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Más grande, suelto y atrevido

Leo Mayer, en gran momento Getty Images

NUEVA YORK (Enviado especial) -- Casi 400 personas, mucho ruido y un fuerte sol, aunque menos intenso que el del día previo. Una cancha, la 13, que pese a que vio despedirse el miércoles al colombiano Santiago Giraldo y al argentino Carlos Berlocq, no le provocó ningún trauma a Leonardo Mayer. Mucho más maduro, suelto, con gran confianza y agresividad en su máxima expresión, el correntino se dio el gusto de meterse por primera vez en su carrera en la tercera rueda en tres Grand Slam seguidos. Además, igualó la ronda alcanzada en el US Open de 2012. Todos motivos para estar feliz.

Y esa felicidad la reflejó a la hora de hablar con los periodistas. "¿Qué cambié? Nada, que antes la pelota no entraba y ahora sí", fue la respuesta entre risas del Yacaré, amante de la pesca, a la consulta del único cronista japonés que acudió a la sala 3 del complejo de Flushing Meadows. Más de uno se preguntará el por qué de la presencia de un nipón, cuando Mayer terminaba de eliminar en la segunda vuelta a un australiano, Matthew Ebden. Es muy simple y con visión de futuro (muy cercano): el próximo rival del argentino será, el sábado, Kei Nishikori (10° preclasificado) y líder absoluto del tenis asiático.

Suelto, descontracturado, con una sonrisa amplia y muchas salidas oportunas, graciosas, Leo Mayer dejó en claro que vive el mejor momento de su carrera deportiva. Es que se lo ve distinto, más relajado, aún cuando está en pie en uno de los cuatro principales campeonatos, lo que a su vez a más de uno suele generarle más tensión. Además, se lo nota locuaz, sin los nervios de otros años. Él mismo admitió: "Estoy más grande. Sé que Nishikori es un rival muy completo, duro, él es el favorito por nivel y ranking y yo sé que tengo las de perder. Pero no me preocupa eso". Y agregó: "Sé que le gusta jugar sobre la línea y tendré que seguir haciendo mi juego".

Creérsela. Esa palabrita clave es la que marca el gran cambio en la trayectoria del correntino, de 27 años. Contra Ebden fue uno de esos típicos encuentros que, en otros tiempos, se le podía complicar al actual N°2 del tenis argentino y latinoamericano. Y este jueves lo resolvió con autoridad, en tres sets. Es que el 23° cabeza de serie jugó con soltura, fue por más desde su potente saque y lo siguió con casi todas sus derechas, con profundidad y buscando varias veces las líneas, ya sean las laterales o la final. Se vio un jugador atrevido, lejos de verse presionado en su primer certamen de Grand Slam como preclasificado. Por el contrario, "sin despeinarse", siguió su libreto y concretó una racha personal inédita.

A la hora de responder en serio, Mayer no dudó: "Ahora estoy jugando y entrenándome bien, sin problemas físicos que me quitaban continuidad. Eso me da ritmo y confianza. ¿Si es una ventaja ser preclasificado? Sí, pero igual hay jugadores con peor ranking que andan muy bien y hay que respetar a todos. No sé si a mí ahora me miran diferente, pero yo no lo hago con los demás". Ese sí es el Yacaré de siempre, humilde, de perfil bajo y nunca con la cabeza en alto como gesto de grandeza. Justamente, su grandeza pasa por su sencillez.

Claro que debe creérsela, en el mejor de los sentidos, por sentirse con fe en su juego y potencial, pero nada de pensar que por ser hoy el 26° de la ATP va a pasar por encima a muchos colegas. La misma madurez y alegría las ratificó, minutos después, con humor, cuando agradeció los elogios por haber llegado por lo menos a la tercera ronda en tres Grand Slam. "Sólo me falta en el Abierto de Australia, este año hice segunda, sólo que se me escapó contra Djokovic, jaja". Ese partido lo perdió en enero último en tres sets y sin tener chances.

Jugando por momentos con su credencial colgada del cuello, pegándole con las manos, dijo sentir las canchas duras del US Open "más lentas" que hace 12 meses. "Trato de atacar más, así acorto los puntos y además para darle sorpresa al rival", añadió. Y volvió a provocar sonrisas cuando contó: "Me tocó en esa cancha 13 que es un quilombo, había mucho ruido y música durante el partido". Sólo de un tema prefirió no hablar, quizá por cábala, para seguir enfocado en este torneo: "De la Copa Davis no quiero opinar de nuestras posibilidades con Israel, porque todavía sigo acá en carrera en singles y dobles. Después hablamos".

Como otra demostración de la versión Mayer 2014, en especial justo la actual, con su primer título bajo el brazo (ganó el ATP 500 de Hamburgo, frente a David Ferrer), fue claro al responder cómo cree que actuaría en caso de llegar a ser una estrella. "No me voy a esconder, seguiré igual. Soy humano. Mi actitud en la cancha cambió gracias al apoyo de mi equipo, tengo más años, es así", afirmó, sin ponerse colorado, el pupilo de Leo Alonso. Bienvenido que sea así el Leo más famoso de los dos, aunque todavía no lo es tanto. Los años le dieron paz y se nota que le sabe sacar provecho.