MÉXICO -- A finales de 2011, José Saturnino Cardozo le había hecho su última travesura a Chivas. Dolorosa, igual que aquellos goles que le anotaba al Rebaño y que tanta rabia le provocaban al entonces portero Oswaldo Sánchez.
El Diablo Mayor, como técnico de Querétaro dejó eliminado al Guadalajara que llegaba como favorito al estadio Omnilife. En aquella ocasión, Chivas sólo requería de un gol para avanzar a semifinales, pero Liborio Sánchez salió en un plan inspirado para detener todo el bombardeo rojiblanco. El marcador quedó empatado, y Cardozo feliz de propinar un golpe más a ese rival que como atacante siempre lo lastimó.
En su regreso al Toluca pero ya como timonel, el paraguayo deseaba hacer lo mismo, pero esta vez sus delanteros no salieron con la contundencia demoledora que tanto lo caracterizó en sus años de gloria.
Cardozo sufrió y se desesperó sobre todo en los primeros 45 minutos, en el que sus dirigidos no podían salir de su área. José reclamaba todo al cuarto árbitro, desde faltas a favor o en contra, tiros de esquina, y sobre todo distracciones de sus jugadores.
Dio la impresión que en el descanso del medio tiempo, Saturnino soltó sus demonios y logró que su equipo reaccionara.
Pero sólo a medias porque Toluca tampoco logró ser ese rival que en la Liga se ha mostrado temible.
Cardozo no pudo festejar en la casa de Chivas como en los viejos tiempos, y el hecho de arrebatarle un punto lo dejó con un sabor amargo sin poder soltar el azufre de aquellos años.