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Manu Ginóbili y el primer título de los Spurs en 2003

La primera vez que R.C. Buford, gerente general de los San Antonio Spurs, vio en acción a Manu Ginóbili, fue en el Mundial U22 de Australia de 1999.

Su primera anotación sobre Ginóbili, recuerda el periodista Mike Monroe en su libro 100 Things Spurs fans should know and do before they die, es que "no podía defender a nadie" y su 0-8 en el partido por la medalla de bronce, incluido un 0-6 en triples, lo colocaba en una posición de sumo riesgo para una liga tan difícil como la NBA.

En aquellos años, Manu ni siquiera pensaba en llegar a ese mundo de estrellas. Atravesaba su segunda temporada en Reggio Calabria, en la segunda división de Italia, y era un atleta pura explosión, capaz de hacer cosas a la que el deportista promedio de latinoamérica no estaba acostumbrado. Ginóbili jugaba por encima del aro, lanzaba a distancia, corría la cancha como ninguno, pero muchos de esos atributos se correspondían con otras tantas estrellas emergentes de la liga.

Sin embargo, había un intangible que llevó a la gerencia de los Spurs a apostar por el argentino: su competitividad y su dedicación. Ginóbili, elegido en el puesto número 57 del Draft de 1999, selección en la que San Antonio también incluyó al croata Gordan Giricek en una clara muestra de su enfoque por el básquetbol internacional, recién arribó a la NBA en 2002, luego de explotar como MVP de Euroliga con Kinder Bolonia (junto al coach italiano Ettore Messina) y de arruinar por primera vez, junto a sus compañeros de la Generación Dorada de Argentina, un nuevo gran sueño americano en el Mundial de Indianápolis.

Señala Mike Monroe que "Buford tenía claras intenciones de fichar a Lucas Victoriano", pero como nunca iba a poder convencer a Gregg Popovich de tener otro base internacional además de Tony Parker, se decantó por el argentino.

GINÓBILI, SU PRIMERA TEMPORADA Y SU PRIMER ANILLO DE CAMPEÓN

"Pensé que sería otro de los tantos experimentos", recuerda Tim Duncan sobre la llegada de Manu al equipo.

Sin embargo, Ginóbili llegó a la mejor liga del mundo con pergaminos de estrella. La NBA, acostumbrada a mirar hacia otro lado respecto al básquetbol europeo (tan es así que volvió a sorprenderse, por ejemplo, con el talento de Luka Doncic en Dallas Mavericks) desconocía todo lo que el argentino podía brindarle.

Manu tuvo que adaptarse a su nuevo rol. Llegó al equipo con un halo de misterio, tras lesionarse el tobillo en semifinales del Mundial de Indianápolis ante la Alemania de Dirk Nowitzki. Acostumbrado a tener ofensivas preparadas para él, a ser referente dentro de un equipo ganador, pasó a pagar derecho de piso desde el primer día. Una cosa es antes de la NBA, y otra después. En los primeros entrenamientos, Popovich se dio cuenta de una de las premisas básicas del juego del escolta argentino: su creatividad. Entendió, casi como una consecuencia de la ejecución de Ginóbili, que no se puede encasillar a un potrillo salvaje. Para bien, o para mal, hay que dejarlo correr. "Soy Manu y esto es lo que hago".

¿Y qué es lo que hacía Manu entonces? Inventar sobre la marcha. Equivocarse, levantarse y volver a intentarlo. Reconstruirse. Cada acción era intención, digestión y aceptación. Convirtió entonces cada incursión hacia el aro en un desafío físico inusual, cada lanzamiento externo en un desafío de puntería y cada pase en un ensayo artístico de precisión. Su legado del euro-step -o Manu-step- vive en la actualidad en las zapatillas de James Harden. Así, entonces, su evolución fue increscendo, haciendo de su perseverancia su arma fundamental.

UN EQUIPO QUE VOLÓ BAJO EL RADAR

Los Spurs de 2003 pudieron construirse en el silencio. Los focos estaban puestos en la temporada despedida de Michael Jordan con sus Washington Wizards en 2003 y en el súper equipo de Los Angeles Lakers, tricampeones con Kobe Bryant y Shaquille O'Neal en plano estelar.

¿Quién apostaba por San Antonio? Nadie. O muy pocos. Tras el título de 1999, las torres gemelas de Duncan y Tim Robinson habían sucumbido tres años seguidos. Sin embargo, la implosión de la relación Kobe-Shaq, sumado a algunos hechos imprevistos como la derrota de los Sacramento Kings de Chris Webber ante los Dallas Mavericks en segunda ronda de playoffs, y la lesión de rodilla de Dirk Nowitzki en Finales de Conferencia Oeste, le dieron una mano al equipo dirigido por Pop.

Tras perderse el primer mes de competencia con San Antonio, Manu participó de los 24 partidos de playoffs, promediando 9.4 puntos, 3.8 rebotes y 2.9 asistencias por aparición, números extraordinarios para un novato. Lo que se dice, de todos modos, un novato "mentiroso", porque Ginóbili para este entonces ya era una estrella del básquetbol internacional. Su producción estelar con los Spurs condujo al quiebre contractual de Stephen Jackson con la franquicia. El Captain Jack, estrella de aquel equipo de San Antonio, emigró luego del campeonato a Indiana Pacers.

ALGUNOS HECHOS QUE VALE LA PENA RECORDAR

La temporada 2002-03 condujo a Tim Duncan a convertirse en el mejor jugador de básquetbol del mundo. The Big Fundamental selló como marca registrada sus movimientos de poste bajo y sus lanzamientos de media distancia, en 45 grados, contra el cristal.

Duncan ganó su segundo MVP consecutivo con 23.3 puntos por juego, 12.9 rebotes, 51% TC y una eficiencia de 26.9. Además, estuvo a solo un paso de cerrar un cuádruple-doble en el partido decisivo de finales ante los extinguidos New Jersey Nets (21-20-10-8).

Aquellas Finales NBA ante Jason Kidd y compañía (al cierre de esa temporada se especuló con un potencial arribo de Kidd a San Antonio que nunca ocurrió), recuerda Bill Simmons para Grantland, fueron las menos vistas de la historia de la Liga en 26 años. "Combinados, los Nets y los Spurs no podían promediar 170 puntos por aparición (169.8, para ser exactos)", agrega Simmons.

Lo cierto es que, en esa temporada, quizás el mayor highlight de los Spurs fue el triunfo 110-82 en el Juego 6 de segunda ronda de playoffs ante los poderosos Lakers en Los Angeles, con 37-16 de Duncan, hecho que desencadenó las lágrimas de Kobe y Derek Fisher, registradas por las cámaras de televisión.

El otro hecho fantástico fue el 6° juego de las Finales de Conferencia Oeste, más conocido como "el partido de Steve Kerr". En ese juego, Kerr, hoy entrenador de los Golden State Warriors, anotó cuatro triples consecutivos y junto a Stephen Jackson encabezaron una remontada histórica con parcial de 42-15 para San Antonio. A partir de ese momento, lo imposible fue posible y los Spurs ya se sintieron campeones de antemano.

En la dinastía de San Antonio, este título, el último del almirante David Robinson (13 puntos y 17 rebotes en el partido definitivo ante New Jersey) fue el segundo de sus vitrinas, tras el bautismo de 1999. Luego llegarían los de 2005, 2007 y 2014. Cinco campeonatos y un jugador en común: Duncan.

Monocromáticos, aburridos o como quieran llamarlos, los San Antonio Spurs y su conexión internacional tendrán siempre un lugar destacado en la historia grande de la NBA.