-3. Así lo pudimos comprobar a pie de banquillo desde el principio.

Precisamente, Xavi me pareció el ganador de la noche. Necesitaba un título para ahuyentar ciertos fantasmas que le rondan desde su llegada y le puede valer para ganar una tranquilidad y unos meses que nunca ha tenido.

Por seguir con el símil de antes, está por ver qué álbum de música acaba mejor la temporada. El Barça empieza a afinar su orquesta coral de jóvenes músicos, mientras que el Madrid, con su exigencia habitual de ganar títulos, ha de intentar que el disco, a estas alturas de temporada, no se raye.

El calendario es peligroso para Ancelotti.