<
>

Un Clásico para recordar: ¿Por qué ganó el Barça y por qué perdió el Real Madrid?

play
Barcelona venció al Real Madrid y acaricia el título de LaLiga (2:59)

El equipo catalán se quedó con el Clásico en el Camp Nou tras ganar 2-1. El Madrid picó adelante con gol en propia puerta de Ronald Araújo, pero los tantos de Sergi Roberto y Franck Kessie sirvieron para la remontada que deja a los blaugranas con 12 punto (2:59)

BARCELONA -- El Barça ganó el Clásico, y tres cuartos de Liga, por ambición, por coraje, fe e insistencia. Por creer que además de ser posible era necesario y que la mejor respuesta a quien le pone en la diana, anteponiendo el ‘Caso Negreira’ a cualquier otra circunstancia, era vencer.

Ajeno a polémicas artificiales y rebuscadas, celebró la victoria con la euforia lógica de quien se siente ya campeón. Y sin hacer caso, ni vale la pena ni es de recibo, a quienes mantengan que el gol anulado a Marco Asensio fue determinante porque, sí, algunos aún lo defienden, debió valer...

Fuera victimismos y fuera sistemas innegociables, el Barça antepuso la épica a la estética. Sin el plus de calidad que le ofrece Pedri, sin el vértigo y anarquía que personaliza Dembélé, Xavi apostó por construir un equipo solidario y tenaz.

Eligió a Sergi Roberto por encima de Kessié "porque Sergi entiende mejor el juego de posición del equipo" y transmitió a sus jugadores esa necesidad de dejarse llevar por el ánimo de un estadio entregado a los suyos como no se recuerda.

El Barça le debía a su hinchada un partido así. Un Clásico 'de los de antes' en el que la presión ambiental recordase a tiempos pasados. Ni goleadas, ni humillaciones (favorables o contrarias) ni protagonistas estelares y esperados. Un partido decidido por un intruso llamado Kessié a última hora que catapultase a un equipo con más emoción que brillantez.

El hambre y las ganas de comer se encontraron en el Camp Nou vestidas de azulgrana. Mientras el Madrid acudía al duelo agarrado a una remontada quimérica en la Liga y vendiendo que su guerra es la Champions, el Barça supo ocultar sus deficiencias creativas anteponiendo la prosa a la lírica. Y le bastó.

No fue el Barça más estético que se recuerda. Pero hay veces, contadas, en que la épica borra cualquier otra clase de discurso. Pocas como en este Clásico definitivo.

¿POR QUÉ PERDIÓ EL MADRID?

El Real Madrid perdió el Clásico, fríamente, porque el VAR le anuló, justamente, un gol a Marco Asensio que habría podido devolver la emoción a la Liga. Pero, más allá de esa jugada puntual, la derrota merengue se debería explicar, argumentar, en el poco colmillo ofensivo que ofreció en el Camp Nou. Y en la poca confianza que transmitió frente a un rival entregado a la épica.

Le ganó un Barça con poca estética futbolística pero sobrado de corazón. Fijado el partido en el último tercio sería justo afirmar aquello de que pudo ganar cualquiera. Como las finales de Copa que decidieron Gareth Bale y Cristiano Ronaldo para el Madrid o la que sentenció para el Barça, mucho más atrás en el tiempo, Marcos Alonso. Como aquellos goles definitivos de Guillermo Amor o Leo Messi en el Bernabéu... Clásicos para la historia que se decidieron en el último suspiro. Partidos aquellos, en su mayoría, que no fueron ganados a través de una superioridad palpable.

El Madrid, que sumaba dos victorias y dos empates en sus últimas cuatro visitas al Camp Nou y que apenas había perdido en dos de sus últimas diez, se presentó en el coliseo azulgrana con el recuerdo aún fresco del último Clásico, que perdió en Chamartín a pesar de someter al Barça futbolísticamente como no se recordaba. Pero lejos de tomar el protagonismo esta vez se quedó embobado ante el ánimo innegociable con que afrontó el equipo de Xavi el partido.

Si tenía que ser una batalla lo sería. Y si en tiempos modernos, cuando sin brillantez no había Barça, había que decidir el ganador por el coraje y las ganas... Ahí se quedaron sorprendidos y sin respuesta los jugadores de Ancelotti.

El Clásico no se decidió hasta el tiempo añadido porque Courtois lo evitó mucho antes. Mientras Ter Stegen fue poco menos que un espectador de lujo, sorprendido en el autogol de Araújo, el belga salvó hasta tres goles a Lewandowski y Raphinha.

Lo quiso más, mucho más, el Barça. Y el Madrid respondió con timidez. Quizá esperando un golpe de suerte que solo persiguió decididamente en el último tercio del partido. Y ahí recibió un golpe de realidad. Curiosamente no fue Lewandowski quien le sentenció. No fue ninguna estrella porque en una noche tan especial fueron a convertirse en protagonistas los menos esperados.

Y se acabó la Liga. Porque pensar otra cosa, con doce partidos de Liga por delante, se antoja una quimera.