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Diego Cocca, con muchos pollitos y 30 partidos para madurarlos

LOS ÁNGELES — Con la escoba en una mano y con un rosario en la otra. Así presentó Diego Cocca su convocatoria de 34 jugadores para enfrentar a Surinam y a Jamaica, e iniciar su gestión con intenciones de pisar los territorios del Mundial 2026.

Hizo limpia. A las piezas del museo las dejó ahí: no más Andrés Guardado ni Héctor Herrera, no más Javier Hernández o Carlos Vela, aunque llama la atención la fe ciega en las últimas horas de Héctor Moreno. Guillermo Ochoa, aparentemente gestionó su regreso de manera directa, en ese afán por ser el primer jugador en la historia que pueda jugar seis copas del mundo.

Tras retirar casi toda la polilla, Cocca se concentra en los pocos jugadores sólidos y en los que hay un perfume inconsistente, sin embargo, de futuro. Quedan ahí Edson Álvarez, el mejor mexicano en Europa, y se mantiene el Chucky Lozano, todo un redimido con el Nápoli. Y claro, Henry Martín se ha ganado a pulso su comparecencia, con lo que pueda implicar de provecho para la solidez de Santiago Giménez en el Feyenoord.

Hay llamados que evidentemente significan un examen final: Raúl Jiménez y Jesús Gallardo, así como desengañarse en el caso del portero Toño Rodríguez.

¿Por qué 34? Porque simplemente quiere empezar a expulgar y a expurgar los jugadores de los que puede disponer. Hay talento, hay calidad, hay versatilidad, hay recursos. La gran duda de Cocca, que es la que acompaña a mucha afición mexicana, es si alcanzará a tener el tiempo, la sabiduría, la capacidad y los medios para poder madurar a esos futbolistas.

Cierto, algunos de esos jugadores apenas saliendo de ese cascarón retardado, retrasado, retrógrado, en que germina el futbolista mexicano, con la obligación de convertirlos en gallitos de pelea. Son tres años y medio, y si México prospera en jugar finales de los torneos que le aguardan, además de los juegos amistosos, llegará con cerca de 30 partidos de preparación, es decir una sólida posibilidad de desarrollo.

Además, con el padrinazgo de Alejandro Irarragorri y los grupos multipropietarios de Orlegi, Azteca y Caliente, Cocca contará con una gran ventaja que no tuvieron Juan Carlos Osorio ni Gerardo Martino: los microciclos. A sus antecesores, le fueron prácticamente negados, y ahora habrá mayor sensatez o sentido común para respaldarlo.

¿Por qué no está Víctor Guzmán de Chivas? Por lo mismo que nunca lo consideró Gerardo Martino. Es la penitencia por aquel positivo de dopaje, que nunca fue aclarado, y que el jugador mismo se comprometió a destapar la Prueba B ante las autoridades del laboratorio en La Habana, Cuba, y con sus abogados presentes.

Recuérdese que Decio de María después negociaría todo con Jesús Martínez, para que sí jugara con Pachuca, y lo extraño es que este positivo de Víctor Guzmán nunca fue notificado a la FIFA ni a la Agencia Mundial Antidopaje. ¿Por qué? Otro de los tantos misterios de la FMF que seguramente quedarán al descubierto el Día del Juicio Final por la tardecita.

Comienza pues Diego Cocca con buenos augurios. Tratando de rejuvenecer al Tri, y tratando de explorar en esa cabecita compleja del futbolista mexicano, una fórmula de éxito. Insisto: tiene tiempo y tal vez 30 partidos o más, antes del Mundial 2026, para hacer todos los ensayos posibles.

Por lo pronto, La Famiglia, se diría en términos de la mafia, esa Famiglia del futbol mexicano, tendrá que determinar la ruta crítica, y la tolerancia a los resultados que se vayan presentando y al temperamento de Cocca para encarar las presiones que se presenten.

Es decir, el temperamento de esa volubilidad, de esa bipolaridad de La Famiglia del futbol mexicano podrá medirse puntualmente, tan pronto como los resultados y el funcionamiento ante Surinam y Jamaica.

De algo puede estar seguro: si hay tropiezos en amistosos, o torneos oficiales, será respaldado a muerte por Irarragorri, y solamente, en una decisión audaz, calenturienta e intempestiva, sería removido por Emilio Azcárraga Jean para llevar a su eterno mimado: Miguel Herrera.