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Los Pumas y su búnker en Cape Town

ProFocus - Fernando Sánchez Checa

CIUDAD DEL CABO -- El sonido del agua bailando dentro del arroyo que bordea el establecimiento inunda el alma de paz. Es relajante; nutritivo para la paciencia. Y Los Pumas lo disfrutan, lo gozan. Porque pensando en lo que se les viene, que es nada menos que el debut en el esperadísimo Personal Rugby Championship vs. Springboks el sábado que viene, la Unión Argentina decidió alojarlos en un lugar soñado: el Vineyard Hotel.

El búnker que le abrió sus puertas al equipo conducido por Santiago Phelan está ubicado a veinte minutos de auto del aeropuerto internacional de Ciudad del Cabo, más precisamente en Colinton Road, una zona residencial dentro de Newsland, y a siete cuadras del estadio DHL Newlands. Pero más allá del sitio geográfico en donde está instalado, lo que vale la pena destacar de este hotel, que es el tercero más antiguo de Sudáfrica, son sus comodidades y, sobre todo, su riquísima historia.

Luego del descanso post llegada -salieron a las 18.10 del domingo de Buenos Aires y, post combinación de avión en Johannesburgo, aterrizaron en Cape Town a las 6.30 del lunes (hora argentina)-, los Pumas, durante la tarde, y rodeados de árboles, pavos reales -sí, leyó bien- y una pileta digna de una ovación, hicieron stretching en el modernísimo gimnasio del establecimiento, que también cuentan con un spa y con una sala de masajes. "Este lugar está bárbaro", fue la frase de moda .

Como lo decíamos al comienzo de la nota, esta fortaleza es dueña de un frondoso currículum. Todo comenzó en 1799 cuando Lady Ann Barnard, una aristócrata inglesa, se casó con su novio escocés y, entre los dos, decidieron comprar la citada tierra en Ciudad del Cabo para formar una familia. La posesión de la propiedad por parte de sus descendientes se extendió hasta 1924, año en el que Francois Petousis adquirió los terrenos, de seis hectáreas, para transformarlos en un hotel de lujo. "Ese era su sueño; ser el dueño del mejor hotel de Sudáfrica", cuenta Cheryl, que trabaja en el establecimiento desde hace 31 años. "Lo verdaderamente emocionante es que los actuales dueños son descendientes de Francois. Además, una parte de la construcción ya fue declarada monumento histórico, por lo que, cada vez que queremos realizar modificaciones que alteren la estructura, debemos pedir permiso", explica esta simpática señora, que se encarga de la relaciones públicas del hotel.

En estos días, el seleccionado argentino estará ocupando 25 de las 207 habitaciones con las que cuenta el Vineyard. Pero atención, porque esta no es la primera vez que este hotel le abre sus puertas a equipos deportivos. Sus coloniales pasillos ya fueron transitados más de una vez por los Springboks, los Wallabies y hasta por las selecciones de fútbol de Inglaterra, Uruguay, Camerún, Portugal y... la Argentina. Claro, eso ocurrió durante el Mundial de 2010. "Los argentinos sólo se quedaron una noche, pero fue muy emocionante, sobre todo para los muchachos que trabajan aquí, poder darle un apretón de manos a Diego Maradona y Lionel Messi", relata Cheryl, mientras le imprime a Scrum fotos de todas las épocas de su querido hotel. "Lo siento como si fuera mi casa; trabajo aquí seis de los siete días de la semana desde hace tres décadas", remata.

En este ambiente cálido, familiar y, sobre todo, pleno de paz, los Pumas esperan el ansiado debut en el colosal torneo sureño. Sí, un habitat ideal para bajar revoluciones, hacer foco y preparar la adrenalina para la explosión del sábado.