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Emociones encontradas del receptor

ARLINGTON, Texas -- Un cabizbajo Bengie Molina se dio un abrazo con el relevista Mark Lowe, uno de los nuevos compañeros que conoció tras ser transferido a mitad de año a los Vigilantes de Texas.

Para el receptor puertorriqueño era un momento cargado de melancolía. Su equipo había sido derrotado en la Serie Mundial, pero de igual forma recibiría un anillo de campeón.

Molina comenzó la campaña como el catcher titular de los Gigantes, quienes en el otro extremo del estadio Rangers Ballpark descorchaban botellas de champaña y abrían latas de cerveza para celebrar su primer campeonato desde que en 1958 se mudaron a San Francisco.

"Doy gracias por eso, pero obviamente uno quiere ganar", declaró Molina sobre la poco frecuente coyuntura de perder y al mismo tiempo salir premiado.

"Este es uno de los mejores grupos en que he estado", añadió sobre los Rangers.

Pero también se expresó con elogios hacia los Gigantes, el club donde militó tres campañas y media hasta que decidieron darle la titularidad detrás del plato a su cotizado prospecto Buster Posey.

Molina trabajó durante todo ese tiempo como el mentor de la camada de pitchers que San Francisco formó por sus propios medios, como Tim Lincecum, Matt Cain y Madison Bumgarner.

Y fue precisamente el magistral pitcheo de los Gigantes lo que frenó en seco a los bates de los Rangers, que colectivamente registraron un promedio de .190 en los cinco juegos de la serie con apenas 12 carreras anotadas.

Fueron el primer equipo en sufrir dos blanqueadas desde 1966 en la Serie Mundial.

¿Por qué no batearon?

"El pitcheo de San Francisco, eso sencillamente fue lo que pasó", dijo Molina, quien conectó sólo dos hits en 11 turnos. "Fue así de claro. Ellos se fajaron e hicieron los pitcheos".

Si bien triste por la derrota, Molina dijo sentirse contento por la conquista de los Gigantes.

"Tengo muchos amigos en ese equipo. Yo disfruté mucho cuando estuve en San Francisco", señaló. "Así que estoy bien contento por ellos. Sé que están celebrando un momento único y muy especial".

Esta fue la segunda Serie Mundial en la carrera de Molina, el mayor de los tres hermanos que juegan como receptores. Se coronó en la anterior cuando en 2002 sus Angelinos de Anaheim derrotaron en siete juegos a San Francisco.

En el preámbulo de este clásico, Molina indicó que sopesaba retirarse a sus 36 años. En los momentos posteriores a la derrota, señaló que aún no ha tomado una decisión definitiva.

"Ahora mismo estoy más cerca del no en vez que sí", dijo Molina. "No quiero decidirme ahora mismo, porque siempre puede pasar algo después y vuelvo. Voy a estar con mi familia, mi madre, mi esposa, mis hijos. Ya después tomaré la decisión".