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Duelo de estilos

Cuando se acerca el Mundial, todos los que amamos el fútbol sentimos la adrenalina subir por el empuje de la pasión, pero también el deseo de que la máxima manifestación planetaria del deporte de las patadas ofrezca una versión de si misma a la altura de las expectativas, en cuanto a espectáculo y emoción se refiere.

En otras palabras, dos son las esperanzas de la gente: cada uno hace fuerza para que su representativa nacional haga el mejor papel posible, algo que no siempre coincide con ganar, y además todos estamos soñando con un nivel técnico y táctico espectacular, con partidazos inolvidables. En pocas palabras, todos queremos que el fútbol sea el verdadero ganador.

Con respecto a la técnica, no debería haber mayores problemas: a parte raras, lamentables excepciones, tipo Zlatan Ibrahimovic o Gareth Bale, todos los mejores jugadores del planeta estarán en Brasile 2014, para ofrecernos su repertorio de genialidades futboleras.

Algo más complicado es el discurso táctico, porque es realmente difícil que en un Mundial se vean cosas nuevas a nivel de sistemas de juego. Uno podría citar Holanda de 1974, pero en realidad eso estaba ya visto con el Ajax tricampeón de Europa de 1970, 71 y 72, así como la novedad de España en 2010 (de la que ya se había visto algo en la Eurocopa 2008) no fue más que trasladar el sistema de juego de Barcelona a la selección roja.

La táctica no es ni buena ni mala, como quiere hacernos creer algún opinionista. La táctica es la manera de transformar en conjunto a un grupo de individuos, más o menos buenos que sean, y organizar los movimientos de cada uno en función del equipo, en todas las fases del juego. Así que no hay tácticas buenas o malas, simplemente son eficaces o no.

Generalmente pasa algo: quien tiene buen material a disposición, trata de elegir un sistema de juego que pueda potenciar las calidades individuales y se preocupa antes de sí mismo que del rival. Son lo que "proponen juego", que "hacen el gasto", que tratan de seguir un libreto más allá del adversario o de las necesidades del resultado.

Este "bando" tendrá varios representantes en Brasil, comenzando obviamente por España y Alemania, pero con otros abanderados más, tipo Holanda, Francia y Bélgica. Hasta la Italia de Césare Prandelli ha cambiado hacia esa dirección, con resultados todo sumado bastante buenos. Entre los sudamericanos, creo que Colombia y Chile, cada uno a su manera, buscarán el mismo tipo de juego.

En cambio hay otros equipos que disponen de menores recursos o de un plantel menos "homogéneo" en todas sus líneas. Un ejemplo muy claro son Argentina y Uruguay, que tienen enorme potencial arriba, con un poder de fuego tremendo, pero sin disponer de
volantes y defensores que puedan garantizar un sistema fundado sobre la tenencia del balón.

Son equipos que sufren mucho cuando tienen que correr hacia atrás y son demoledores cuando pueden hacerlo hacia adelante. El caso de Argentina es particularmente interesante, porque parece un equipo realmente "partido" entre 4 defensores y dos volantes por un lado y los cuatros "fantásticos" arriba.

Si uno considera que Sabella se reconoce en la línea de pensamiento de Bilardo y recuerda como aquel organizó el equipo 1986 al rededor de Maradona, es fácil intuir que la idea base de actual técnico albiceleste es muy similar: armar un equipo para rodear al mejor jugador del mundo, sólido esperando abajo y mortal con espacios hacia adelante.

Queda la gran duda de Brasil, porque hay una contradicción muy evidente entre la obligación histórica, máxime siendo local, a practicar un juego propositivo y ofensivo, y las características tanto del plantel como de su entrenador. También en este caso la memoria ayuda y el "amarrete" Brasil ganador en 2002 es el producto más auténtico de Scolari, pero jugando en Asia: ¿podrá hacer lo mismo en patria?

Por encima ahora, casi como un insulto a la historia, lo mejor de Brasil está en defensa y en el medio (entendido como fase defensiva), mientras que arriba, incluyendo al tan apreciado Neymar, el peso ofensivo es bastante pobre, máxime en comparación con los ataques de otras selecciones y también de selecciones brasileñas de otras épocas.

Quien recuerda la Copa de las Confederaciones sabe que Brasil no tuvo ningún pudor en pararse de contra, especialmente en algunos pasajes de los partidos más parejos, y tampoco vergüenza alguna a imponer rigor, bajo forma de juego bastante brusco, en la fase defensiva (la localía, inevitablemente, debería "protejer" de la excesiva severidad arbitral).

En suma, no veremos novedades grandes, pero sí muchas diferentes ediciones del choque de estilos más antiguo del fútbol y alguna pequeña y agradable sorpresa, como podría ser una Bélgica joven y habilidosa, el Chile vertiginoso de Sampaoli o esa Costa de Márfil que, con semejante plantel, si encuentra un armado eficiente puede pintarle la cara al más pintado, perdonen el pésimo juego de palabras.

Con respecto a los esquemas, el Mundial tendrá como sistema base el 4-2-3-1, que será el más común porque está de moda y simplemente porque es muy versátil y en fase defensiva se transforma fácilmente en un 4-4-1-1.

No creemos, en cambio, que se verán muchos 4-3-3 "verdaderos", es decir con tres atacantes en línea y dos de ellos bien abiertos por los costados: quizás sólo Holanda pueda hacer eso, en los otros casos serán siempre tridentes "mancos", con un "falso nueve" o un volante metido como externo.

En algunos equipos, vamos a tomar a Ecuador como caso más cercano, seguirá vigente el antiguo 4-4-2, un esquema que también podría emplear Uruguay en algunos partidos, gracias a su increíble pareja ofensiva. Inclusive más conservador podría ser Rusia, que juega 4-4-1-1 o directamente 4-5-1.

En cambio, no creo que se verán defensas a tres, a menos de circunstancias especiales, como inferioridad numérica o marcador adverso. Quizás Prandelli pueda emplearla en alguna ocasión, pero con De Rossi metido entre centrales para dar salida desde atrás y, como dijimos, sólo en circunstancias especiales.

Dicho todo eso, realmente es difícil hacer un pronóstico de qué estilo se impondrá, porque hay varios cuadros con enorme potencial y otros que están para el batacazo en ambas "filosofías". Siempre pensamos que tres de los cuatro semifinalistas serán sudamericanos y, hasta ahora, no hubo razones para cambiar esa opinión.

Pero además haremos propia la tesis del seleccionador azzurro, Prandelli: el estado físico y la adaptación a las condiciones climáticas serán fundamentales, probablemente mucho más que el sistema de juego, y tendrán un papel preponderante en la victoria final.