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Orígenes de la pasión: Friedenreich, el brasileño que fue más que Pelé

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MÉXICO -- El primer crack brasileño no tenía uno de esos sobrenombres llenos de samba, que forman parte del imaginario de la Verdeamarelha. Se llamaba Artur Friedenreich. En Uruguay lo apodaban "el Tigre"; en Brasil, el "Pie dorado". Su padre era un inmigrante alemán y su madre una negra brasileña.

Mulato de ojos verdes cubría la posición de centro delantero, a pesar de que el racismo colmaba las canchas y las tribunas brasileñas de principios del Siglo XX lo despreciaban por su color café.

Remataba con potencia desde ambos perfiles y tenía un prodigioso remate de cabeza. La suma de esas virtudes se cuantificó en los 1329 goles que anotó en 1239 partidos. Esa es una cifra mítica, un juego de números que aparece recurrentemente en su poco conocida carrera.

La cifra rebasa al rey Pelé, a quien los libros de records le adjudican 1284 goles. Friedenreich nunca falló un penal y el primer título internacional de Brasil vino de su botín. Fue en la Copa América de 1919. Anotó el gol de la victoria en la final contra Uruguay, ese ratón que tenía preparados tantos sustos para el elefante brasileño. Pero aquella tarde, en el estadio de Fluminense, el balón fue de los amarillos. Las crónicas fueron muy emotivas: "Estaban en el segundo tiempo de compensación y el cansancio comenzaba a mandar en los dos equipos. Neco desbordó por la derecha perseguido por Foglino y remató al arco. El portero rechazó la pelota a los pies de Friedenreich, el Tigre la tomó a media altura y sacudió las redes". Era el minuto 122 y los brasileños escribían las primeras letras de su historia ganadora.

Aquel título del 19 fue apoteósico. Friedenreich fue cargado en hombros. Su gol y el triunfo fueron celebrados por todo Brasil. El único defecto fue que el héroe era mulato en un momento en que el racismo aplastaba a los futbolistas de color en Brasil y que hacía que el Tigre, avergonzado por su cabello rizado, intentara alaciarse en el vestidor antes de salir a los partidos. Otro jugador de la época, Carlos Alberto, se ponía talco en la cara para disimular su piel café. La tribuna, burlona, castigó la falsedad con el apodo Foz de Arroz (Talco de arroz). A pesar de su gran calidad, ambos jugadores sufrieron el desprecio por no ser de tez blanca.

"El Tigre" jugó entre 1909 y 1935 y en la época amateur anotó por lo menos un gol por semana. Fue siete veces campeón de la Liga Paulista con diferentes equipos que incluyeron el MacKenzie, Germania, Ypiranga, Americano, Sao Paulo y Flamengo. Ahí fue considerado como uno de los precursores de lo que después enamoraría al mundo con el nombre de Jogo Bonito.

En su carrera de 26 años encontró varios cambios en el futbol brasileño. El amateurismo terminó y el racismo se suavizó. El director Menotti del Picchia llevó al cine la película Campeao de Futebol. El protagonista era Friedenreich. La cinta da fe de sus logros. El goleador imparable existió, aunque muy pocos lo recuerden.