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Ben Simmons no está listo para brillar en la NBA

Ben Simmons llegó a Estados Unidos, más precisamente a jugar básquetbol universitario para LSU, proveniente de Australia con el anticipo popular de ver a la fusión moderna de Magic Johnson y LeBron James en acción. Se suponía que veríamos a este prodigio de 19 años dejar al resto de la competencia en el polvo, pero lo que terminó pasando fue que la vida le dio un baño de humildad basquetbolística mientras jugadores que salieron de la nada como Buddy Hield y Brandon Ingram se llevaron todos los aplausos esta temporada.

La prensa en general estaba tan convencida de que Simmons era una maravilla generacional, pero ahora nos vemos forzados a preguntarnos si en realidad no nos equivocamos y Simmons no es cosa segura como primera selección del Draft de la NBA este año.

Yo digo olvídense de la primer selección del Draft, Simmons directamente no está listo todavía para jugar en la NBA y debería quedarse en la universidad por al menos un año más.

Estoy bien consciente de que eso no va a suceder ya que existen demasiadas presiones externas e internas además del riesgo inherente de perder millones de dólares si le va todavía peor en su segundo año y cae en la consideración de los equipos en el Draft, y ni hablar del riesgo de lesionarse jugando gratis. Sin embargo, el riesgo a corto plazo podría valer la pena considerando la recompensa a largo plazo que esta conlleva.

Hoy en día el quedarse por más tiempo que el año obligatorio en la universidad es considerado casi como una deshonra para los supuestos “fenómenos” como Simmons, pero en su caso él todavía tiene mucho que aprender dentro de la cancha y sería mejor que lo haga en la burbuja universitaria que soportando las arduas presiones de la NBA como única esperanza de una franquicia noche tras noche.

Sin embargo, existen ejemplos como los de Tim Duncan, Dwyane Wade y Kemba Walker a través de los años que demuestran que saber esperar a veces es lo más sabio.

Los méritos de Simmons son bien conocidos y no se puede discutir que tanto su visión de juego como su capacidad para bajar rebotes son de elite, sin lugar a dudas de nivel NBA, pero una lista parcial de cosas buenas (por más excepcionales que sean) no describe a su verdadera situación actual como prospecto.

No es que le falten muchas cosas tampoco, pero sus defectos son lo suficientemente evidentes como para pensar dos veces en si es lo más prudente mandarlo directo a la boca del lobo.

NO SABE TIRAR DESDE MEDIA O LARGA DISTANCIA

Simmons lideró a LSU en puntos (19,2), rebotes (11,8), asistencias (4,8), porcentaje de efectividad en tiros de campo (56,0) y minutos (34,9, son dos tiempos de 20 en la universidad en vez de cuatro cuartos de 12 como en la NBA() por partido, pero a veces los números a secas no cuentan toda la historia.

¿Saben cuántos triples intentó Simmons en 33 juegos esta temporada? Tres.

¿Saben cuántos metió? Uno, contra Charleston el 30 de noviembre en el sexto compromiso del año

No estoy diciendo que es reticente a tirar, eso es algo natural para excelentes novatos de su misma edad que actualmente están jugando en la NBA como Justise Winslow y Emmanuel Mudiay, pero nadie espera que ninguno de ellos dos sea el salvador inmediato del Miami Heat y los Denver Nuggets.

El mismo LeBron solía ser un tirador que dejaba que desear como novato salido de la preparatoria en el 2003, pero al menos él lo intentaba. Es inadmisible que en esta nueva era de ala pivotes que ya toman como obligación el poder encestar desde fuera de la zona pintada, Simmons no pueda o no quiera hacerlo.

Si Hassan Whiteside puede lograrlo…

Entonces no veo por qué Simmons no.

Ni hablar de la tendencia colectiva de una liga que se respalda más y más en incrementar el volumen de triples colectivos. Cuando tienes un referente incapaz de tirar, mejor que lo rodees con tiradores de elite.

Ese era el caso de, por ejemplo, Rajon Rondo en Boston con Ray Allen, Kevin Garnett y Paul Pierce.

Y no son solo los triples, es casi todo lo que no sea cosa segura cerca del aro. En la preparatoria puedes ganar siempre a pura prepotencia por ser más talentoso que el resto, en la universidad lo logras a veces, pero en la NBA esa es una receta desastrosa para el éxito.

Tomemos como ejemplo a uno de los momentos más celebrados de la campaña de Simmons: Sus 43 puntos y 14 rebotes contra North Florida tres días después de aquel juego contra Charleston.

Simmons encestó 15 de 20 tiros, pero todo ocurrió dentro de la zona pintada al dominar a rivales de una universidad de menor calibre que no podían lidiar con sus 2,08 metros de altura, 102 kilos de peso y agilidad de gacela. ¿Acaso creen que Serge Ibaka, Whiteside, Andre Drummond y DeAndre Jordan le van a permitir hacerse un picnic cerca del aro en sus narices?

¿Qué pasa cuando tus rivales saben que no vas a tirar? Solo digamos que las defensas de la NBA no van a ser tan gentiles como North Florida lo fue en diciembre del año pasado.

NO ELEVA AL NIVEL COLECTIVO DE SU EQUIPO

Es loable que Simmons no haya elegido a equipos con constelaciones de estrellas al estilo de Kentucky o North Carolina como destino universitario, pero al llegar a LSU él asumió la responsabilidad de ser líder y no lo fue.

Sus estadísticas personales supieron ser maravillosas, pero esos números se vacían cuando te das cuenta que LSU ni siquiera pudo colarse entre los 68 mejores conjuntos del país para clasificar al torneo nacional, y esa responsabilidad recae en Simmons. Si no puedes llevar a tu universidad a esas alturas, entonces tampoco estás listo para tomar las riendas de una franquicia de la NBA.

Carmelo Anthony, por ejemplo, llevó a Syracuse al título en su primer y único año.

Consideremos la semifinal del torneo de la Conferencia Sudeste (SEC) que LSU debía ganar sí o sí para acceder al torneo nacional tras una temporada regular mediocre con una marca de 18-13 que no era suficiente para sacar un boleto a la gran carpa.

El rival era Texas A&M, el primer cabeza de serie del torneo, y Simmons se achicó ante la presión.

El jugador estrella de LSU no solo perdió dos de los seis balones que él y sus compañeros regalaron en los primeros ocho minutos, sino que se vio relegado a la banca con nueve minutos por jugar en el primer tiempo con dos faltas en su haber. Su entrenador consideró que no valía la pena exponerlo a una tercera falta cuando el límite es de cinco y lo sentó por el resto de aquella mitad con cinco puntos y cuatro rebotes en su planilla.

Es más, su legajo en el primer tiempo de los partidos contra Tennessee en Cuartos de Final y Texas A&M en semis fue de nueve puntos y cuatro faltas combinadas en 16 minutos de acción.

Contra Tennessee tuvo suerte, ya que LSU iba ganando por 10-4 con Simmons en la cancha y solo perdía por 33-32 al descanso antes de prevalecer por 84-75 una vez que él regresó. Su suerte se acabó contra un rival de alto calibre como los Aggies, ya que un déficit de 11-9 tras su segunda falta se convirtió en una paliza por 35-13 en el entretiempo. Ni siquiera Simmons pudo evitar la humillación de quedar eliminados por 71-38.

Un verdadero líder no se borra cuando las cosas van cuesta arriba cometiendo faltas infantiles, se pone al equipo al hombro y se asegura de estar en la cancha cada minuto porque sus compañeros lo necesitan.

Un jugador digno de ser el futuro de una franquicia no permite que su equipo quede eliminado anotando apenas 38 puntos.

El potencial de Simmons es enorme, de eso no hay duda alguna, pero temo que solo estamos elevando a un jugador que podría llegar a caer a la tierra de forma estrepitosa en la NBA si no tiene cuidado.