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Multipropiedad, ¡inocente!, hasta que...

LOS ÁNGELES -- Casi 700 Blogs después, en muchos de los cuales la artillería despiadada, inclemente, inconsecuente, intolerante, intransigente e insaciable, se ha envilecido sobre el tema de la Multipropiedad, hagamos una tregua.

No perdamos de vista que es un ilícito. No neguemos que la FIFA lo ha prohibido por estatutos.

Pero, especialmente, en un futbol moderno, donde la clandestinidad de las apuestas, donde las perversidad del amaño de resultados, donde se prohíja y prolifera la trampa como un sustancioso desvío de la honestidad que es el espíritu del juego, es insostenible que dos equipos o más pertenezcan a un solo ente.

Y ojo: mientras la FIFA nos dé pruebas irrefutables, constantes, magníficas, de que la perversión y la corrupción empiezan desde su oficina oval, no podemos conceder reposo a las sospechas en un deporte donde fuera de la cancha hombres de uñas negras y cuellos blancos extorsionan como su forma de vida y a veces mancillando al futbol de cancha.

Es decir: sobran motivos para declarar ley marcial, ¡pena de muerte!, contra la Multipropiedad, y especialmente en México, uno de los países exponentes de la corrupción como moneda de cambio en todos sus ámbitos, todos sus niveles, todos sus ejercicios políticos, electorales, financieros, legales y civiles.

Listo: solidificamos el punto de vista contra la Multipropiedad, pero demos una tregua.

Encontremos, creyendo, cándida e inocentemente, que hay aspectos positivos en este práctica.

Creamos, por un momento que las azucenas pueden crecer en el pantano.

¿Beneficios?

1.- Equipos de tradición habrían muerto. Necaxa, en el descenso, pero aún vivo, y el mismo Atlante, que deambula como gitano, errante y mal visto, pero respira. Televisa los cobijó en momentos en que desfallecían. Y de esa manera ha sostenido a clubes como Querétaro y ahora va al rescate del Veracruz.

2.- León, un equipo de tradición, regresa a la Primera División como reflejo de una Multipropiedad bien organizada. Bajo ese precepto regresará en su momento Tecos y más adelante Celaya.

Jesús Martínez ha salido a poner cara dura, sin que le llamemos caradura necesariamente, a decir que se espantaría de ver un resultado extraño entre León y Pachuca.

3.- Abarata los costos y reduce el desempleo. No olvidemos que el Necaxa de Manuel Lapuente, con desechos americanistas, armó un equipo de época. Resucitó, por ejemplo, a un Cuauhtémoc Blanco que fue exiliado del Nido con amenazas de que nunca volvería. Hoy su afición suspira por el Genial Jorobado de Nuestra Señora de Tlatilco. Ese corazón de Águila ya no germina en Coapa.

4.- En casos como Pachuca y León, fortalece proyectos. Un mismo plan de desarrollo de fuerzas básicas y formación de jugadores, que debe alcanzar su línea horizontal de mejor rendimiento en mayo de 2013, dará no sólo salida a jugadores a través de un solo club, sino de dos, dentro de la ampliación de la propuesta de Hans Westerhoff.

Pero... sí, ese pero de siempre.

Lamentablemente TV Azteca es un caso aparte. Ya nuestro compañero David Faitelson, testigo in situ y opositor del hecho, y valiente en la denuncia, explica como entre Morelia y Veracruz amañaron un resultado que convenía a la empresa televisora. Queda claro que no hay una coherencia hacia el futbol, sino exclusivamente hacia el negocio.

Es decir, TV Azteca es el único caso fehaciente con testigos, testimonios y pruebas de que el padre de dos hijos bastardos puede obligarlos a hacer trampa.

Y si agregamos sospechas, podemos ir a la Final de 2002, entre América y Necaxa, sin estrellas mexicanas ambos, ya concentradas con la selección, pero con un par de arbitrajes totalmente sospechoso.

U otro ejemplo: la decisión extraña, extrañísima, de Raúl Arias, dirigiendo al San Luis de maniatar tácticamente al jugador que desde mi punto de vista en ese torneo fue el mejor futbolista mexicano por el altísimo nivel mostrado, como Braulio Luna.

En ese juego, sí, contra el América, a ese Braulio Luna, era evidente que Raúl Arias le puso freno de mano, y le jaló la rienda a un jugador que era un portento ofensivo del equipo aparte de su trabajo defensivo. Y todavía recuerdo las tomas al rostro de Braulio y su gesto de desconcierto. El jugador no me despertó ninguna sospecha, pero sí las demenciales, inesperadas, asignaciones, tácticamente morbosas, de su técnico.

Vaya. Quisimos defender la Multipropiedad con los mejores argumentos posibles, pero al final, se desfallece de confiabilidad y credibilidad, por su propio peso.

Tal vez la Multipropiedad no sea tan mala. Sólo que quienes la ejercen, al final, la envilecen, la denigran y la prostituyen.