BUENOS AIRES --El fútbol argentino no deja de sorprender. Boca suma 13 partidos sin perder, se subió a la punta del campeonato y sin recinir goles en los tres partidos jugados. En cualquier otro equipo se estaría pensando en como reunir las condiicones para que el técnico Julio Falcioni renueve a partir de diciembre, cuando se cunple su contrato. Pero en el xeneize, un grande de la Argentina, hasta hace un par de fechas se insinuó que había que pensar en un plan B.
Pues revisemos: El ex entrenador de Banfield llegó a Boca con una división interna en el plantel inmanejable. Con dos peso pesados como referentes antagónicos. Riquelme por un lado, Palermo por el otro. Si bien los resultados al principio no ayudaron, como había sucedido con los entrenadores anteriores, la nave salió a flote. Palermo encontró el ámbito ideal para retirarse con honores a partir de un sostén incondicional de Falcioni cuando el Titán no salía de una sequía goleadora y muchos pedían su salida.
Por otro lado, parecía que el emperador no lograba ganarse la simpatía de Román, pero eso fue cambiando. Al punto de lograr, buena pretemporada del 10 mediante, que el equipo volviese a convivir sanamente con el ídolo. Hoy Riquelme es el conductor de uno de los líderes.
Con Palermo retirado y Riquelme motivado, Julio Cesar logró que el plantel se sienta unido, detrás del gar objetivo: el título. Pero, las divisiones en tiempos electorales, ahora se destapan en ´la cúpula dirigencial. Mientras Crespi deslizó que de no vencer a Union en la fecha pasada Boca debía buscar un plan B a la rectificación de su par José Beraldi y el silencio de un pasivo presidente Jorge amor Ameal.
Algo queda claro, si Boca debía atrvesar un período de transición, Falcioni resultó un buen piloto de tormenta. Mientras surge laversion del regreso a Banfield, en Boca siguen cuesitonando lo incuestionable. A un Boca líder, con la valla invicta, con las incorporaciones funcionando y el ídolo enchufado. En epocas de sufragio, Julio Cesar parece haber sido una correcta elección.