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El principal responsable es Schiano

BRISTOL -- La mayoría de los críticos hacia los Tampa Bay Buccaneers insisten en señalar al mariscal de campo Josh Freeman como la principal razón por el arranque 0-2 del equipo. Dichas personas se están perdiendo el panorama completo, uno que deberá aclararse conforme avanza la temporada. Freeman no es el problema más grande de los Bucs en estos días. Ese siniestro honor le corresponde al entrenador en jefe Greg Schiano.

Definitivamente es imposible defender los problemas tempranos de Freeman --particularmente su porcentaje de completos de 45.3-- hasta que comienzas a darte cuenta que los Bucs deberían estar 2-0. Desperdiciaron una ventaja tardía sobre los New York Jets en la Semana 1 tras un castigo personal absurdo por parte del apoyador Lavonte David, el cual le dio a los Jets la oportunidad de patear el gol de campo ganador. Los Bucs aventajaban a los Saints la semana pasada hasta que New Orleans marchó campo abajo en los segundos finales para patear su propio gol de campo ganador. Encima de todo, Schiano ha manejado mal su relación con Freeman durante la mayor parte de los últimos ocho meses.

Primero, Schiano dudó sobre la titularidad de Freeman tras una temporada 7-9 de los Bucs el año pasado. Después, Schiano sugirió en mayo que el mariscal de campo novato Mike Glennon, selección de tercera ronda del pasado draft, podía competir por el puesto. De vez en cuando, Schiano encontraba la forma de decir suficientes cosas positivas para sugerir que Freeman seguía siendo su elegido, pero todos podían leer entre líneas. Schiano nunca ha convencido a las masas que Freeman en su respuesta como pasador al largo plazo.

Es perfectamente aceptable que Schiano se sienta de esa manera. El problema es que ha mandado demasiados mensajes cruzados para un mariscal de campo joven que aún necesita un ambiente de apoyo. Una fuente de la liga compartió que los círculos de Freeman estaban tan molestos por la ambigüedad de Schiano, que en la temporada baja lanzaron la idea de un canje a Kansas City, ciudad natal de Freeman, antes del acuerdo de los Chiefs con Alex Smith. Los Bucs cerraron esa posibilidad --sosteniendo que Freeman no saldría-- pero ese sería el inicio de lo que ya está siendo un año largo.

Freeman y Schiano tienen los problemas que ni siquiera el Dr. Phil puede resolver. CBSSports.com reportó que Freeman pediría un canje antes de la fecha límite del 29 de octubre. Freeman también perdió la capitanía en votación entre sus compañeros que algunos sugieren estuvo manipulada por Schiano. Freeman tampoco ayudó al tomar una postura pasivo-agresiva y faltar a la fotografía oficial del equipo. Mínimo, especialmente con Freeman en su último año de contrato, será muy difícil ver a estos dos hombres coexistiendo en el 2014.

No es que Schiano no tenga derecho de estar frustrado con Freeman en el campo. Los puros números --Freeman ha lanzado cuatro pases de anotación y 11 intercepciones en sus últimos cinco inicios-- revelan un mariscal de campo que ha tenido problemas para ubicarse desde que su equipo implosionó bajo el entrenador Raheem Morris en el 2011. Lo que Schiano debe entender, no obstante, es que Freeman aún tiene mucho que ofrecer a una franquicia de la NFL. Sigue siendo el mismo mariscal de campo que parecía un futuro estelar en el 2010, cuando lanzó 25 pases de anotación y seis intercepciones en su segunda temporada.

Un buen entrenador en jefe descifraría el surgimiento de Freeman en ese año y encontraría la manera de replicar el éxito. Un coach obstinado haría lo que Schiano ha hecho durante la mayor parte de su estancia en Tampa: hacer juegos mentales. Obligar la noción que la competencia saca lo mejor de los jugadores en todas las posiciones. Actuar como si pudiera usar las mismas tácticas disciplinarias que funcionaban con chicos colegiales en Rutgers y obtener éxito con adultos.

Si Schiano echara un buen vistazo a la NFL, encontraría un panorama cambiante en torno a los pasadores jóvenes. Los equipos con mayor éxito están hallando formas con base en las fortalezas de sus pasadores. Trabajan en su confianza al crear ambientes amigables. Encuentran éxito con jugadores jóvenes porque algo tan sencillo como la confianza, necesita mucho tiempo.

Los equipos que batallan con sus mariscales jóvenes también son fáciles de identificar. Los New York Jets fallaron en poner armas decentes alrededor de Mark Sanchez (y luego trajeron a Tim Tebow para un ambiente circense). Los Jacksonville Jaguars han hecho lo mismo con Blaine Gabbert, dándole tres entrenadores en jefe en el mismo número de años. Los San Francisco 49ers tuvieron a Smith completamente arruinado durante cinco años hasta que Jim Harbaugh se convirtió en entrenador en jefe en el 2011. Ahora Smith lidera un equipo de los Kansas City Chiefs revitalizado, el cual está agradecido con su liderazgo y eficiencia.

El punto aquí es que todos los mariscales de campo jóvenes pasan por apuros mientras crecen, y tener un entrenador insípido y de personalidad áspera, no ayuda. De hecho, la situación de Freeman en Tampa se siente mucho como lo que sucedió con Smith en San Francisco en la era previa a Harbaugh. Los entrenadores equivocados no hallaron la forma de explotar las fortalezas de Smith, y se volvió un chivo expiatorio natural para todo lo que salía mal con los 49ers. Claramente, Freeman está asumiendo la culpa por mucho de lo que afecta a los Bucs, y decimos aquí que eso no es justo.

Lo que sea que la gente piense sobre Freeman, la conexión del equipo con Schiano está muy en cuestión. Cometen demasiados errores en los peores momentos posibles --lo que habla del entrenador-- y es difícil imaginarse el estilo rígido de juego al largo plazo en ese vestidor. No hay duda que Morris era demasiado amable como para manejar a los Bucs cuando lo contrataron a la edad de 32 años. Pero ahora es debatible si Schiano fue un cambio muy brusco hacia la dirección opuesta.

Ciertamente sabremos más sobre esa cuestión mientras avanza la temporada. Quizá hasta veamos más problemas entre Freeman y Schiano en las semanas siguientes. La parte triste es que algunas serán muy rápidas para ver a Freeman como el problema. No deben olvidar que otras personas en la organización de los Bucs están fracasando en formas mucho más perturbadoras.