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Conforman un grupo exclusivo

Watkins es uno de los cuatro novatos con ritmo de superar las mil yardas áeras. Getty Images

El coach de receptores de los Buffalo Bills, Rob Moore, escuchó los pasos, entonces se detuvo a medio camino, curioso por lo que sucedía en las instalaciones del equipo a las 6:00 a.m., en el primer día del campamento. Caminó hacia un grupo de salas de juntas y vio luz emanando de una de ellas. Para cuando Moore descubrió al receptor novato Sammy Watkins --con audífonos en las orejas y un iPad entre las manos-- el coach no pudo evitar una sonrisa. La selección de primera ronda estaba revisando jugadas, formaciones y cualquier otra información relevante que le diera ventaja una vez iniciada la primera práctica.

Moore ya sabía del talento electrizante de Watkins, un receptor dotado con tamaño, velocidad y habilidad dinámica para ejecutar. Pero lo que realmente le convenció sobre las probabilidades de Watkins para desempeñarse como novato, fue su compromiso laboral desplegado en esa mañana de Mayo. "Nadie tuvo que pedirle eso a Sammy antes del arranque del campamento", dijo Moore. "Simplemente supimos que era importante que surgiera de él hacer eso".

Dar un extra ha rendido frutos para Watkins, y ha sido el mejor jugador ofensivo para un equipo de los Bills que continúa en la pelea hacia los playoffs de cara a las últimas tres semanas de la campaña. También lo ha vuelto parte de la que se ha convertido en la mejor generación de receptores novatos que ha visto la NFL en su historia. Tan bueno como Watkins ha sido --tiene 58 atrapadas, 822 yardas y cinco touchdowns-- ni siquiera ha logrado ser el estelar en ascenso más productivo entre los novatos de esta temporada. Cada semana, parece surgir un receptor que crea una jugada espectacular y deja a todos preguntándose qué tan lejos puede llegar esta generación.

Esta pieza se enfoca en las cuatro selecciones de primera ronda --saludables-- en ese grupo: Watkins, Mike Evans de Tampa Bay, Kelvin Benjamin de Carolina y Odell Beckham Jr., de los New York Giants. Pero hay otros receptores novatos --incluyendo Brandin Cooks de New Orleans, Jarvis Landry de Miami y Jordan Matthews de Philadelphia-- que también han acaparado miradas. "Normalmente le toma unos años a los receptores sentirse cómodos en la liga", consideró el coach de receptores de los Panthers, Ricky Proehl. "Pero muchos de estos jóvenes han hecho un impacto inmediato. Y no hablo de un impacto pequeño, sino uno muy grande".

En palabras de Watkins: "Estoy orgulloso de mí y de los logros de los demás receptores [novatos] este año. Todos nos pudimos conocer antes del draft y nos motivamos unos a otros. Sabemos de la posibilidad de ser la mejor generación de novatos en mucho tiempo. No sigo lo que todos los demás hacen, pero debes elevar tu juego cuando ves lo hecho por el resto de los muchachos".

Es ampliamente acordado que han existido dos generaciones especiales de novatos, cuando se trata de receptores abiertos, desde la fusión NFL-AFL en 1970. La primera vino en 1988 con una colección que incluyó a dos Salón de la Fama (Michael Irvin y Cris Carter), otro jugador elegible (Tim Brown) y uno que pudo llegar a Canton si su carrera no se hubiese mermado por lesiones (Sterling Sharpe). La segunda gran clase vino en 1996. Ese grupo incluyó cuatro receptores con al menos 800 atrapadas en sus carreras (Marvin Harrison, Terrell Owens, Muhsin Muhammad y Keyshawn Johnson) y cuatro más que superaron la marca de las 600 recepciones (Eric Moulds, Amani Toomer, Bobby Engram y Joe Horn).

Incluso con esos nombres, ninguna de esas generaciones hizo lo que este grupo en su primer año. Los receptores novatos del 2014 ya se han combinado para más atrapadas de touchdown que cualquier otra generación en cifras totales. Van en paso de tener al menos cuatro jugadores que eclipsen las mil yardas. De todos los grandes receptores que salieron de los draft de 1988 y 1996, sólo uno ganó más de mil yardas como novato (Terry Glenn con 1,132 para New England en 1996).

Simplemente vean los logros individuales en los nombres más pesados de este año. Watkins fue una apuesta grande el día del draft --los Bills canjearon una selección de primera ronda del 2015 para subir y tomarlo con la cuarta selección global-- pero ha sido tan peligroso que el profundo de los Denver Broncos, Rahim Moore, dijo que "si se te fue en cobertura de presión o se coloca detrás de ti, va a anotar touchdown". Evans (57 recepciones, 935 yardas y 10 touchdowns), Benjamin (59 recepciones, 848 yardas y nueve touchdowns) y Beckham (59 recepciones, 829 yardas and seis touchdowns) son los mejores receptores en sus equipos. Cooks, primera ronda al igual que los mencionados arriba, tuvo 53 atrapadas a lo largo de 10 partidos, antes de lesionarse la rodilla y aterrizar en los reservas.

Esas estadísticas sólo cuentan la mitad de la historia para algunos de estos jugadores. Cuando Buffalo necesitaba un touchdown de último segundo para vencer a Minnesota el 19 de octubre, el mariscal de campo Kyle Orton buscó a Watkins, quien bajó un pase de 2 yardas para la victoria de 17-16. Recientemente, Evans rompió la marca de los Buccaneers por yardas recibidas en un período de tres partidos; acumuló 458 en un período que terminó con un esfuerzo de siete recepciones, 209 yardas y dos touchdowns contra Washington. Y Beckham fue la jugada del año, cuando se contorsionó al punto que su espalda era casi paralela al suelo y usó tres dedos para anotar un touchdown con el ovoide detrás de su casco frente a Dallas. Creó el tipo de furor en redes sociales que causó una invitación de LeBron James para cenar.

El juego global de estos jóvenes receptores ha sido tan impresionante, que muchos se preguntan qué ha cambiado. Durante años, la percepción sobre los receptores de la NFL era que no podías contar mucho con ellos sino hasta dentro de dos o tres años en su carrera. Solía ser que, si encontrabas dos jugadores capaces de generar impacto en una misma generación --como A.J. Green de Cincinnati y Julio Jones de Atlanta en el 2011-- lo considerabas un gran año. Entre más proliferaron las ofensivas abiertas en el fútbol americano colegial, más difícil se volvió que los receptores jóvenes dieran el salto a la NFL.

"Cuando observas a los receptores novatos de hoy, ves muchos jugadores que pasaron la mayor parte de sus carreras volteando a las laterales para ver qué jugada iban a mandar", dijo Proehl. "No están acostumbrados a ajustar con la mirada ni salir en movimiento porque se quedan en el mismo lugar. Además, es más complejo entender qué te hará una defensiva en este nivel y cómo ajustar tu ruta a mitad del vuelo. Por eso se demuestra que los novatos de este año no sólo tienen talento físico: son inteligentes".

"La mentalidad ya es muy diferente", añadió Moore. "Cuando jugué [entre 1990-99], la gente no confiaba en los receptores novatos. La actitud era no cargarles mucho la mano. La mentalidad siempre ha puesto a la NFL como una liga donde tienes que ganar ahora, pero solía manejarse a través de veteranos. Ahora se rige con el draft".

Tanto Moore como Proehl --quien jugó 17 temporadas en la NFL-- han estado alrededor tiempo suficiente para saber que los receptores jóvenes no prosperan simplemente por ser atletas sobrenaturales. Lo hacen porque imprimen el esfuerzo necesario. Lo que ha demostrado recientemente esta cosecha de reclutas de primera ronda es que sus mentes estaban listas para lidiar con el reto de jugar al máximo nivel. Hasta ahora, el mayor desafío para evaluar sus talentos es decidir quién es mejor a estas alturas.

Watkins tuvo el arranque más rápido de la temporada, con tres actuaciones superiores a las 100 yardas en sus primeros ocho juegos. Con 6'1" y 211 libras, tiene el tamaño requerido para desafiar a los backs defensivos físicamente y la velocidad para rebasarlos. También reconoció la urgencia que vino con ser un jugador por el cual los Bills pagaron tanto en el draft. "Tenía que llegar aquí y ponerme en la misma página que el mariscal de campo tan pronto como pudiera", dijo Watkins. "Tenía que realizar el trabajo extra porque me daría la confianza, al entrar al campamento, que podría cumplir. Una vez que te mentalizas para ser el mejor, puedes ir allá afuera y hacer tu trabajo".

Watkins ha sido tan bueno, tan rápido, que ya ha visto el lado amargo del éxito: mayor atención de las defensivas. Produjo únicamente 105 yardas aéreas sin touchdown en los cuatro juegos previos a sus 127 yardas contra Denver, el domingo pasado.

En palabras del entrenador en jefe de los Bills, Doug Marrone: "Es una combinación del trabajo de muchos. Es una combinación de nuestra labor para desmarcarlo, protegerlo cuando está abierto para poder darle el balón. Tenemos que entregarle el balón cuando es la primera lectura y está desmarcado. Hay muchas cosas que suceden [en una jugada], pero debemos mejorar".

Cuando el coach de receptores de los Buccaneers, Andrew Hayes-Stoker, vio entrenar a Evans por primera vez con Texas A&M, tuvo sólo una pregunta crucial para el estelar de 6'5" y 231 libras: ¿cómo lidiaría con la cobertura de presión al siguiente nivel? Era una preocupación legítima porque Evans podía maniatar a los esquineros más pequeños en colegial al tiempo que jugada la ofensiva abierta, la cual le facilitaba hallar espacios para atrapar el balón.

Lo que Hayes-Stoker aprendió de inmediato: "Mike es el tipo de persona que puede cumplir cuando se lo pides. No necesita ensayar mucho para aprender. Tiene la habilidad de absorber información".

Evans necesitó casi dos partidos de temporada regular antes de acomodarse en la ofensiva de Tampa Bay. Para las semanas 3 y 4, ya implementaba muchos de los consejos brindados por veteranos como Vincent Jackson y Louis Murphy. Para la segunda mitad de la temporada, Evans ya abusaba de las defensivas de forma constante. También demostró su disposición para bloquear, literalmente volteando al esquinero Terence Newman de arriba para abajo en una carrera, durante la derrota de Tampa contra Cincinnati en la Semana 13.

Como lo expone el coordinador defensivo de los Detroit Lions, Teryl Austin, Evans "hace algo que no se puede entrenar".

"Mi físico siempre ha sido mi mayor arma", dijo Evans, séptima selección global del draft. "Puedo competir cuerpo a cuerpo con cualquier esquinero de la liga, y vine con la mentalidad de convertirme en una de los receptores más imponentes en este deporte".

A diferencia de los dos jugadores reclutados antes que él, Beckham tuvo que esperar mucho más para demostrar que valía la 12ª selección global del draft. Una lesión del muslo que no cedió, lo marginó en el campamento de entrenamiento y durante los primeros cuatro juegos de los Giants, pero en lugar de lamentarse por no lograr contribuir en un equipo que sólo tiene cuatro victorias en la temporada, Beckham estudió intensamente el libro de jugadas.

"Mi intención era saber qué hacía cada persona sobre el campo", aseguró. "Esa fue mi motivación. Era frustrante porque no podía manifestar esa energía mientras hacía eso, pero mis coaches siempre me hablaron de aprender la mayor cantidad de posiciones. Sentía que entre más podía hacer, mejor iba ser".

Esa anticipación ha convertido a Beckham en uno de los receptores más candentes en la segunda mitad de la temporada. Ha superado la marca de las 100 yardas en cuatro de sus últimos seis partidos y se ha vuelto letal al punto que Eli Manning expresó lo siguiente: "Quieres hallar formas de darle espacio y ponerle el balón en las manos. En cualquier momento puede estallar por algo grande".

Beckham, quien es 7° de la NFL en promedio de yardas recibidas por partido, también considera que su experiencia en LSU --donde se coordinador ofensivo era el asistente de NFL de largo tiempo, Cam Cameron-- ha pagado dividendos muy altos. Cameron colocó tanto énfasis en los hábitos de estudio, recorrido preciso de rutas y entendimiento de las coberturas que convirtieron a Beckham en un estudiante prodigio del deporte.

Benjamin, el 5° y último receptor tomado en la primera ronda, con el N° 28 global (Cooks fue el 4°, N° 20), tuvo una experiencia similar con el coordinador ofensivo/entrenador de receptores de Florida State, Lawrence Dawsey. Con 6'5" y 240 libras, Benjamin es el más grande de los receptores tomados en la primera ronda, pero aprendió la perfección de su control corporal y su cambio de dirección en FSU. En palabras de Bejamin, "me dijeron en colegial que podría ser grande, pero no debo olvidar cómo jugar en pequeño. Siempre podré utilizar mi tamaño, pero siempre debo jugar rápido".

Proehl también confía en que Benjamin, al igual que Beckham, se beneficia de jugar en una ofensiva construida alrededor de conceptos con estilo profesional. Por mucho que le ayudó a Benjamin entrar a la NFL con una mezcla peligrosa de tamaño, velocidad y actitud, también significó mucho que entiende el juego profesional.

"Como entrenador de receptores, puedes hablar con algunos novatos y detectar de inmediato su conocimiento del juego", expuso Proehl. "Pudo ver que Kelvin entendía las coberturas, cómo correr sus rutas, cómo hacer ajustes. Todos estos muchachos tienen habilidades tremendas, pero también se dan cuenta que es más difícil en este nivel. Si no entiendes lo que tu ofensiva intenta hacer y qué busca hacerte la defensiva, no te vas a desmarcar".

Con todo y lo impresionantes que ha sido estos muchachos para aprender el juego rápidamente, el siguiente paso en su desarrollo involucra nuevos ajustes. Todos están aprendiendo cómo triunfar cuando los coordinadores defensivos están trazando planes para detenerlos, mientras que Watkins y Evans han lidiado con cambios de mariscal de campo durante la temporada. Todos han expresado la importancia de mejorar su recorrido de rutas y lectura de coberturas al tiempo que su carrera avanza. También entienden la importancia de cuidar sus cuerpos, especialmente porque los jugadores de primer año suelen sufrir con el maltrato de 16 semanas.

Lo emocionante en torno a estos jugadores --y sus respectivos equipos-- es que ansían batir esos retos. Cuando tuvieron la oportunidad de conocerse en el proceso previo al draft, pudieron sentir algo especial por su generación. Ya fuese con charlas informales en el combinado, el draft o el simposio de novatos, pudieron ver lo competitivos que eran y cuánto deseaban causar un impacto.

"Pudimos notar la motivación de todos nosotros desde entonces", dijo Benjamin. "Todos queríamos lograr grandes cosas este año".

Consideren esa misión cumplida. Falta ver si esta generación de novatos puede igualar a las demás en términos de producción a largo plazo y credenciales de Salón de la Fama, pero por ahora, es muy especial por su propio derecho.

"Lo mejor de todo es que todavía no demostramos nada", manifestó Watkins. "Simplemente hemos aprendido y hecho lo que nos piden. Esperen a que tengamos una temporada baja completa para estudiar nuestros juegos y trabajar en nuestras carencias. Es cuando realmente verán nuestro dominio".