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David Wright tuvo que convencer a su familia de que llegaría lejos

Stephen Wright tuvo que contestar algunas preguntas difíciles, al igual que el resto de las personas a quienes les interesaba su hermano mayor, David. Los Mets de Nueva York le estaba ofreciendo a su antesalista $138 millones, y parecía ser que su antesalista tenía 238 millones de razones para rechazarlos.

Eso fue en las semanas que siguieron a la temporada 2012, la sexta consecutiva que no terminó con un viaje a la postemporada. Wright se había reunido con su familia para discutir los pros y los contras de firmar un contrato de ocho años con una franquicia que juega a la pelota pequeña en un mercado de pelota grande, una franquicia que había perdido su estabilidad financiera como parte del escándalo de Bernie Madoff.

El dueño de los Mets Fred Wilpon había descrito a Wright como un pelotero que no era superestrella en el New Yorker el año antes, a pesar de que Wright era mucho mejor en su empleo que lo que lo era Wilpon en el suyo, y a pesar de que Wright había hecho más mercado y apariciones de servicio comunitario para la franquicia de Wilpon que cualquier otro jefe hubiese esperado de un empleado. El toletero había visto a su amigo del vecindario, Derek Jeter, pasar toda su vida de béisbol en octubre y en desfiles de campeonato. Y mientras Wright se acercaba a su cumpleaños 30, la gente cercana a él se preguntaba si ya era tiempo de que encontrara su final feliz en otra parte.

"Yo pienso que nosotros nos estábamos haciendo las mismas preguntas que toda la ciudad se estaba haciendo", dijo el mayor de los tres hermanos menores de Wright, Stephen, el viernes vía telefónica.

Así que los chicos Wright de Chesapeake, Virginia, se sentaron a hablar del asunto.

"Mi mayor preocupación por David era sí él estaba dispuesto a escuchar un punto de vista externo, donde él se pudiese salir de la ecuación", dijo Stephen a ESPN.com vía telefónica. "David es una persona tan leal y fiel, que uno se tenía que preguntar si él estaba siendo demasiado leal a los Mets. Mis preguntas a él fueron, '¿Realmente piensas que este equipo puede juntar las piezas necesarias para llegar hasta la Serie Mundial? Con todo lo que está pasando, ¿realmente piensas que eso vaya a ocurrir? ¿Puedes hacer un análisis imparcial de esto, o quieres quedarte porque esta es la única organización que conoces?'

"Y David respondió todas nuestras preguntas. Él nos convenció de que quedarse era la mejor decisión. Nos dijo, 'Sólo esperen. Lo mejor viene en camino. Vamos a ser realmente buenos'. No hubo nada de duda en su voz".

El padre de Wright recordó haber escuchado esa misma certeza de su primogénito. Rhon Wright, un veterano policía de Chesapeake, y su esposa, Elisa, se reunieron con su hijo para cenar en 456 Fish en Granby Street en Norfolk para hablar sobre su futuro. Rhon había leído que los periodistas deportivos en la Internet estaban criticando a los Mets y sugiriendo que su jugador franquicia debía irse a buscar un nuevo equipo.

"Pero yo no diría que tuve mis dudas", dijo Rhon el viernes por teléfono. "David es un eterno optimista, y si estaba tratando de crearse falsas esperanzas a sí mismo, yo no lo sé. Ni una sola vez en su carrera le he escuchado decir, 'Este no va ser nuestro año'. Nunca. Yo siempre le pregunto antes de cada entrenamiento primaveral, y él siempre me dice, 'Papá, vamos a ser buenos'.

"Así que antes de firmar la extensión de contrato, él lo creía. Él creía que serían competitivos y que ganarían una Serie Mundial. Como padre, yo solo quería que David fuese feliz. Y si él pensaba que los Mets iban a ganar, y si ganar significaba todo para él, entonces yo estaría de acuerdo con eso".

Sí, ha quedado abundantemente claro en esta postemporada que el ganar significa todo para David Allen Wright. Él tiene sus razones también. La lesión en la corva, que se convirtió en una lesión de espalda y que luego se convirtió en un diagnóstico de estenosis espinal y una ausencia de más de cuatro meses y que llegó a crear la duda en Wright de que pudiese volver a juego este año, de acuerdo con el manager de los Mets Terry Collins.

El diagnóstico llegó a crear dudas en la familia de Wright de si podría volver a juego alguna vez, de acuerdo con su padre.

"Yo me metí en la computadora a leer sobre la estenosis espinal", dijo Rhon Wright, "y no lucía realmente prometedor. Para ser honesto contigo, tuve mis dudas de que David pudiese volver a juego. Él es un hombre joven y yo estaba preocupado de que tuviese dolores de espalda por el resto de su vida. Pero David estaba decidido a volver. Realmente quería hacerlo".

Por eso el que el siempre compuesto capitán de los Mets ha sido visto en esta postemporada lanzando puños al aire y gritando. Para un chico que creció siendo fanático del equipo local afiliado a los Mets, los Norfolk Tides, y quien supuso que su primera llegada a una Serie de Campeonato de la Liga Nacional en el 2006 se volvería una rutina en Nueva York como el desfile del Día de San Patricio, ha pasado demasiado tiempo.

Wright catalogó la noche del decisivo Juego 4 el miércoles cuando vencieron a los Cachorros como "uno de los mejores días de mi vida", y no podía dejar de decir las palabras "Serie Mundial" una y otra vez. En Fort Worth, Texas, donde labora como ingeniero, Stephen Wright se excuse ante un grupo de amigos que estaba viendo la TV mientras el antesalista celebraba con sus compañeros en el terreno del Wrigley Field.

"Tuve que salir y tomarme unos 10 minutos para recomponerme", dijo Stephen. "Es un nuevo sentimiento para nosotros también, y es un poco sobrecogedor cuando piensas en todo lo que ha pasado David. Vimos salir de David una emoción que nunca habíamos visto antes. Le salió a borbotones y no podía controlarla.

"El verlo con esa confianza inquebrantable a lo largo de los años cuando el resto de las personas pensaban otra cosa, y verlo recogiendo el fruto de sus esfuerzos, hace que esto sea mucho más especial".

Rhon y Elisa Wright observaron la barrida de los Mets a los Cachorros desde su hogar en Chesapeake, la misma casa donde criaron a David, Stephen, Matthew y Daniel. Rhon pasó más de tres décadas persiguiendo a distribuidores de drogas. En otras palabras, él es un tipo duro que está acostumbrado a contener sus emociones.

"Como policía, uno tiene que mantener un nivel estable, incluso cuando tienes ganas de llorar", dijo. "Pero a medida que fui creciendo, dejé que mis emociones corrieran libremente. Si no derramé una lágrima luego del Juego 4, debo haber estado muy cerca de ello".

Rhon y Elisa, quienes siguen laborando como oficiales de seguridad en una escuela, esperan llegar a Nueva York para ver los primeros partidos en una Serie Mundial para su hijo de 32 años. Antes de comprar sus pasajes, los Wright necesitaban asegurarse de que el perro de David, Homer, quien tiene 10 años, recibiera los cuidados adecuados por sus problemas de salud. (Los dueños de perros entenderán).

Mientras tanto, Daniel Wright, que con 24 años es el menor de los hermanos, dijo que se uniría a ellos en el Citi Field como un fiel creyente. "Tuve mis dudas de que esto ocurriría", dijo Daniel vía telefónica, "pero cada vez que uno hablaba con David, él te hacía creer que esto finalmente iba a pasar".

Stephen tiene planificado hacer el viaje desde Texas para ver de cerca el cumplimiento de la profecía de su hermano mayor. David Wright le hizo sus propias preguntas difíciles a los Wilpon y a su gerente, Sandy Alderson, luego de la temporada 2012 y decidió que él todavía podía ascender a las alturas de Nueva York que su colega capitán, Jeter, ya había llegado.

"David nos convenció de que él iba a ganar", dijo Stephen. "Nos reunió y convenció a la familia. Y como siempre, él resultó más inteligente que el resto de nosotros.

"Él no nos dijo, 'Se los dije'. Pero no me sorprendería si lo escucháramos decirlo dentro de poco".