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Un Día Como Hoy en el Béisbol: Todas las razones por las que todo el mundo amaba a Don Zimmer

Ustedes aman el béisbol. Tim Kurkjian también ama el béisbol. Así que mientras esperamos ansiosamente por el regreso del deporte, cada día les daremos una historia o dos, atada a lo ocurrido en esta fecha en la historia del béisbol.

UN DÍA COMO HOY EN 2014, falleció Don Zimmer.

Los Rangers estaban en una racha perdedora de 13 juegos cuando un joven escritor se arrastró hasta la oficina del mánager Zimmer en otro abrasador día de Texas en mayo de 1982.

"¿Qué te pasa?", dijo Zimmer con esa famosa mirada de Zim.

"Cubrir este equipo no es tan divertido como pensé que sería", dijo el escritor.

"¡Ah, deja de quejarte!", exclamó Zimmer. "Mírate. Eres joven, tienes toda tu vida por delante. Mírame. Soy viejo, estoy gordo, soy calvo, soy feo, tengo un plato en la cabeza. Y tengo que manejar este equipo. Soy yo el que tiene las preocupaciones.''

Y luego mostró esa sonrisa de Zim, esa inconfundible sonrisa con cara de luna que podría iluminar una habitación, especialmente una en la que se hablaba béisbol. Nadie, pero nadie, amaba el juego más que Don Zimmer. Se casó con su amada esposa, Soot, en el plato en un estadio en Elmira, Nueva York. Llevó un uniforme durante 66 años como jugador, entrenador y mánager. Era un jugador tan duro como el que más. Se sobrepuso a dos pelotazos horribles. Jugó para los Brooklyn Dodgers que ganaron el campeonato en 1955. Dirigió cuatro equipos de Grandes Ligas durante 13 años, con un porcentaje de victorias de .508. En 1989, logró que los Cachorros obtuvieran un improbable título divisional. Y, como entrenador de banca de Joe Torre durante muchos años con los Yankees, se convirtió en el abuelo del juego, el Buda del béisbol. En su trabajo final, como asesor principal de los Rays, fue venerado.

El día que murió, Zimmer era quizás la persona más querida y respetada en el juego.

Durante los últimos años de Zimmer, Jim Leyland, un ex mánager de los Tigres, lo llamaba por teléfono todos los días, a veces dos y tres veces, solo para ver cómo estaba y para saber su opinión sobre alguna situación.

"Amo a Zim", dijo Leyland.

Todos amaban a Zim. Después de ser despedido por los Medias Rojas, Zimmer se convirtió en entrenador de los Yankees y alquiló la casa de Bucky Dent en New Jersey. Dent, por supuesto, fue quien conectó un enorme jonrón de tres carreras para los Yankees en el famoso juego de desempate que venció a los Medias Rojas de Zimmer.

"Sobre mi cama", dijo Zimmer con una risa clásica, "había una historia periodística enmarcada con el titular: SOX DENTED! (¡MEDIAS ROJAS GOLPEADAS!) Me acostaba todas las noches con eso colgando sobre mi cabeza''.

Otras notas de béisbol del 4 de junio

  • En 1955, Willie Mays conectó un jonrón en entradas extras. Conectaría 22 jonrones en entradas adicionales en su carrera, la mayor cantidad de todos los tiempos.

  • En 2013, John Mayberry Jr. se convirtió en el primer jugador en conectar dos jonrones en entradas adicionales, el segundo fue un grand slam para dejar tendido al rival.

  • En 1957, nació en Monte Cristi, República Dominicana, Tony Peña. Fue un excelente receptor defensivo. Pero estuvo detrás del plato la mayor cantidad de juegos de todos los tiempos (1,950) de cualquier receptor sin haber estado nunca en un juego sin hits.

  • En 1964, Sandy Koufax lanzó su tercer juego sin hits.

  • En 1956, nació el receptor Terry Kennedy. Gran tipo, gran historiador del juego. Y un receptor muy grande (6 pies 4 pulgadas, 230 libras) que tuvo algunos problemas a veces con su agilidad detrás del plato. "Cada vez que necesitaba ayuda, me enviaban un instructor de receptores que no era tan alto [aproximadamente 5-8]", dijo Kennedy. "Le decía al tipo: 'Gracias, pero no puedes ayudarme. La razón por la que tengo problemas allí es porque soy tan grande'''.

  • En 1990, Ramón Martínez, hermano de Pedro, ponchó a 18 en una blanqueada 2-0 de los Bravos. "¿Miraste sus antebrazos? Mira qué tan largos son", dijo su compañero de equipo Eric Karros. Así que miré. Ramón tenía antebrazos inusualmente largos, lo que permitía una acción de soltar la pelota tan grande, especialmente en su lanzamiento rompiente.