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Denver tiene el destino a favor

DENVER -- Entre más profundo en los playoffs juegan los Denver Broncos, más difícil se ha vuelto apostar en contra de ellos.

Simplemente hay algo en este equipo que va más allá de las incomprensibles estadísticas ofensivas o el brillo de su mariscal de campo estelar. Se trata de la fortaleza mental de los Broncos, su creencia persistente de que pueden sortear cualquier reto que se les presenta. Ahora que se medirán ante los Seattle Seahawks en el Super Bowl XLVIII, los Broncos lucen todavía más como un equipo a punto de adjudicarse su tercer título en la historia de la franquicia.

Para todas las grandes cosas que ha conseguido Seattle en la campaña, los Seahawks llegan al lugar equivocado en el momento equivocado. Este es el año en que Peyton Manning y los Broncos pueden saborear ser el equipo del destino, la escuadra que puede salir adelante aún cuando les rodea el caos. Han perdido titulares claves a lo largo de la línea ofensiva. Han visto a su mejor jugador defensivo romperse el ligamento cruzado anterior antes de que concluyera la temporada regular y a su mejor back defensivo sufrir el mismo destino en el primer partido de playoffs. Ah sí, y el entrenador en jefe de los Broncos, John Fox, también se perdió un mes de trabajo luego de recuperarse de una cirugía a corazón abierto.

El punto aquí es que Denver es oficialmente el Baltimore Ravens de este año, con Manning jugando un rol que funcionó bien para Ray Lewis la temporada pasada. Aquel equipo batalló en contra de una gran adversidad antes de eventualmente derrotar a los San Francisco 49ers en el Super Bowl XLVII. Los Broncos ahora tienen una actitud similar --de que no serán negados-- y eso funciona a su favor.

"Lo que hemos atravesado, a lo largo del año, cómo finalizamos el año pasado, todos merecen estar dentro en este punto", dijo el receptor abierto de los Broncos, Eric Decker, refiriéndose a la derrota sorpresiva de Denver ante Baltimore el año pasado. "Sólo demuestra cómo nos hemos mantenido juntos y ahora tenemos la oportunidad de jugar en el partido grande".

Los Broncos también tienen la oportunidad de enfrentar a un equipo de Seattle al que deben vencer. No hay duda de que los Seahawks cuentan con una gran defensiva: presión incansable sobre el mariscal de campo, velocidad y atleticismo en el puesto de apoyador, y agresivos jugadores en la línea final. Lo que no tienen, sin embargo, es una ofensiva suficientemente dinámica para explotar a una defensiva de los Broncos que se ha visto diezmada por lesiones a jugadores como el apoyador externo de Pro Bowl, Von Miller, el ala defensiva Derek Wolfe, el profundo Rahim Moore y el esquinero Chris Harris. Es aunidad sorprendentemente ha jugado bien en la postemporada, y eso significa que el mariscal de campo de los Seahawks, Russell Wilson, podría enfrentar más problemas de los que espera.

Para empezar, el mariscal de campo de los New England Patriots, Tom Brady, no pudo dominar a la defensiva de los Broncos --completó 24 de 38 envíos para 277 yardas con un touchdown-- en la victoria de Denver por 26-16 del Juego de Campeonato de la AFC. Los Seahawks tienen marginalmente mejor talento que los Patriots en la posición de receptor, pero también se han visto lastimados en dos áreas. El receptor abierto Percy Harvin se vio plagado por lesiones toda la campaña y al final no vio acción en la victoria de Seattle por 23-17 sobre San Francisco en el Juego de Campeonato de la NFC del domingo. Los Seahawks también perdieron al receptor abierto Sidney Rice por una rotura de ligamento cruzado anterior a finales de octubre.

Por mucho que Seattle haya sobrevivido con receptores de menor renombre como Golden Tate, Doug Baldwin y Jermaine Kearse, todavía se trata de una ofensiva que ranqueó Nº 26 en la NFL con 202.2 yardas aéreas por juego. Realmente se trata de una unidad construida alrededor del juego terrestre de poder de Marshawn Lynch y las oportunidades que crea para los pases con engaño de carrera para Wilson. Seattle simplemente no tiene las armas en el ataque aéreo para espantar a una secundaria de los Broncos que rápidamente se ha visto parchada. Eso importa en un juego grande donde Seattle necesitará anotar touchdowns para ganar.

Los Seahawks tampoco estarán enfrentando a un mariscal de campo que cometerá los errores que acabaron con Colin Kaepernick de San Francisco el domingo. Kaepernick sufrió tres entregas de balón en el último cuarto que costaron el resultado, incluyendo una intercepción en los segundos finales que resultó en Richard Sherman desviando un pase defectuoso al apoyador Malcolm Smith para la intercepción del triunfo. Olviden por un momento el escándalo posterior al juego de Sherman o el modo sin clase en que celebró la jugada, provocando al receptor abierto Michael Crabtree y tomándose de la garganta en señal de ahorcamiento. Manning no va a forzar ese pase en esa situación. Va a encontrar el eslabón más débil en la secundaria de los Seahawks y desgastará a ese tipo siempre que le sea posible.

Eso no significa que los Seahawks no recibirán lo suyo. Ellos merecen la clase de publicidad que están recibiendo a ese lado del ovoide. Simplemente es el hecho de que Manning no impuso récords de la liga en yardas aéreas y pases de touchdowns en una campaña gracias a una buena racha. Está bendecido por talento excepcional a su alrededor y la liga está inclinada hacia al ofensiva. En otras palabras, podemos apostar a que Seattle --un equipo al que le encanta golpear a los receptores abiertos-- no recibirá tanta ayuda de los oficiales como podría suceder ante otros oponentes.

Este encuentro ya empieza a tomar la forma de una posible despedida para Manning, lo que daría una ventaja emocional para Denver. Existe una notable soltura en él este año que nunca ha sido visible en el pasado. Se trata de un hombre que luchaba por mantener viva su carrera hace tres años, después de que cuatro cirugías en el cuello casi lo marginaran para siempre. Puede apreciar el esfuerzo que le tomó sobreponerse a ello junto con su salida de los Indianapolis Colts, la franquicia que lo reclutó a la NFL en 1998.

Manning ciertamente reconoce lo cerca que está a la conclusión de una carrera fenomenal. Si aquí es donde termina, está completamente cómodo con responder enunciados breves en las conferencias de prensa y saborear el paseo en todo su esplendor. Grandes mariscales de campo con esa mentalidad son difíciles de derrotar en esta época del año. Como dijo Manning después de completar 32 de 43 pases para 400 yardas y dos touchdowns el domingo, "jugar la posición de mariscal de campo es en lo que me enfocaba hoy, nada más que eso".

En muchas maneras, las últimas tres temporadas de Manning en la NFL se ajustan perfectamente a lo que los Broncos se han convertido como equipo este año. Han debido aprender nuevas cosas sobre ellos mismos, hacer ajustes al vuelo, y enfrentar las dudas que pesaban después de la derrota del año pasado ante Baltimore. El único punto rescatable de aquel tropiezo es que creó un hambre en Denver que ha llevado a los Broncos hasta este punto. Aunque Seattle apenas se empieza a convertir en un perenne candidato al título, los Broncos entienden que les queda poco tiempo para ganar un título con Manning bajo centro.

Así que mientras este año, el Super Bowlk es un choque entre los dos mejores equipos de la liga --la ofensiva más anotadora contra la defensiva que menos puntos permite-- también será un recordatorio de cómo se ganan los campeonatos en la liga ahora. No existe duda de que Seattle tiene la ventaja en profundidad y salud en este instante. Por el otro lado, Denver ha mostrado más determinación y dureza en una temporada que ofreció contratiempo tras contratiempo. Dado lo que hemos visto de campeones recientes, esas son cualidades contra las cuales es difícil apostar.