El Barcelona enlazó tres victorias, después de diez meses, y enlazó, también, tres partidos, solventados con goleadas, a la altura de lo esperado. Pasó como un ciclón por Mestalla, aplastó al Nápoli en el estadio Diego Armando Maradona y en su regreso al Camp Nou, derrumbó al Athletic con otra goleada e idénticas sensaciones.
Doce goles en los últimos tres partidos suma el equipo azulgrana que cierra el mes de febrero con la mejor de sus sonrisas, en el que Aubameyang ha encajado como un guante y Luuk de Jong, a quien se buscó una salida hasta el último día del mercado de invierno, aprovecha sus minutos con una contundencia fuera de lo común. Hasta Dembélé, maldito a ojos de la hinchada, se suma a la fiesta con un golazo y una asistencia final para Memphis, reaparecido a tiempo para disfrutar de esta renovada imagen de un Barcelona que ya provoca temor a cualquier rival.
Bien posicionado, notable en la combinación, excelente en el cambio de ritmo y hasta soberbio en el esfuerzo colectivo, este Barça ya empieza a dar los síntomas por los que apostó Xavi a su llegada al banquillo, allá por el mes de noviembre. El entrenador, optimista por naturaleza, ha mantenido el mismo discurso futbolístico desde el primer día y ha sabido, beneficiado por un mercado de fichajes que se descubre ahora magnífico, relanzar al equipo como pocos podían imaginar en Navidad.
Agobiado por las urgencias del marcador, deprimido tras su caída en la Champions y tocado por sus eliminaciones en Supercopa primero y Copa del Rey después, Xavi se mantuvo firme en sus postulados, mostrando sin disimulo una hoja de ruta en la que el balón en la principal razón de ser y a la que han ido pasando los meses esa idea ha ido cuajando en una plantilla que ha pasado de esa depresión a un optimismo indiscutible.
Adama Traoré y de la excelencia goleadora que personaliza Aubameyang (cinco dianas en tres partidos), el crecimiento inesperado de Serginho Dest, la solvencia de Piqué, el liderazgo de Busquets, el regreso de Pedri o la recuperación de Frenkie de Jong han sido fundamentales para explicar ese cambio de imagen de un equipo que ya mira al futuro con seguridad, muy alejado de las dudas de un pasado no tan lejano.
El neerlandés estampó el 4-0 en el cierre del partido, con asistencia de Dembélé.
Se entiende una temeridad pensar que está a tiempo de pelear por la Liga atendiendo a los 15 puntos de desventaja que tiene con el Real Madrid (aunque con un partido pendiente), pero observando lo que ocurre en el césped no es una quimera pensar que este Barça está llamado a pelear por todo lo que se le ponga por delante.
Probablemente hay un partido ahora marcado en rojo: el Clásico del 20 de marzo en el Bernabéu. Allí se podrá soñar o despertar... Pero, de momento, lo que es una certeza es que el Barça ha vuelto. Y lo ha hecho con grandeza.