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Youkilis dio un primer paso en falso

Kevin Youkilis entró con el pie izquierdo al territorio Yankee, al llegar proclamando a los cuatro vientos que "siempre seré un Media Roja".

Sorprende semejante declaración de alguien caracterizado a lo largo de su carrera por una ética y nivel de profesionalismo supremos, un pelotero que juega con una intensidad inusual, que deja todo sobre el terreno.

Está bien que uno tenga recuerdos agradables de la franquicia que le dio la primera oportunidad de jugar en las Grandes Ligas, donde fue mimado por la afición de Boston y donde ganó dos anillos de campeón en Series Mundiales.

Pero en este caso, dada la rivalidad entre los Medias Rojas y su nuevo equipo, decir lo que dijo es como estar en una guerra, cruzarse a la trinchera opuesta y seguir defendiendo a los ahora rivales.

En primer lugar, Youkilis olvida que ese equipo del que "será toda la vida" lo desechó a mitad de temporada y lo envió a los Medias Blancas de Chicago.

Puede haber influido su mala relación con el manager Bobby Valentine, de efímero paso por Boston, pero cualquiera que haya sido la causa, la gerencia prefirió deshacerse de uno de los jugadores más venerados de la franquicia, aunque al final terminó despidiendo también al director.

No se trata de que ahora Youkilis tenga que vivir recomiéndose el hígado por el rencor tras haberlo canjeado a Chicago, pero esa fidelidad a quien ya no le quiso más no tiene mucha justificación.

Incluso Wade Boggs, uno de los grandes jugadores de todos los tiempos de Boston, que entró al Salón de la Fama de Cooperstown con la gorra de los Medias Rojas, anda por todo el mundo luciendo orgullosamente en su dedo el anillo de campeón que ganó con los Yankees en la Serie Mundial de 1996.

Entonces, Youkilis debió ser más cuidadoso al elegir sus palabras.

Está bien dejar en claro que él no es Alex Rodríguez (para bien o para mal), pero esa incondicionalidad con Boston puede despertar sospechosas suspicacias en la afición más exigente de todo el béisbol.

Esto es un negocio y cualquier jugador puede estar hoy en un equipo y mañana en otro. Si no, pregúntenle al dominicano José Reyes, quien asegura que el dueño de los Marlins, Jeffrey Loria, le prometió que no sería cambiado nunca y 48 horas después lo envió a los Azulejos de Toronto .

En estos tiempos modernos, las personalidades públicas deben medir cada palabra, cada gesto, que puede ser magnificado por unas redes sociales cada vez más amplias y abarcadoras.

Tratar de arreglar algún malentendido toma tiempo y trabajo, aunque siempre quedará alguna cicatriz en la memoria de quienes pueden haberse sentido heridos u ofendidos por tal o más cual declaración.

Aunque Youkilis ya aclaró su compromiso 100 por ciento con su nuevo equipo, será su desempeño sobre el terreno el que acabe de borrar cualquier duda.

A su favor, todavía tiene por delante más de un mes de entrenamientos primaverales antes de someterse al escrutinio de la fanaticada en el Yankee Stadium.

De cualquier manera, estas palabras mal escogidas o mal interpretadas son apenas unos pocos granos de arena en una playa, si se compara con las nubes de incertidumbre que se ciernen sobre algunas de sus principales estrellas por sus supuestos vínculos con las sustancias prohibidas.