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La inminente caída de Pittsburgh

PITTSBURGH -- Hay algunas razones para creer que los Pittsburgh Steelers mejorarán después de una mediocre campaña de 8-8 en el 2012: historia, determinación, orgullo. Luego está la realidad: nada de eso ayudará al equipo cuando empiece el otoño.

Entre más nos acercamos a la temporada regular, menos lucen los Steelers al equipo que finalizó en .500 el año pasado. Simplemente es su turno para batallar a lo largo del periodo de futilidad que le pega eventualmente a toda organización.

Optimistas gustan apuntar el modo en que Pittsburgh ha jugado históricamente después de quedar fuera de la postemporada: los Steelers se han metido a los playoffs en la temporada que sigue en las últimas tres ocasiones en que se han quedado sin aparición de postemporada. Pero es difícil ver los positivos en este grupo. La ofensiva cuenta con el mariscal de campo Ben Roethlisberger junto a un montón de interrogantes. La defensiva es vieja y carece de piezas clave respecto al grupo que lideró a la liga en yardas totales permitidas en el 2012. El entrenador en jefe Mike Tomlin sigue siendo uno de los mejores en el negocio, pero ni siquiera él tiene la habilidad para crear milagros.

Los Steelers, siempre un modelo de consistencia, básicamente están empezando a enfrentar el mismo tipo de retas que todas las franquicias históricas se encuentran tarde o temprano. Nadie es dominante para siempre. La NFL está llena con demasiados obstáculos, demasiadas trampas, aún para las franquicias más inteligentes. Para un club como Pittsburgh, es aparente que no cuentan con la calidad para superar todos los contratiempos.

La edad del equipo es un tema importante. Aún después de perder a veteranos notables como James Harrison y Casey Hampton, todavía restan muchas millas en el odómetro de esta defensiva. El profundo estelar Troy Polamalu no es tan disruptivo como lo fue antes, y el esquinero Ike Taylor y profundo libre Ryan Clark tienen 33 años de edad. Existe talento joven en la posición de apoyador --donde el apoyador externo LaMarr Woodley y el apoyador interno Lawrence Timmons siguen mandando-- pero se requiere más ayuda.

La ofensiva ofrece el mismo número de preguntas. Han pasado años desde que Roethlisberger ha ejecutado jugadas detrás de una línea ofensiva que pudiera describirse como sólida, y nadie sabe cómo coexistirá con el coordinador ofensivo Todd Haley esta temporada. Los dos estaban tan desconectados la temporada pasada que Roethlisberger criticó abiertamente la selección de jugadas de Haley tras una derrota en Dallas. Dada la personalidad fogosa de Haley y la estatura de Roethlisberger, se esperan más pirotécnicos.

Roethlisberger debe estar más enfocado en ayudar al elenco que lo rodea para madurar deprisa. Los Steelers contaron con un pobre ataque terrestre la temporada pasada (cuando ranquearon Nº 26 en la NFL), y esperan que el novato Le'Veon Bell pueda liderar a un comité de corredores. La misma incertidumbre rodea al juego aéreo. El velocista Mike Wallace se fue a Miami durante la temporada pasada, colocando presión sobre Emmanuel Sanders y Antonio Brown para marcar diferencias en los siguientes meses, especialmente después de que Plaxico Burress sufriera recientemente una lesión de hombro que podría acabar con su carrera.

Los Steelers básicamente se parecen a cualquier otra franquicia legendaria que ha enfrentado épocas difíciles. Los San Francisco 49ers tuvieron sus problemas a mediados de la década del 2000. Los Dallas Cowboys se apagaron a finales de los 1990s. Antes de la llegada de Robert Griffin III la temporada pasada, los Washington Redskins habían sido un desastre por la mayor parte de las últimas dos décadas. Lo único que separa a esas franquicias de los Steelers fue el denominador común a sus problemas: ineficacia en la gerencia.

Pittsburgh ha sido la franquicia mejor administrada en la NFL por los últimos 40 años, y la prueba está en las vitrinas. Ninguna franquicia ha ganado más Super Bowls durante ese tiempo --seis-- y pocos pueden igualar la consistencia. Los Steelers han sufrido apenas cuatro campañas perdedoras en las últimas cuatro décadas. Han tenido solamente a tres entrenadores en jefe --Tomlin, Bill Cowher y Chuck Noll-- durante ese periodo.

Ese nivel de éxito es la razón principal por la que es difícil imaginar su inevitable caída ahora. Siempre han vencido a las probabilidades. Rara vez han estado en la lona por mucho tiempo. Justo cuando parece que han perdido a demasiados jugadores claves, otro jugador sin renombre da el paso al frente. Este equipo aparentemente no se puede equivocar a la hora de encontrar jugadores para tapar sus huecos más urgentes.

Los Steelers han sido tan buenos en este departamento que nunca han tenido que gastar en grande en la agencia libre. Los entrenadores simplemente esperan a que sus selecciones de draft crezcan, maduren, y colmen sus expectativas. Pero la fórmula no será tan confiable este otoño. Existen demasiados huecos para que los Steelers llenen. Es difícil pensar que pueden ser afortunados en cada posición en la que requieren una mejoría.

Este equipo de hecho necesita regresar a sus raíces antes de que pueda recobrar un calibre de campeonato. El ex receptor abierto icónico de los Steelers, Hines Ward, alguna vez dijo que Pittsburgh está en elemento cuando cuenta con un ataque terrestre fuerte y una línea defensiva dominante. Ninguna de esas cualidades se ha visto en esta organización en un buen tiempo. Por talentoso que sea Roethlisberger lanzando el ovoide, le iría mejor si Bell emergiera como un corredor aplastante en el molde de Jerome Bettis.

Nadie sabe si eso sucederá pronto, en caso de que suceda. Lo más seguro ahora es aceptar que se trata del tercer mejor equipo de la AFC Norte, una escuadra que sería afortunada de alcanzar el .500 nuevamente. No es que los Steelers no tienen el mismo potencial. Simplemente no cuentan con la calidad para convencernos de que sus problemas desaparecerán rápidamente.