Barcelona venció 3-1 al Milan y cerró su pase a octavos

BARCELONA (Jordi Blanco/Corresponsal) -- Al Barça le bastó jugar a medio gas para superar a un Milan animoso pero decadente y cerrar matemáticamente su clasificación para los octavos de final. Un partido discreto que sirvió, eso sí, para contemplar que Messi sin estar en plenitud sigue siendo mucho.

El crack argentino ofreció una imagen mejorada respecto a su última aparición, marcó dos goles y se ofreció como en los mejores días. Se le nota falto, todavía, de esa punta de velocidad pero a la vez se le ve de regreso. Aunque curiosamente, sus mejores minutos de cara a la meta rival coincidieron con la presencia de Cesc en el campo.

Fàbregas entró bien entrada la segunda mitad en lugar de un Iniesta fallón, lento y fuera de sitio para recuperar la prestancia de un Barça que durante muchos minutos cedió la iniciativa al Milan, que debió no creer una situación nunca vista en los últimos años.

El equipo italiano mantuvo con calma el 0-0 hasta que Abate agarró dentro del área a Neymar y Messi abrió de penalti el marcador. No mucho después una falta sobre el propio brasileño la botó Xavi para que Busquets fuera el más listo de todos ganando la posición para rematar de cabeza.

En 40 minutos ganaba el Barça por 2-0 y parecía finiquitado el encuentro... A pesar de que en el Milan alumbraba la figura de un Kaká desconocido respecto a su etapa madridista, enchufado, rápido, listo. Un Kaká que le ganó una vez la posición a Piqué y que rozando el descanso retrató por velocidad a Alves, antes de lanzar un centro envenenado que Piqué tocó con la mala fortuna que acabó en su portería.

El 2-1, de entrada, preocupaba menos de lo esperado por cuanto no se ofrecía opción a ese Milan... Que ya despertó a raiz de la entrada de Balotelli. En la segunda mitad el Barça perdió ese control anterior. Por si solo Balotelli asustó en el campo y a la grada y durante varios minutos sobrevoló el fantasma del empate.

Lento y alejado de la capacidad de sorprender, el Barça se volvió un equipo monótono y defensivo, llegando a cederle el campo al Milan para buscar la contra.

Le costó reaccionar a Martino pero cuando lo hizo se demostró que hay quien está y a quien se le espera. Apareció Cesc como un ciclón fresco para revolucionar a Messi, enchufar otra vez a Neymar y devolver el mando a un Barça que antes, bajo la batuta compartida por Xavi e Iniesta se había ido acurrucando.

Y apenas seis minutos después de entrar en el campo Cesc, se reencontró con el balón y con Messi. Y Leo, recibiendo el regalo de su compañero, sentenció la victoria superando por arriba a Abbiati.