BRASILIA (Enviado especial) -- Ahí están los jugadores argentinos, revoleando sus camisetas junto a los hinchas, reafirmando el sentimiento, sin poder parar.
El sufrimiento quedó atrás. No el de este duelo de cuartos en Brasilia, porque a decir verdad, fue mucho peor el temor previo de lo que que realmente sucedió. Es la descarga tras conseguir el pasaje a semifinal, ese que se mostró esquivo durante los últimos 24 años. Por eso el desahogo. Por eso las ganas de sacarse una mochila pesadísima.
Es el final del partido y se festeja. Mucho. No, no es el título. Pero sería un error minimizar lo logrado por tener dos Copas del Mundo. Ya lo dijo Sabella, "los argentinos nos creemos más de lo que somos". Quedó a las claras lo que costó llegar a esta instancia en los últimos cinco torneos. Y en este Mundial, también.
Ya habrá tiempo para analizar el juego y la actitud. Para debatir sobre la postura adoptada o los hombres elegidos. Eso formará parte de un próximo texto.
Por ahora, es momento de celebrar para Argentina. Como lo hacen los cientos de simpatizantes que se niegan a irse del Mané Garrincha. Cantando en la tribuna, en los accesos a la platea.
Andá a sacarle la ilusión al hincha. ¿Cómo le explicás que antes de la soñada final con Brasil hay una semi con Holanda o Costa Rica? Imposible. Ellos vuelan. Y ya le cantan a Brasil. Porque hay algo personal.
Ahí está el equipo de Sabella. Cantando. Festejando. Soñando. Ganando, aunque sin sobrarle nada.
Paso a paso, como se hacen las cosas que terminan bien.