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Confiemos en Argentina

BUENOS AIRES -- La doble jornada de Eliminatorias Sudamericanas dejó a Argentina en un lugar mucho más cómodo del que ocupaba en la tabla hace una semana, aunque todavía no esté en zona de clasificación. Pero lo más importante, por encima de los resultados y de los puntos, es que apareció la personalidad que se le pedía al equipo de Martino.

A mí manera de ver las cosas, Argentina jugó bien los dos partidos. En ambos tuvo mejores primeros tiempos que segundos, contó con oportunidades de liquidar el resultado y terminó sufriendo más de la cuenta. Pero podría haberse llevado los seis puntos y hubiera sido justo.

En todo caso, contra Brasil pagó muy caro el no haber confirmado en el marcador la superioridad que mostraba en el juego. Cuando uno enfrenta a rivales del mismo nivel, es suficiente que se equivoque en una para que el resultado no refleje todo lo bueno que se hizo antes.

Lo que no hay que olvidarse es cómo llegaba la Selección a estos compromisos: en una posición difícil en la tabla de posiciones, con muchos cuestionamientos y sufriendo varias bajas, las más relevantes en el ataque. En ese contexto, es más meritorio todavía lo que se logró, porque muestra que, ante la adversidad, Argentina tuvo el carácter que requería la situación.

En consecuencia, las dos actuaciones que pasaron generan confianza para lo que se viene. Más pensando en la cantidad de cambios obligados que tuvo que hacer Martino, que incluyen tanto lo individual como el planteo colectivo.

No es un detalle menor la capacidad de adaptación que tuvo Argentina para enfrentar estos partidos. Además de haber tenido que enfrentar a dos equipos mundialistas sin varios hombres importantes en ataque (Messi, Agüero, Tevez...), sufrió lesiones durante la semana y hasta tuvo que cambiar su esquema. Contra Colombia se paró con tres volantes centrales y, a juzgar tanto por el desarrollo como por el resultado, fue una apuesta que funcionó.

Está claro que, como toda elección táctica, se gana y se pierde. Con ese eje de mediocampistas tuvo más recuperación, pero perdió tenencia. Los volantes especializados en recuperar suelen entregar rápido y corto a los que crean, algo que se sacrificó con este esquema. Piensen en Busquets en Barcelona: cada pelota que consigue se mueve enseguida hacia los creadores (como lo era Xavi o lo es Iniesta), muchas veces hacia los costados o hacia atrás, para que ellos elaboren juego.

Además, independientemente de los nombres disponibles, Martino suele parar a tres atacantes netos, con más vocación por la ofensiva que por la generación. Esa falta de transición rápida de defensa a ataque seguramente conspiró contra la creación de más oportunidades.

Pero aun así, Argentina tuvo muchas chances: cuando los del medio encontraban a los de adelante, estos últimos hicieron la diferencia. E incluso los volantes llegaron a posiciones de gol, como lo demuestra la conquista de Biglia contra Colombia o el tiro en el palo de Banega que hubiera liquidado el pleito frente a Brasil.

Banega fue, sin dudas, uno de los hombres más activos en ambos partidos y uno de los puntos altos de la Selección. Pero también merece destacarse la actuación de Higuaín, que muchas veces ha sido criticado y esta vez pasó la prueba con creces.

El 9 hizo un gran trabajo, tanto con pelota como sin ella e incluso lejos del lugar donde más cómodo se siente, que es el área. Asistió a Lavezzi en el gol ante Brasil y también dejó de cara al gol a Di María en lo que que pudo haber sido el 2-0 ante Colombia.

De los delanteros centro con que cuenta Martino es probablemente el de perfil más bajo, pero ha sido uno de los que más ha jugado y anotado en los últimos años, bajo distintos técnicos. Y eso lo eleva por encima de las críticas exageradas que recibió por jugadas puntuales.

La defensa también subió su rendimiento. Falta todavía regularidad en el lado derecho, donde las lesiones y suspensiones fueron obligando a cambiar sobre la marcha, pero los centrales respondieron, con un Funes Mori que estuvo a la altura y se bancó lo que se tenía que bancar.

En definitiva, sin haber entrado todavía en la zona de tranquilidad, Argentina quedó mejor parada en la tabla y mostró una clara mejoría, dejando atrás a dos rivales complicados pese a las ausencias.

Es muy temprano aún para pronósticos, pero Ecuador sigue aprovechando el impulso de su victoria inicial de visitante ante Argentina y se mantuvo con puntaje perfecto. Y si bien solamente van cuatro partidos de 18, cuidado que ya tiene casi la mitad de los puntos que se necesitaron otras veces para ir a repechaje.

De ahí para abajo, todo está muy peleado: Uruguay se sobrepuso, con su carácter de siempre, a la ausencia de Suárez y a un Cavani que no está en su mejor nivel. Brasil parece no terminar de reponerse del golpe del Mundial 2014 y sigue mostrando una versión muy limitada de lo que supo ser. Chile se muestra irregular y le siguen anotando demasiado pese a hacerse dueño de la posesión. Paraguay volvió a estar prendido, pero todavía no le llegó el momento de las grandes pruebas. Y Colombia no termina de repetir todo lo bueno de su campaña mundialista.

Por último, por debajo de todo aparecen Perú, Bolivia y Venezuela: todos ellos tendrán que mejorar mucho para dar pelea.

Ante ese panorama, confiemos en que Argentina ratificará los motivos que lo han llevado a estar, estos últimos años, de manera permanente entre los mejores. Solamente queda esperar a marzo 2016 para confirmarlo.

Felicidades.