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Brasil, del milagro a la angustia en dos dígitos

Alberto Pichardo/ESPN.com

MÉXICO -- Hace menos de un año Brasil ganaba el partido. Los gobiernos consecutivos de Luis Inazio Lula da Silva y Dilma Rouseff lo habían convertido en una de las referencias del mundo. Por lo menos esa era la imagen que se proyectaba al mundo. Según sus cifras, 40 millones de personas habían dejado la pobreza para pasar a las estadísticas de la clase media baja. El país presumía que su población más desprotegida tenía acceso a electrodomésticos y a la mejora de sus viviendas.

En pocas palabras, se hablaba de una mejor repartición de la riqueza.

Entonces vino el inesperado contraataque. Y sucedió cuando el gran gigante de América invitó al mundo a su casa. Era el mes de junio y se dio el silbatazo inicial de la Copa Confederaciones. Miles y después decenas de miles de jóvenes salieron a protestar a la calle.

Los pedidos parecían muy sencillos: más educación, mejores servicios de salud y un alto al despilfarro mundialista, cuyos presupuestos habían desviado dinero de los factores "verdaderamente importantes" de la sociedad.

Brasil, el país más futbolero, el que reinventó el deporte más popular del mundo, decía que no al evento del balón. Y las protestas, aunque menores, continúan. Hace menos de una semana un grupo de mil manifestantes se reunió en Sao Paulo con un grito unánime: "No va a haber Copa". Daban más argumentos: "El gobierno quiere hacer creer que Brasil es alegría y carnaval, pero no es así, es un país muy desigual".

El blanco de las protestas se defiende en voz del Ministro de la Presidencia de Brasil, Gilberto Carvalho, quien declaró a periodistas que "el pueblo brasileño adora el futbol y espera por el Mundial. Creo que quien intente politizarlo no se saldrá con la suya".

Hay varias asignaturas que el gobierno busca remediar: Brasil es el segundo país del mundo (sólo detrás de Argentina) en robo de teléfonos celulares, con un millón al año y acaba de firmar un convenio que inutilice los móviles robados. Su industria es el sector de la economía más afectado por la crisis internacional.

A las quejas se suman los retrasos en la construcción de estadios, algunos problemas de logística y dudas en el sistema de transporte que se agravan con las largas distancias que tendrán que recorrer las selecciones.

Ha crecido también la violencia en los estadios, los jugadores amenazan con plantar una huelga y hay problemas legales que amenazan con retrasar la liga.

Todo, una bomba de tiempo que necesita de reflectores para explotar.

Brasil deshoja el calendario y sólo quedan números de dos dígitos para la gran fiesta.

@TlatoaniCarrera