<
>

Contra todos los pronósticos

SAN JUAN, Puerto Rico (Enviado especial) -- La
selección nacional cubana aguantó una embestida final
de Puerto Rico y la presión de una ardiente afición
local para ganar 4-3 el miércoles y avanzar a las
semifinales del Clásico Mundial de Béisbol.

Cuba enfrentará a Republica Dominicana en las
semifinales del sábado en el estadio Petco Park de San
Diego.

Aunque son los actuales campeones olímpicos y
mundiales, los cubanos no eran considerados entre los
favoritos para avanzar al "Final Four" del primer
campeonato mundial del béisbol profesional.

Más de 21 mil aficionados presenciaron el último
choque del Clásico Mundial en el estadio Hiram Bithorn
de San Juan. Sobre 160 mil asistieron a los 12
encuentros de las rondas clasificatorias en Puerto
Rico.

Los cubanos tomaron el comando del partido bien
temprano, anotando una carrera contra Dickie González
en el primer episodio.

González (1-1) había derrotado a Cuba el pasado
viernes, cuando los legendarios antillanos recibieron
su primer nócaut en 23 años.

El intermedista Eduardo Paret recibió base por bolas y
se robó la intermedia para anotar posteriormente por
rodado dentro del cuadro del inicialista Ariel
Borrero.

Los locales respondieron inmediatamente en el cierre
de la entrada con un cuadrangular del bateador abridor
Bernie Williams ante el derecho Ormari Romero.
Romero (2-0) lanzó brillantemente durante cuatro
entradas (tres hits, una carrera y cuatro ponches)
para obtener el triunfo y bajar su efectividad a 1.08
en lo que va del Clásico Mundial.

González y la defensa puertorriqueña se desmoronaron
en el cuarto, cuando permitieron que Cuba anotara tres
carreras sin pegar un imparable remolcador.

El estelar Osmani Urrutia y el bateador designado
Yoandy Garlobo pegaron sencillos seguidos y avanzaron
a tercera y segunda base con rodado del receptor Ariel
Pestano. Alexei Ramírez recibió boleto para llenar las
bases.

El derecho José Santiago entró a lanzar en sustitución
de González y de inmediato golpeó a Paret para llevar
hasta el plato a Urrutia.

Después que el antesalista Michel Enríquez conectara
rodado por tercera base que forzó al corredor que se
movía al plato, el sensacional intermedista Yulieski
Gourriel conectó rodado al torpedero Alex Cintrón,
quien lanzó desviado a la intermedia y permitió que
anotaran dos carreras más.

Santiago lanzó tres entradas casi perfectas, en las
que ponchó a dos bateadores, para mantener a Puerto
Rico en el juego.

Cuba perdió ventaja en el marcador y su dirigente
Higinio Vélez fue expulsado por el árbitro de la
segunda base, James Hoye, en la séptima entrada.
José Valentín pegó doblete y Cintrón sencillo ante el
zurdo Adiel Palma y Vélez llamó al derecho Yuneski
Maya para lanzar contra Eduardo Pérez, quien fue
sustituido por Ricky Ledee.

Ledee conectó rodado a la intermedia y Gourriel lanzó
desviado a Paret, provocando que fallara un intento de
jugada forzada y anotara Valentín. Aunque la
repetición de la televisión mostró que Hoye cantó
correctamente, los cubanos reaccionaron airados.
Vélez, con una intérprete de por medio, discutió
acaloradamente con Hoye, quien lo expulsó del partido.

Williams bateó para doblematanza, pero Carlos Beltrán
conectó sencillo que remolcó una carrera para acercar
el marcador 4-3. El receptor Iván Rodríguez fue puesto
out en el plato tratando de anotar en la jugada.

Puerto Rico amenazó seriamente en la parte de abajo
del octavo, cuando otra llamada de los árbitros
provocó el reclamo airado de los cubanos.
Lanzando Vicyohandry Odelin, el jardinero José Cruz
hijo y el emergente Carlos Delgado pegaron hits
consecutivos. Fue el primer turno de Delgado en el
torneo debido a una tendinitis en un codo.

Valentín conectó rodado al lanzador y Odelin lanzó de
rebote al inicialista Juan Carlos Pedroso, provocando
que el árbitro Rob Drake llamara quieto a Valentín.
Esta vez la repetición de televisión mostró que el
corredor fue out.

Cintrón terminó la amenaza con un potente rodado al
torpedero Paret, quien completó una doblematanza.
Cuando Odelin ponchó a Rodríguez en el noveno para
cerrar el partido, el estadio Hiram Bithorn quedó en
absoluto silencio como señal de duelo por la caída de
su equipo.

Sin embargo, los aficionados reaccionaron
posteriormente para ofrecer una merecida ovación a los
cubanos.