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Un representante del Calcio en la final

BUENOS AIRES – Nicola Rizzoli, árbitro italiano de 42 años, será el juez encargado por la FIFA de administrar justicia en la gran final del Maracaná entre Argentina y Alemania. Obviamente Rizzoli pertenece a la UEFA, y el designador arbitral, el suizo Massimo Busacca, tuvo que salir a aclarar que, al momento de la elección, se apuntó a un criterio de calidad antes que a consideraciones de carácter regional.

De cualquier manera, Argentina no tiene motivos para estar preocupada por su origen europeo, puesto que Rizzoli, a su cuarto partido en este Mundial, luego del debut algo incierto en el partido entre Holanda y España (cobró un penal inexistente), dirigió dos veces a Argentina, ante Nigeria y Bélgica, en ambos casos con buena tarea general. Es más, las infaltables "voces de corredor" susurran que Rizzoli había sido explicitamente indicado como solución agradable para la AFA.

Es la tercera vez que un italiano dirige la gran final mundialista (sólo Inglaterra lo hizo mejor, con 4 árbitros "finalistas") y también este dato provoca una sonrisa en el ambiente albiceleste, puesto que el primero, Sergio Gonella, dirigió en 1978 el triunfo de la Argentina del Matador Mario Kempes ante Holanda, mientras que Pierluigi Collina administró justicia en la final de 2002, cuando Brasil derrotó justamente a Alemania.

En suma, Argentina debería sentirse como quien pescó un comodín del mazo, puesto que tanto los dos partidos con el propio Rizzoli en este torneo como los recién citados antecedentes históricos lucen sumamente favorables. En Italia se usa mucho un viejo dicho, "no hay dos sin tres": creer o reventar, eso podría confirmarse el domingo por partida doble.
Pero miremos la ficha de Nicola Rizzoli, quien será coadyuvado por los asistentes Renato Faverani y Andrea Stefani y por el ecuatoriano Carlos Vera en el papel de cuarto hombre. Nació el 5 de octubre de 1971 en Mirándola, pequeño pueblo en la provincia de Módena que pasó a la historia gracias a su ilustre ciudadano, Giovanni Pico, más conocido como Pico de la Mirándola, indicado por las leyendas de final del Siglo XV como el hombre de mayor memoria del mundo.

Rizzoli dirigió 183 partidos en Serie A, con 81 triunfos locales, 56 empates y 46 éxitos externos, en los que cobró 70 penales (promedio superior a uno cada tres partidos) y 55 expulsiones. En su carrera internacional, donde sobresalen la final de Europa League de 2010 entre Atlético de Madrid y Fulham, y la de Champions League de 2013 entre Bayern Munich y Borussia Dortmund, esos números se repiten bastante fielmente, puesto que en 77 encuentros dirigidos presenta un promedio de 0,32 penales por partido (25 en total) y 10 tarjetas rojas, que a su vez arrojan un promedio de 0,13 por encuentro.

Dejando a un lado los números, hay que decir que Rizzoli es técnicamente un buen referí: dinámico, siempre cerca de la jugada y bien posicionado en la cancha. Como mayor defecto, diríamos que habla demasiado con los jugadores, si bien de manera muy tranquila. Si es cierto que en este Mundial se eligió un criterio permisivo (el famoso "siga, siga") en favor de la continuidad del juego, entonces podemos decir que su presencia en la final es lógica, porque ese fue siempre su estilo de conducción.

En Italia, si bien es considerado el mejor de la actual, mediocre generación arbitral, se le reprocha una cierta tendencia a "decidir" el resultado. Por otra parte, sus números con los equipos grandes son sumamente contradictorios y parecen responder a cierta obsecuencia hacia el "poder central", un defecto que es exclusivamente de cabotaje y no aparece en sus partidos internacionales.

En todo caso, si es que también en este caso sucumbe a la tentación de "decidir" el resultado, sólo hay que esperar que decida bien... Por nuestra parte, no podemos que desearle lo que se le desea a cualquier referí en circunstancias parecidas: que pase totalmente inadvertido.