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Diario del Capitán: domingo y final

Se acabó una de las carreras deportivas más brillantes de la historia.

Derek Jeter jugó su último partido y se despidió con un hit, el número 3,465, que sirvió para impulsar su carrera 1,311.

Fue un roletazo que dio un bote demasiado alto hacia tercera base y que el antesalista Garin Cecchini intentó capturar a mano limpia, quizás como única opción de conseguir un out. Jeter llegó quieto a la inicial y el japonés Ichiro Suzuki, quien se encontraba como corredor en tercera, anotó cómodamente la que significó en ese momento la tercera carrera de los Yankees de Nueva York.

El manager Joe Girardi entonces lo sustituyó por Brian McCann como corredor, mientras el Fenway Park en pleno ovacionaba al rival que por 20 años fue una pesadilla para los Medias Rojas de Boston, pero que siempre compitió con limpieza y respeto por el enemigo.

En su primer turno al bate, el Capitán de los Yankees había fallado en una línea fortísima, sólida, a las manos del campocorto Jemile Weeks.

Los Yankees ganaron 9-5 con gran labor del dominicano Michael Pineda, decidido a darlo todo para despedir al Capitán con una victoria.

Antes del partido, leyendas del deporte de Boston, encabezadas por Carl Yastrzemski, llegaron al centenario terreno a honrar a Jeter, mientras que por los altavoces del Fenway Park se escuchaba la canción "Respect", de Aretha Franklin.

Fue una ceremonia sencilla, pero intensa, con el público coreando el nombre: ¡Derek-Jeter!, mientras el doctor Charles Jeter, con una fría mirada, trataba de esconder sus emociones desde las gradas, mientras su esposa Dorothy se enjugaba las lágrimas al ver el homenaje del que era objeto su hijo.

Lindo final para la carrera de aquel muchachito que en la secundaria de Kalamazoo, en el estado de Michigan, soñaba con ser el campocorto de los Yankees.

Ahora sólo le queda esperar a que pasen los cinco años requeridos para que Cooperstown se rinda a sus pies cuando ingrese, quién sabe si de manera unánime, en el Salón de la Fama.