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Neftalí se portó como un grande

Hubo un momento, durante la temporada regular, en el que Neftalí Féliz la pasó mal. Entre el 15 de junio y el 7 de agosto tiró 19.2 entradas y le anotaron 15 carreras. Seguía ponchando gente y sumando salvados, sólo que el aura de imbatible que había tenido durante el 2010 no estaba ahí.

"Me gustaría que fuese un poco más agresivo", nos dijo una tarde de verano uno de sus compañeros. "Que saliese allá afuera con esa mentalidad de 'aquí estoy yo, batéame'. Pero todos los pitchers pasan por momentos así. Cuenta con todo nuestro apoyo".

"Aquí no hay ninguna controversia sobre quién es el cerrador", tuvo que salir a decir una noche Ron Washington. "Eso no está en discusión".

Los Vigilantes hicieron lo correcto en no poner nunca en duda el puesto de Féliz, cuya recta de 100 millas por hora y capacidad para ponchar bateadores (indispensable para un cerrador) nunca estuvo en duda.

Si es que no estaba claro ya, lo que hizo el lunes en Tropicana Field durante el triunfo por 4-3 de sus Vigilantes de Texas sobre los Rays de Tampa Bay es otra muestra de lo importante que es este muchacho dominicano de 23 años en esa novena.

Después de irse arriba en la alta del séptimo con un racimo de cuatro carreras que inició Adrián Beltré con su primer sencillo de la serie y coronó Josh Hamilton con otro cohete impulsor de dos, el bullpen de Texas sólo necesitaba sacar nueve outs para conservar el triunfo del sorprendente Colby Lewis y tomar ventaja de 2-1 en la serie.

Para un cuerpo de relevistas tan reforzado y reverenciado por los contrarios, tanto que el domingo Joe Maddon había dicho que no le gustaría meterse en una "guerra de bullpen" con los Vigilantes, la tarea parecía relativamente sencilla.

No lo fue. Darren Oliver vino a dominar a los zurdos de Tampa en la baja del séptimo y toleró tres hits seguidos después de un out. Suficiente evidencia para que Washington decidiese llamar a otro dominicano a la lomita, Alexi Ogando, su último miembro del batallón de apagafuegos.

Como el sábado, Ogando estuvo casi imbateable. Sacó al emergente Sean Rodríguez (después de que Beltré y Elvis Andrus no pudieron encontrar un alto foul perdido en las luces) con un rodado a primera y Sam Fuld lo dominó con otro rastrero por segunda. Paró el daño a pesar de que Tampa descontó.

El segundo lío lo armó Mike Adams en el octavo. Apenas llegó a la loma permitió el segundo jonrón de Desmond Jennings, que puso el duelo 4-3. Y lo peor llegó luego: tres boletos consecutivos. El único out que consiguió se lo regaló Mike Napoli al sacar a B.J. Upton en un tintento de robo de segunda, un movimiento inexplicable porque Evan Longoria tenía el madero entre sus manos.

Mike González, importado desde los Orioles de Baltimore a última hora, tuvo que venir al montículo con dos en base. Acomodó un poco el reguero al ponchar con tres lanzamientos a Johnny Damon. Con dos fuera y las bases aún ocupadas, Washington se dejó de juegos. Trajo a Féliz para que sacase cuatro outs, un salvado de los de antes.

El quisqueyano no le falló. Se fajó contra Ben Zobrist sin miedo de tirar su slider contra el suelo, aún corriendo el riesgo de un lanzamiento errático. Lo que en efecto ocurrió. Pero finalmente puntualizó el ponche.

"Tuvimos la oportunidad, fueron buenos turnos, pero Féliz hizo muy buenos pitcheos. Y todavía lanza a 100 millas", dijo Maddon. "La gente tiene que entender que cuando el pitcher lanza tan rápido, desde la perspectiva del bateador tienes que hacer swing antes. No es fácil pegarle a esa recta. Y si es capaz de lanzar sus pitcheos rompientes, es difícil para Zobrist no hacer swing".

"Es uno de esos momentos", siguió Maddon, "en los que sólo te queda esperar que cometa un error y que tú estés listo".

El noveno episodio lo retiró sin demasiado lío, agresivo y por encima del plato. Permitió un sencillo de Rodríguez, una línea suave al centro que cayó de hit porque Craig Gentry jugaba en posición de evitar el extrabases, y luego consiguió sacar a Kelly Shoppach con un rodado a tercera que transformaron en doble play esos magos del guante que son Beltré e Ian Kinsler.

Este juego tuvo otros héroes, sobre todo Lewis y el encendido Napoli, cuyo jonrón ante Price al abrir el séptimo despertó a Texas, pero lo de Féliz no puede pasar desapercibido. En la postemporada pasada, Washington nunca quiso traerlo para cuatro outs y lo pagó caro un par de veces. Esta vez, las cosas son distintas.

"Primeramente la confianza en mí mismo, de tirar todos mis pitcheos y usarlos en cualquier conteo", nos decía Féliz el fin de semana sobre la clave para haber enderezado el camino a tiempo. "Eso es lo que más me ayudó. Y el apoyo del equipo".

Ahora fueron los Vigilantes, en la hora en la que necesitabas a un cerrador de verdad, los que se apoyaron en él.

"Nos salió a la perfección", dijo Washington de la decisión de traerlo en el octavo. "Nos sacó de ese inning (el octavo) y después consiguió el rodado para la doble matanza. ¡Qué juegazo! Necesitábamos todo lo que nos dieron estos muchachos".

Este triunfo puede ser determinante si nos atenemos a la historia de lo sucedido en la postemporada. Desde que se crearon las series de división en 1995, unos 22 enfrentamientos han llegado igualados a un triunfo al tercer duelo. El ganador de ese encuentro se ha llevado la serie en 18 de esas 22 oportunidades.

Que los Rays pueden ganar dos encuentros de pelota seguidos es decir una perogrullada. Mucho más complicado fue destronar a Boston del comodín. Pero no es fácil ir a Arlington para un quinto encuentro y vencer allí otra vez a C.J. Wilson.

Los que están en la vía rápida, a esta ahora, son los Vigilantes. Y Neftalí Féliz tiene mucho que ver con eso.