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Chepo y Néstor, con ultimátum en la mano

LOS ÁNGELES -- Chepo de la Torre llega en son de paz a Chivas. Porque le espera la guerra. Y esa es una saludable tarjeta de presentación.

Una rueda de prensa llena de simbolismos. Parafernalia pura. Teatro y teatralidades. Para tranquilizar los espíritus inquietos de los aficionados. Y funcionó.

1.- Le entrega a Chepo un balón su hermano Néstor, porque "los colores rojiblancos los trae tatuados en la piel". Cierto, la cuna de ambos fue un pesebre chiva desde siempre.

2.- La firma de contrato se hace pública. Para que las imágenes atestigüen el protocolo, uno más, de esos que Jorge Vergara puede romper en tres días, tres semanas o tres meses, como ya lo ha hecho. Los convenios con las tres firmas se destruyen con finiquitos o indemnizaciones. La historia de Chivas está llena de ejemplos.

3.- La presentación se hace en el OmniLife (y no ZombiLife), para que el formulismo quede registrado en el campo de batalla genuino. Ahí, en esa cancha, Chivas peleará por salvar el pellejo en Primera División. Ese, es el epicentro de su Juicio Final.

Se presentó un Chepo de la Torre distinto a la versión más reciente de él: el Hexagonal Final de la Concacaf, en el que los pésimos resultados, especialmente de local, terminaron por reventarlo.

En el ceremonial de mímicas forzadas, de un Jorge Vergara incómodo, porque públicamente se tragaba sus errores del pasado, en esa formalidad, el Chepo sonrió más veces, y saludó con más gentileza que en toda la fase final de la eliminatoria.

Vamos hasta haberse quitado la pelusa, de una barba de candado inconsistente, hasta eso restableció la apariencia formal, seria, de un entrenador que envió un mensaje a través de las condiciones de sus propios jugadores.

"A nadie se le olvida jugar al futbol de un día para otro", en un equivalente en primera persona de "a nadie se le olvida entrenar de futbol de la noche a la mañana".

El año sabático que tomó debió enriquecerlo. Como entrenador sin duda, porque debió haber visto más futbol que nunca, especialmente en una Copa del Mundo de Brasil, que era evidente que le pertenecía desde el banquillo del Tri, pero que él mismo inmoló ese derecho con el caos que provocó manejando a México.

Pero, las mejores sesiones de aprendizaje, y lo dejó entrever, con los comportamientos, los gestos, las reacciones, la suavidad de movimientos, y la selección de palabras y tonos. Ese aleccionamiento lo recibió principalmente como profesional y ser humano en las obligaciones y responsabilidades extracancha.

No sentenció jugadores. Ni a Ángel Reyna ni a ningún otro. Pero usó una frase ajena, que se atribuye Pep Guardiola en el código del Barcelona: "El esfuerzo no es negociable en la cancha", y que la endosa a Ramoncito Morales tras la derrota del fin de semana ante Atlas.

Es valioso que asimila, entiende y no lanza frases hipócritas sobre el escenario de Chivas: está en riesgo de descenso, pero tiene 23 partidos por delante para revertir la situación, en un balompié donde la inestabilidad de equipos, entrenadores, directivos y árbitros, puede trastocar paisajes de la noche a la mañana.

Queda claro que la llegada de ambos De la Torre tiene un mensaje implícito, pero ni siquiera subliminal de tan obvio.

¿O alguien tiene duda de que ambos, Néstor y Chepo llegan con un ultimátum abierto para todos los jugadores? Los futbolistas se juegan su futuro en estos cinco partidos.

Porque, queda claro, en este momento, en estos cinco juegos inmediatos, no quedan emplazados a los cuestionamientos ni Néstor ni Chepo, sino los futbolistas.

El ultimátum implacable, evidente, incuestionable, intransferible, es para los jugadores. En diciembre se irán varios y llegarán varios.

Pero pueden irse más, mucho más, especialmente esos que llegaron como refuerzos y que cobran cada quince días con el semblante colorado y salen de la cancha cada semana con el semblante descolorido.